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SUPLEMENTO

La lucha del movimiento obrero y la crisis de proyecto estratégico de La Francia Insumisa

Juan Chingo

FRANCIA

La lucha del movimiento obrero y la crisis de proyecto estratégico de La Francia Insumisa

Juan Chingo

Ideas de Izquierda

La andanada de críticas desde todo el espectro político, e incluso al interior de la NUPES (Nueva Unión Popular Ecologista y Social), y en parte de la misma LFI (Francia Insumisa), así como de los dirigentes sindicales contra el obstruccionismo parlamentario de la Francia Insumisa, ha impedido una evaluación por izquierda de su acción desde que ha comenzado el presente movimiento social en Francia. Una vez más la LFI se encuentra en dificultades ante la lucha de clases como había demostrado en su momento frente a la emergencia de la sublevación de los Gilets Jaunes (Chalecos Amarillos). Pero, sobre todo, la presencia fuerte en la escena política y social del movimiento obrero ha ido al encuentro del proyecto estratégico de esta formación política.

La vuelta del movimiento obrero y los impasses populistas de izquierda

Para Jean-Luc Mélenchon (dirigente de LFI) el cuerpo doctrinal que desarrolló el marxismo a lo largo del siglo XX está agotado, en especial el rol central que juega la clase obrera en el sistema capitalista y que es la base de su potencialidad hegemónica para derrocarlo y reemplazarlo por un sistema de producción progresivo en coherencia y armonía con las dos principales fuerzas productivas centrales de la sociedad: el ser humano y la naturaleza.

En contra de esta idea en una obra capital de su pensamiento político L’ère du peuple, publicada en 2014, Mélenchon se refiere al pueblo como: “el actor político de nuestro tiempo”, un “actor nuevo” que “toma el lugar que ayer ocupó la ’clase obrera revolucionaria’”, es decir, el proletariado. No es que, según su visión, “el asalariadohaya abandonado la escena, ni que su rol haya cesado”. Pero se ha “reestructurado como todo el resto de la sociedad”. Ahora es solo un componente junto a otros del pueblo, que se convierte en el sujeto social y político determinante y relevante en la lucha contra la oligarquía capitalista.

En lo que va de la lucha actual, estas nuevas concepciones doctrinales se expresaron en las propuestas políticas de Mélenchon y la LFI a lo largo de la primera fase del movimiento. Así el 21/1/2023, después de la primera jornada de acción exitosa de la Intersindical, escribía en su blog en un artículo titulado “Ampliación del frente de lucha”:

El objetivo es convertirse en una fuerza política del movimiento popular. La expresión tiene su importancia. La idea es que esta batalla no solo concierne a los trabajadores asalariados. También concierne principalmente a los desocupados y a los jóvenes en formación. La estrategia de ampliación se dirige principalmente a ellos. Es responsabilidad del primer movimiento político de masas del país, construido para ser la herramienta política de este "nosotros" que se opone a "ellos". El movimiento rebelde. Por tanto, la pregunta que se plantea no es si "confiamos" en los sindicatos para movilizarse en las empresas. Pregunta hueca por definición. Por supuesto que están en condiciones de hacerlo y lo hacen bien cuando están unidos. Pero nuestra estrategia no es para-sindical. El programa "El futuro en común" y la "Revolución ciudadana" son los objetivos que llevamos en todas las circunstancias y en todo momento.

En el mismo texto, Jean-Luc Mélenchon, hizo un llamamiento a otros sectores de la sociedad para que se unieran a las concentraciones, dirigiéndose "a las clases medias, a los directivos y a los pequeños empresarios".

Dejando de lado el error sociológico de separar a los trabajadores con empleo de los desocupados cuando los dos forman parte del proletariado, e incluso de los jóvenes en formación cuando la gran mayoría se ve como “futuro asalariado” (sin negar al mismo tiempo la especificidad del movimiento estudiantil) funcional a su proyecto político populista, la ampliación de la lucha que propone Mélenchon le niega a los trabajadores cualquier papel de liderazgo en la lucha contra el orden establecido, limitando su rol a los márgenes de las empresas.

Pero la profundidad del movimiento en curso, que surge de las condiciones de vida y de trabajo o del desgaste mortífero que provoca la explotación capitalista y que se expresa detrás de una masiva movilización detrás las organizaciones sindicales, instituciones del movimiento obrero por excelencia, a pesar de sus límites, su carácter institucional y burocrático, va al encuentro de las tesis melenchonianas de la revolución ciudadana y del pueblo como sujeto central de la transformación social.
Es este enfoque estratégico lo que ha llevado a Mélenchon y a la LFI a querer competir con los sindicatos incluso antes de que comenzara el movimiento y tratar de robarles el protagonismo, como explica el mismo Mélenchon en su blog sobre la fracasada marcha del sábado 21/1 cuando dice justificando esta acción de la LFI (encubierta como acción de la juventud) que:

Se trata de ampliar el frente de la lucha. Esta idea ha funcionado para nosotros desde el principio de la batalla. La fecha del 21 funcionaba así: o no había iniciativa sindical y entonces el 21 sería el primer disparo de advertencia a disposición de todos los que quisieran entrar en la lucha. O bien habría una y la fecha funcionaría como el primer paso de una secuencia de ampliación. En ambos casos, se trataba sobre todo de posicionarse como fuerza política del movimiento popular.

Más aún, y más allá de los motivos tácticos de la disputa, es este elemento central que indispone a Mélenchon frente el hecho que los sindicatos ocupen el centro de la escena y que ha llevado a tensiones en torno de la izquierda política y sindical entre las burocracias sindicales no solo Berger del a CFDT sino incluso Philippe Martinez el Secretario General de la CGT, que llegó mismo a acusar a algunos de “querer apropiarse del movimiento social, relegando a los sindicatos a un segundo plano”, en referencia a Mélenchon.

Lejos de nuestra parte está la defensa de la burocracia sindical y su estrategia de presión parlamentaria, que hemos criticado desde Révolution Permanente una y otra vez desde el 19/1, pero no es con una política exterior al movimiento obrero, como la que plantea Mélenchon y a la LFI, como podremos superar el obstáculo que esta representa.

El fracaso de “en el parlamento y en la calle”

Ni bien asumida como flamante diputada por el departamento de Sena/St. Denis, Aurélie Trouvé, antigua vocera de ATTAC (Asociación para una Tasa a las Transacciones Financieras para la Ayuda al Ciudadano), presidente de la UP y después de la NUPES en el parlamento, explicaba que “nuestra estrategia es articular las luchas en la calle y en la Asamblea Nacional” [1]. La primera gran secuencia de la lucha de clases del segundo quinquenato Macron ¿ha permitido mostrar la justeza de esta estrategia?

La realidad es que frente al gran movimiento social que se ha puesto en movimiento, que muestra la enorme fuerza social de la clase obrera, salvo algunas excepciones como Louis Boyard en la juventud, aunque también como exterior, los representantes de la NUPES no pesan en lo más mínimo en el movimiento real en curso. Ya en su momento frente a la sublevacion de los chalecos amarillos, la LFI habia mostrado sus límites como instrumento para la lucha de clases, como habiamos escrito en su momento en Le retour de la lutte de classes et les faiblesses de La France Insoumise.

Un tiempo después una personalidad central de la “mélenchonia” y miembro del equipo de campaña de las presidenciales de 2012 y 2017 como Charlotte Girard, apuntaba lo siguiente en su carta de ruptura:

Volviendo a la unión que no se hizo con el movimiento de los "chalecos amarillos" a pesar de que sus reivindicaciones se acercaban, según ella, al programa de los "insumisos", la Sra. Girard deplora que el movimiento esté "demasiado volcado hacia el ejercicio institucional del poder". Apunta en particular a "la explotación del único contrapoder parlamentario que nos queda (...) La forma institucionalizada de nuestro movimiento, sumada a su expresión electoralista, revela dos desventajas [2].

Con la multiplicación del peso parlamentario y la creación de la NUPES con los requechos de la vieja izquierda, estas tendencias institucionales se profundizaron. En realidad, frente a la entrada del proletariado con sus métodos históricos de lucha y sus organizaciones, LFI y la NUPES, existe aún menos en el movimiento real contra Macron que el rol que intento jugar la LFI sin éxito frente a los chalecos amarillos. La fuerte belicosidad y la táctica del clash optada por lo fundamental de la LFI en el debate parlamentario busca ocultar esta ausencia de rol y contenido en la evolución real del movimiento. Así, cuando es de más y más evidente la necesidad de pasar a la contraofensiva una vez demostrada la potencia de la manifestación, para lo cual el programa y los métodos de la intersindical son un obstáculo, Mélenchon no se diferencia en lo más mínimo del ala derecha de la misma, Laurent Berger. Así, Mélenchon justifica la reducción de los objetivos de combate al mínimo común denominador: "Estamos en un momento en el que la ofensiva debe unirse y para ello hay que pasar por encima de todas las cuestiones de desacuerdo. Por eso aceptamos la retirada de nuestro programa".

Al igual que Berger que antes que comenzara el movimiento, dijo que:

La cuestión es si en algún momento se producirá una chispa que encienda un conflicto social latente. Las pensiones pueden serlo. Pero la CFDT(Confederación Francesa Democrática del Trabajo) nunca ha sido partidaria de los eslóganes comodín. Si queremos que el gobierno nos escuche sobre la edad legal, tenemos que atenernos a esta reivindicación.

Segunda convergencia, que los sindicatos decidan “una acción conjunta con los otros sectores de la sociedad, convocando a una jornada de concentración y acción un sábado o un domingo”, para ampliar la movilización, cuestión que la Intersindical, a propuesta de Berger, realizó el pasado 11/2, sin lograr un nuevo récord en la movilización que esperaba y sobre el que el mismo día fanfarroneaba Mélenchon. Este método de ampliación del movimiento a otros sectores sociales más allá de la clase obrera, buscando un repertorio de acción menos costoso que la huelga, es lo contrario de una verdadera política de alianzas que la clase obrera debe forjar con la pequeña burguesía y las capas intermedias que se oponen también a la reforma, conjunción que solo puede hacerse en el terreno de la lucha, sobre el programa y la dirección de la clase obrera, asumiendo todas las reivindicaciones de estos aliados históricos cuando no sean incompatibles con los propios objetivos del proletariado, a la vez combatiendo a sus falsos amigos o representantes del pueblo, como Marine Le Pen o, por otro lado, las salidas ilusorias como un capitalismo con rostro humano como propone en última instancia la LFI.

En conclusión, como se puede jugar un rol en el movimiento real con la misma política y estrategia del ala derecha de la Intersindical que si se ha visto obligado a encabezar el movimiento, llegando incluso a llamar a una parálisis completa del país el día 7/3, con el objetivo de contenerlo, castrarlo y limitar toda potencialidad política. ¿Mélenchon /Berger: ¿diferentes tácticas parlamentarias, mismo impasse estratégico? Es esto lo que se desprende de la defensa de Mélenchon frente a las críticas de la Intersindical: “ Yo propongo a Laurent Berger que nos deje hacer: los que conocen las batallas parlamentarias somos nosotros” [3] , mostrando que -contrariamente a lo que dice Trouve- el centro de la gravedad de la NUPES y la LFI sigue siendo el parlamento.

La presión de derecha de los aliados de la NUPES

Si la NUPES ha sido una eficaz máquina electoral que ha permitido elegir 150 diputados a la Asamblea Nacional, el carácter institucional y de conciliación de clases de esta alianza y la presión de derecha que ejerce sobre la camarilla pequeñoburguesa alrededor de Mélenchon ha salido como nunca a la luz en torno a la lucha actual contra las jubilaciones.

Mientras que, debido a los límites estratégicos planteados arriba, el núcleo central de la LFI asesorado de cerca por Mélenchon optó por una táctica agresiva para existir en el debate parlamentario, el resto de sus componentes eligió – y de más en más a medida que avanzaba el debate y la presión del macronismo y de los dirigentes sindicales se acrecentaba sobre los métodos obstruccionistas de la LFI- por jugar a la “respetabilidad”. Así, el PS, los Verdes y el PCF retiraron todas sus enmiendas a la reforma como demandaba la Intersindical para discutir y votar el artículo 7(el relacionado con el aumento de la edad legal a 64 años) y exigían que la LFI hiciera lo mismo, generando divisiones en su seno, profundizando las disputas abiertas recientemente a causa de los golpes bonapartistas en el funcionamiento de la LFI propinados por su principal líder. Así, una buena parte de los 74 diputados, entre los que están François Ruffin, Clémentine Autain, Raquel Garrido, Alexis Corbière o incluso Eric Coquerel, no comparten la estrategia elegida por Jean-Luc Mélenchon. Todos los componentes de la NUPES, sin embargo, se negaron a presentar una moción de censura (como había acusado en especial la LFI en los anteriores debates parlamentarios), justo en el momento en que las divisiones y la debilidad del macronismo ante el calor del conflicto social podían abrir brechas como respuesta a la opción tomada abiertamente por el gobierno de ignorar el más mínimo "debate parlamentario" por el artículo 47-1. Moción presentada al final por la RN, sin ninguna posibilidad de éxito.

La crisis abierta del bloque parlamentario de la NUPES dejará trazas. Un "fracaso estratégico", acusó el grupo de los Verdes. Por su parte, la ecologista Sandrine Rousseau abogó por "asegurar que haya una coordinación que tome las decisiones, con algo que sea mucho más claro y democrático". "Creo que hay una diferencia entre LFI y Nupes", explicó Rousseau, que reiteró su llamamiento al "Acto II de Nupes" cuando acabe el debate sobre las pensiones [4]. Por su parte, Mélenchon, durante un mitin en Montpellier, donde venía de manifestarse, pidió a sus aliados de izquierdas que no "ladraran con los demás" contra la fuerte oposición de LFI a la reforma de las pensiones. "Nos eligieron para ser la oposición, no para ser su títere", lanzó el ex diputado de Bouches-du-Rhône, antes de dirigirse a sus socios socialistas, comunistas y ecologistas de Nupes: "Somos Insoumis dentro de una alianza llamada Nupes, pero ante todo Insumisos, y nos ocupamos de nuestra insumisión" [5].

Estas divisiones al seno de la NUPES y al interior mismo de la LFI, aunque de forma laberíntica como en toda batalla política aún en desarrollo, expresa una línea de clase entre corrientes en crisis, pero abiertamente burguesas como el PS, un ala del mismo abiertamente hostil a la NUPES, y la ex LFI, una corriente movimientista de carácter pequeñoburgués hecha a imagen y medida de su líder carismático, pero cuyos métodos bonapartistas y su “estrategia del clash” generan de más en más reticencias no sólo al interior de la LFI sino especialmente con los componentes más de derecha de la NUPES, que si siguen conservando la unidad por falta de alternativas políticas en el actual panorama político tripolar de la Francia por el momento, están al acecho de toda pérdida de influencia de la camarilla melenchoniana y de sus errores políticos para cambiar o domesticar lo más posible la NUPES, al estilo de la vieja izquierda socialdemócrata de gobierno. El episodio traumático del trámite parlamentario de la reforma de las jubilaciones les podría dar una oportunidad por primera vez desde la constitución de la NUPES de lanzar una contraofensiva. ¿La NUPES construida promovida por Melenchon se volverá en contra de su creador?

Las dificultades estructurales del neo-reformismo y cómo superarlo

Los impases estratégicos frente a la lucha de clases, en especial frente a la entrada del movimiento obrero y sus métodos, así como la inestabilidad de sus alianzas electorales muestran los límites y fragilidades del neo-reformismo. Privado de una base orgánica en el movimiento obrero como los aparatos reformistas del siglo pasado y en el marco de un capitalismo en crisis polimórfico, para utilizar el término de Adan Tooze, que impide una estabilización de las democracias burguesas como fue el caso después de la posguerra en varios países imperialistas, el neo-reformismo tiene dificultades para arraigarse o estabilizarse, o si logra hacerlo de alguna manera ya es cuando efectúa su transformismo socialdemócrata, como es el caso de SYRIZA en Grecia que podría después de años de crisis volver a ganar las elecciones pero ya muy lejos de la imagen y el programa de izquierda radical que emergió después de la crisis de 2008 y los años posteriores.

Podríamos decir que la NUPES y en especial la LFI es un fenómeno políticamente neo-reformista en desarrollo, aunque con un componente burgués en crisis que ejerce una influencia indudable en su carácter pero que aún no le da el tono global, que se localiza como oposición política al macronismo y que se encuentra en un “entrefuegos”, demasiado a la izquierda por su carácter institucional y demasiado a la derecha en el terreno de la lucha de clases. El primer aspecto, se manifiesta más en la forma que en el programa (que como ya explicamos en otros textos está a la derecha del programa de Mitterrand antes de las elecciones de 1981), incluso exagerando esta a falta de un contenido y una radicalidad programática, lo que genera un conflicto en su plano institucional frente a la derechización del campo político y donde las campañas histéricas de los medios de comunicación contra los Insumisos buscan domesticarlos a la usanza de la izquierda tradicional . El segundo aspecto, en el terreno de la lucha de clases, se manifiesta en las líneas estratégicas compartidas de las burocracias políticas y sindicales y sobre todo en su función política central que es canalizar las luchas y la sublevación de los explotados al terreno de la vía muerta institucional. Es este entre “dos fuegos” político lo que explica su tormentosa vida interna tanto al interior de la LFI como con sus aliados de la NUPES, en especial cuando la lucha de clases golpea y desestabiliza su centro de gravedad parlamentaria.

Su influencia en el terreno político se debe aún a que, el ciclo de la lucha de clases abierto en los últimos años no ha permitido aún superar las formas “ciudadanas” de luchas y revueltas, canalizando la radicalidad por una estrategia que pasa por avanzar dentro del Estado capitalista. Como explicaba muy claramente Aurelie Trouve antes de convertirse en diputada de la NUPES:

El Estado, los poderes públicos, no son un mal en sí mismos, no son un Leviatán que haya que masacrar o boicotear. Aunque se vuelvan autónomos, creando una clase de burócratas que solo persiguen sus propios intereses, siguen siendo el producto de las relaciones de poder en una comunidad. De ahí el interés por recuperarlas, no solo mediante elecciones, sino a través de nuestro compromiso con las instituciones que desempeñan funciones clave. Esta "estrategia simbiótica", aprovechando lo que queda de la socialdemocracia, no es dar la espalda al radicalismo, sobre todo si va unida a otras estrategias [6].

Esta estrategia, como demuestra el rol de la LFI en la actual lucha, nos lleva a un callejón sin salida. La pelea por una estrategia de auto-organización desde sus pasos más elementales como las asambleas deliberativas, la coordinaciones de los luchadores y de los huelguistas, la creación de organismos interprofesionales en la actual etapa de la movilización de las masas , tareas esenciales para desarrollar la subjetividad y la potencialidades del movimiento obrero a la que se oponen todas las variantes de las direcciones sindicales desde los más derecha a las direcciones federales más combativos y de izquierda como Solidaires, son los primeros pasos de una estrategia no solo para pasar a la contraofensiva y poder ganar la actual Batalla de las Jubilaciones sino en su desarrollo crear formas avanzadas de auto-organización más avanzadas, de tipo consejistas o comunales, capaces de derrotar al Estado burgués. Solo si una perspectiva de este tipo empieza a cobrar fuerza material, podrá abrirse una posibilidad diferente para los explotados en Francia. La obligación de la izquierda revolucionaria es hacer todo lo posible en la actual batalla para acercar a las masas y a su vanguardia a este camino, el único que la puede llevar a la victoria.


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NOTAS AL PIE

[1Regards, 23/6/2022, visible en : https://www.youtube.com/watch?v=xGko_wGsAgQ.

[2“Charlotte Girard, figure de La France insoumise, quitte le mouvement “, Le Monde, 08/06/2019.

[3“Réforme des retraites : entre Jean-Luc Mélenchon et les syndicats, l’unité reste un combat”, Le Journal du Dimanche, 20/02/2023.

[4Les Echos, 20/02/2023.

[5Ouest-France, 17/02/2023.

[6Trouve, Aurélie. Le bloc arc-en-ciel (French Edition) (p. 56). La Découverte. Édition du Kindle.
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Juan Chingo

Integrante del Comité de Redacción de Révolution Permanente (Francia) y de la Revista Estrategia Internacional. Autor de múltiples artículos y ensayos sobre problemas de economía internacional, geopolítica y luchas sociales desde la teoría marxista. Es coautor junto con Emmanuel Barot del ensayo La clase obrera en Francia: mitos y realidades. Por una cartografía objetiva y subjetiva de las fuerzas proletarias contemporáneas (2014) y autor del libro Gilets jaunes. Le soulèvement (Communard e.s, 2019).