Un reciente informe denuncia como a pesar del “crecimiento” macroeconómico, la exclusión social se enquista en el Estado español, con más de 8,5 millones de personas en situación de pobreza.
Jueves 20 de junio de 2019 17:15
El pasado jueves se presentaron los resultados del VIII Informe FOESSA (Fundación de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada), un informe realizado por un equipo de investigación formado por 125 investigadores de 30 universidades y 13 organizaciones de acción e investigación.
El mismo deja claro que la situación de pobreza se está haciendo permanente en la sociedad española. El 18,4% de la población, o lo que es lo mismo, 8,5 millones de personas, está dentro de este grupo de excluidos socialmente. Esto supone 1,2 millones más que antes de la crisis económica iniciada en 2008. Para los autores del informe son “el rostro de la sociedad estancada. Personas para las que el ascensor de la movilidad social no funciona y no es capaz de subir siquiera a la primera planta”.
Aumenta el número de trabajadores pobres
Históricamente la pobreza siempre ha ido siempre vinculada a la falta de empleo, era pobre el que no tenía empleo. Esto, con la crisis económica ha cambiado sustancialmente. Actualmente hay amplias capas de sectores de trabajadores que aun teniendo empleo caen en la exclusión social al no poder llegar a fin de mes al percibir sueldos de miseria. Para ellos, al vivir al día, o incluso ni eso, cualquier gasto imprevisto hace que caigan ya en la pobreza. En el Estado español hay seis millones de personas en estas circunstancias (el 13% de la población), que se suman a los 8,6 millones de excluidos.
De este nutrido grupo, los mas desfavorecidos son los afectados por la exclusión severa que afecta a 4,1 millones de personas (el 8,8%), un 40% más que hace una década.
Raúl Flores, secretario técnico de la Fundación FOESSA, advierte de las paradojas de estos tiempos en los que “puedes esforzarte y dejarte la piel, pero, aun así, no sales adelante”. Denuncia que "las condiciones de vida hoy son peores que las de hace 10 años, la situación mejora respecto a 2013, pero no alcanza los estándares de 2007".
La vivienda, un “artículo de lujo”
Como decíamos, la exclusión social lo marcaba el tener trabajo o no. Hoy en día es la vivienda la que marca esta “brecha social”. Ahora mismo, el poder acceder a una cosa tan básica como una vivienda digna, se ha convertido en una quimera para muchas personas o familias.
El dato es claro, dos millones de personas viven con el miedo diario a perder su casa. En los últimos dos años el alquiler ha subido un 30%. Dos millones de personas viven con la incertidumbre de quedarse sin vivienda. El 11% de la población vive bajo el umbral de la pobreza severa, una vez descontados los gastos o deudas relacionadas con el pago de la vivienda y los suministros de la misma.
El rostro de la precariedad es mujer y joven
Esta tasa de precariedad y exclusión social golpea con más fuerza entre la juventud y las mujeres. Una mujer necesita trabajar 1,5 horas más al día para ganar lo mismo que un hombre. Si esa mujer es inmigrante, 2 horas más. En los hogares que son sustentados por mujeres, debido a sus bajos salarios, hay más problemas económicos para acudir a ciertos servicios médicos (odontología, tratamiento psicológico, podología) o para pagar los recibos. Además, son los que tienen un índice de desahucios más alto.
Lo mismo pasa con los jóvenes. El desempleo, la precariedad laboral, los bajos salarios son el “pan de cada día” y esto hace que vean su futuro muy negro y se pueda afirmar con rotundidad, que van a vivir peor que sus padres.
Luchemos por cambiar el futuro de miseria que nos depara el sistema
Estos datos y la realidad diaria, nos demuestran como a pesar de tan repetida recuperación económica, esta solo se da para las élites. Mientras los beneficios de la banca y las grandes empresas no hacen más que aumentar y volver a niveles pre crisis o incluso superar los obtenidos antes de ésta, la desigualdad y la brecha social no hacen más que aumentar.
Este sistema capitalista solo nos ofrece un futuro de precariedad y exclusión social. Una sociedad cada vez más pobre, más desigual y elitista, donde los ricos serán cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Por ello es más necesario que nunca que nos organicemos para levantar una alternativa anticapitalista a este sistema.
Una alternativa basada en una estrategia de independencia de clase, reafirmando la centralidad de la clase obrera y su lucha por transformarse en una clase hegemónica que levante un programa para dar una salida al conjunto de las aspiraciones de los trabajadores y el pueblo pobre. Una alternativa revolucionaria y socialista.