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Red Internacional
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REVOLUCIÓN FRANCESA. La toma de La Bastilla, el inicio de la primera revolución social la historia

Hace 230 años, las masas irrumpieron en la historia permitiendo la constitución de un nuevo orden y facilitando a la burguesía concretar las tareas democráticas como clase revolucionaria de su tiempo.

Domingo 14 de julio de 2019

La Bastilla era una fortaleza medieval propiedad del absolutismo francés que fue tomada el 14 de julio de 1789 por la población empobrecida de París.

Este lugar encarnó la opresión contra el pueblo trabajador durante muchos años, la persecución a los disidentes políticos y el despilfarro de valiosos recursos por parte de la monarquía, ya que sus costos de mantenimiento eran muy altos e injustificados.

Mientras que las mayorías explotadas del campo y la ciudad padecían el hambre, el frío y todas las miserias engendradas por los excesos y privilegios de la corona francesa, ello marca al menos, simbólicamente, el inicio de la Revolución francesa.

A este evento podríamos catalogarlo como la primera revolución social de la historia, pero ¿Por qué? ¿Qué hizo tan especial a esta revolución burguesa a diferencia de las demás? ¿Por qué las otras revoluciones anteriores a esta no podrían ser catalogadas como “revoluciones sociales”?

Francia y el fin del absolutismo borbónico

El absolutismo se consolidó con el reinado de Luis XIV (1643-1715) posteriormente Luis XV (1715-1774), con la formación de la nobleza cortesana y el disciplinamiento de los antiguos señores de la tierra, es decir consolidó una consistente unidad nacional que centralizó los poderes. Sin embargo al mismo tiempo seguía conservando una buena parte de las antiguas instituciones feudales, como lo eran los parlaments, corporaciones judiciales y gremios de oficios.

El afianzamiento de lo que después sería conocido como el Antiguo régimen permitió a Francia competir como una potencia dentro del sistema Europeo de Estados, al estar unida territorialmente, compacta, densamente poblada y con una industria creciente con la que logró establecer su poder.

Se reformaron las finanzas, se fomentó el crecimiento manufacturero, el comercio y la colonización de territorios, lo que permitió acrecentar su fuerza material, por ejemplo fue en este periodo en se creó al ejército nacional francés, el primero de Europa.

Las rivalidades crecientes entre Francia y las demás potencias, en especial Inglaterra y Holanda fue lo que motivó a seguir creciendo económicamente, la agricultura se encontraba en pleno proceso de expansión, sin embargo ello encontró su límite frente a la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las viejas instituciones feudales.

Por ejemplo, las formas irracionales de cobrar impuestos que descargaban las presiones en especial contra el campesinado, además del parasitismo de los antiguos terratenientes, quienes se beneficiaban de la economía nacional a partir de la renta de la tierra sin llegar a ser tan productivos.

De hecho se volvía un verdadero obstáculo para que la manufactura pudiera ir más allá en la competencia del mercado europeo, de hecho la revolución industrial inglesa comenzó a golpear a la economía francesa después de 1770, la cual demostró ser incapaz de mantener un crecimiento prolongado.

Además, sobre la base de estas contradicciones se gestó una nueva clase social que iba en ascenso, la burguesía, quienes eran los propietarios de las pequeñas fábricas y talleres los cuales se encontraban excluidos de las decisiones del más alto nivel.

Lo que terminó de hundir la economía francesa, ocurrió durante el reinado de Luis XVI (1774-1889), quien tomó la decisión de brindar una gran ayuda militar a la independencia de las 13 colonias inglesas, lo que después sería Estados Unidos.

Esta decisión se tomó sobre la base de golpear geopolíticamente a su mayor adversario, Inglaterra, no obstante tuvo consecuencias desastrosas para la economía francesa con el tremendo gasto que representó dicha campaña militar.

Esto se sumó al despilfarro parasitario de la corona imperial y al sistema tributario en el que el Primer Estado (el clero) y el Segundo Estado (la nobleza) descargaban la crisis económica sobre las espaldas del Tercer Estado, “el pueblo” representado por los campesinos, la población urbana y la burguesía.

Esto provocó una ola de inconformidad, ante ello el rey aconsejado por su ministro de finanzas, Necker, convocó a los Estados Generales el 5 de mayo de 1789, para resolver la grave situación en donde se le otorgó a la burguesía una mayor representación (a nombre del Tercer Estado) de la cual había carecido hasta entonces.

El problema era que esta decisión iba en contra de los intereses materiales de la nobleza y el alto clero, quienes boicotearon los debates y no permitieron que la nueva clase capitalista pudiera ser parte de las decisiones. Así que los burgueses junto con el bajo clero constituyeron la Asamblea Nacional desconociendo por completo a los Estados Generales, el 17 de junio de 1789, su objetivo era crear una constitución y ser parte del poder mediante una monarquía parlamentaria al estilo inglés, pero el proceso se salió de su control.

Los capitalistas eran la fracción más desfavorecida de la clase dominante, aunque algunos de ellos poseían grandes fortunas y eran propietarios del sector más productivo de la economía, se encontraban sub representados frente a la nobleza cortesana, la aristocracia terrateniente y el clero. Además tenían que pagar altos impuestos sin recibir los mismos beneficios, es por ello que inician la revolución, no con el fin de derribar la tiranía absolutista sino para quedar mejor posicionados dentro del Estado.

La irrupción de las masas en la historia

A la par que se desarrollaba el proceso político por arriba, por abajo ocurrió algo que estuvo por fuera del cálculo de la burguesía al iniciar la revolución, la descomposición de la monarquía y sobre todo las masas.

Ya que por un lado el Estado fue incapaz de responder a la crisis ya que existía un enorme descontento a su interior, por ejemplo las capas menos favorecidas de la oficialidad militar comenzaron a manifestar su inconformidad contra los abusos de los altos mandos. Esto sumado a la enorme corrupción que reinaba en la administración pública con la compra y la herencia de cargos paralizó la represión contra los disidentes.

En las ciudades la población urbana conformada por artesanos, tendero, jornaleros y trabajadores manifestaron su ira contra siglos de opresión de la corona francesa, un ejemplo es la ya mencionada toma de La Bastilla. Las masas urbanas comenzaron a recorrer las calles de París en busca de armas y grano, con una consigna propia que superaba por mucho el programa burgués, pan y libertad.

Ello empujó a capas de la burguesía y pequeño burguesía a ponerse al frente del proceso, de esa manera surgieron importantes dirigentes liberales en la Asamblea Nacional quienes capitalizaron el proceso, formando milicias municipales que reemplazaron al Ejército real para el cuidado de la propiedad y el orden de las ciudades.

Es decir, este es el momento en el que la propiedad burguesa cobra un papel preponderante frente a la monarquía, además de su representación porque es gracias al apoyo de los desposeídos que la Asamblea Nacional pudo triunfar e imponer su programa.

Este es el punto de quiebre en donde la revolución política (reformas profundas de las instituciones para dar paso a medidas anti monárquicas) se convierte en revolución social (irrupción violenta de las masas en el curso de sus destinos para transformar las relaciones estatales y de propiedad). Ya que la ira colectiva fue contagiada de las ciudades al campo, así, los campesinos comenzaron una revuelta contra los señores de la tierra, encaminada a liquidarlos para siempre y ganar la posesión de la tierra.

El programa burgués sólo incluía la modificación de la estructura de los Estados Generales para transformarlos en Asamblea Nacional, sin trastocar tan radicalmente el orden establecido, pero la enorme movilización de la población rural los orilló a emprender una serie de reformas que repartían la tierra, abolían el pago de diezmos y las viejas instituciones feudales. Las cuales por siglos habían sobajado a los campesinos, de esa manera el viejo orden absolutista había comenzado a deshacerse dando paso al capitalismo y su Estado.

Finalmente los hechos desembocaron en la ejecución del rey Luis XVI y María Antonieta por solicitar el apoyo del imperio austriaco para restaurar el absolutismo, así, la república burguesa se consolida con la movilización de la población y las ideas de la Ilustración.

El mundo ya no volvería a ser el mismo, porque es el momento más revolucionario de la burguesía, cuando comienza a crear un mundo a su imagen y semejanza.

Antes de estos eventos no es que no hubieran existido las revoluciones, por ejemplo la inglesa se realizó más de 100 años antes, sin embargo, a diferencia de cualquier otra revolución, en Francia las masas del campo y la ciudad participaron con demandas propias, rebasando por mucho lo que la dirección burguesa tenía pensado.

Con ello consiguieron la abolición del sistema feudal, sus instituciones y sus formas de propiedad, lo que hasta entonces no había ocurrido antes, definitivamente un hecho inédito hasta ese momento.

Por otro lado, los capitalistas franceses se constituyeron como la clase dominante desplazando a la aristocracia, construyendo lo que hoy conocemos como el Estado moderno, garante de la existencia de la sociedad burguesa.