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Red Internacional
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COVID y DISCRIMINACIÓN. La trágica muerte de una mujer trans que desnuda la desigualdad social en esta crisis

Fernanda Antelo murió en la absoluta pobreza, luego de buscar ayuda en tres hospitales en Santa Cruz que le negaron la atención. Esto demuestra que el discurso de “Todos estamos juntos en esto” es una consigna vacía que demagógicamente se reproduce desde el Estado, porque lo cierto es que la emergencia sanitaria ha revelado que la salud en esta sociedad es un privilegio para pocos. El Estado es responsable.

Dalila Fabreger Militante de Pan y Rosas

Jueves 4 de junio de 2020

Fernanda Antelo era una mujer trans que ejercía de trabajadora sexual en la ciudad de Santa Cruz, actividad a la que la mayoría de las personas pertenecientes a esta comunidad se ve orillada, por la discriminación y la falta de oportunidades. Ella era portadora de una enfermedad de la cual no estaba consciente hasta hace poco tiempo, lo que debilitó mucho su salud, sin embargo, debido a las necesidades económicas que la aquejaban continuó trabajando. Vivía sola en un alojamiento del que la echaron ya que, debido a la cuarentena, no pudo pagar el alquiler. De esta manera tuvo que pasar sus últimos días durmiendo en las calles, ya con la salud muy deteriorada. Unas amigas suyas consiguieron localizarla e intentaron ayudarla con los pocos medios con los que contaban, pero ahí fue cuando se chocaron con el rechazo del personal médico y sanitario para atender a Fernanda.

Fueron 3 hospitales los que le negaron la atención a Fernanda, el primero fue el Centro Lazareto, donde no la atendieron y la dejaron tendida debajo de un árbol por dos días. Según las declaraciones de Muriel Arteaga Justiniano, activista de la población Trans en Santa Cruz, la razón fue que el personal tenía miedo de tomar contacto con ella por el coronavirus. Luego de eso, fue llevada al Centro de Salud Pueblo Nuevo del Plan 3000, donde la tuvieron internada solo unas pocas horas, pese a su grave estado de salud, y luego la despacharon con un suero en la mano. Por último, y ya desvanecida, la trasladaron al hospital San Juan de Dios, donde nuevamente le negaron la atención ya que no había espacio para atenderla.

Al día siguiente, el pasado sábado, mientras sus allegados y amigas hacían un último esfuerzo por conseguir atención para Fernanda, ella murió en la casa de sus hermanos, donde finalmente retornó luego de tres años. Los fondos que pudieron recaudar sus amigas para su atención fueron finalmente utilizados para su sepelio.

El caso de Fernanda no solo devela las desigualdades sociales imperantes en nuestro país, donde la pobreza es un factor determinante a la hora de conseguir atención médica y mucho más para que esta sea de calidad, sino que nos muestra una vez más la discriminación a la que son sometidas día a día las mujeres trans y la comunidad sexo diversa. ¡Repudiamos la transfobia de la que fue víctima Fernanda! Fernanda no fue víctima de un solo tipo de discriminación, sino de varios: por su orientación sexual, por su trabajo y por su condición económico-social. Las violencias a las que día a día se ven sometidas las mujeres trans son devastadoras y a menudo invisibilizadas, pero no es un dato menor que la esperanza de vida de una mujer trans es menor a 40 años (OEA), porque esta comunidad está sometida a la violencia sistemática producto de la transfobia y las condiciones en las que ejercen como trabajadoras sexuales.

La vulneración y exclusión de las diversidades sexuales desnuda el papel represivo y de una sistemática discriminación que emana desde el Estado e instituciones aliadas como las iglesias. La muerte de Fernanda y muchas fernandas más en el anonimato son un crimen social.

Hoy su situación se ve aún más amenazada con el autodenominado Gobierno de transición cuyos representantes como Áñez de manera abierta esgrimen una posición ultra religiosa, anti-derechos, profundamente conservadora y reaccionaria.

La muerte de Fernanda no puede quedar impune, denunciamos que las organizaciones de derechos humanos como ser la defensoría del pueblo, la APDHB y otras, callan frente a estos casos brutales de vulneración de derechos básicos como es el derecho a la vida misma.

Ninguna mujer trans, ni nadie de la comunidad sexo diversa debe ser discriminada en los centros médicos. Basta de complicidad social, se deben respetar sus derechos por igual. ¡Exigimos justicia para Fernanda! No nos callaremos: ¡El Estado es responsable!

El colapso de los hospitales no es culpa de las personas, sino que es fruto de un Estado que por años ha preferido dar dinero a las fuerzas represivas, mientras ha relegado la salud a segundo plano. De manera sistemática se han privilegiado los negocios, como el de la salud misma, desmantelando la salud pública mientras se fortalecía el sistema de salud privada que en la ciudad de Santa Cruz es donde viene desarrollándose con más fuerza. Ahora, con Áñez y su Gobierno, el tema se ve agravado a raíz de los intereses que han primado detrás del golpe de Estado, su escandalosa corrupción y la falta de políticas reales para combatir tanto la pandemia que atravesamos como otras enfermedades que, incluso antes de la emergencia por el Covid-19, traían en crisis al sistema de salud, entre otros factores.

Exigimos que el caso de Fernanda no quede impune, denunciamos que el Estado es responsable de su muerte y de las otras cientas de muertes a raíz del colapso de nuestro sistema sanitario.

Exigimos medidas de bioseguridad que garanticen la vida del personal de salud en todos los hospitales.

Exigimos que los hoteles sean puestos a disposición para que sirvan como hogares y refugios y que nadie deba dormir en las calles, todo esto de manera gratuita.

Exigimos la centralización del sistema de salud privado y público, bajo control de las y los trabajadores de Salud y que se los recursos que sí existen dejen de financiar las fuerzas represivas y de salvar a las empresas y a la banca, y se pongan a disposición de salvar vidas.