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Red Internacional
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OPINIÓN. La unificación de las CGT busca garantizar la paz social mientras pasa el ajuste

La dirigencia burocrática de los sindicatos privilegia defender sus propios intereses por encima de los del conjunto de los trabajadores.

Sábado 23 de julio de 2016

Foto: Enfoque Rojo

La burocracia sindical quiere contener a la clase obrera para que no salga a la lucha

Por estos días los principales dirigentes sindicales vienen discutiendo si se formará un triunvirato o solo un dirigente será el líder supremo de la central reunificada. En diferentes declaraciones se posicionan por alguna de estas opciones y afirman que habrá un documento crítico hacia el gobierno nacional, pero de medidas de lucha para enfrentar el ajuste mejor ni hablar.

Si uno ve qué actores son los que están participando en este intento de unificación de la CGT no llama la atención su inmovilidad ante los ataques. Los hasta ayer afines al kirchnerismo como Antonio Caló de la UOM y Ricardo Pignanelli del SMATA, y los entonces opositores, como Hugo Moyano de Camioneros y “Momo” Venegas de la UATRE, son todos viejos conocidos para los trabajadores y no por haberse jugado en las luchas.

Sólo hay que recordar lo que hizo el SMATA en el 2014, cuando pegó la crisis en las automotrices. En vez de defender los puestos de trabajo y que no pasen las suspensiones fue el garante que se hagan efectivas, atacando a los trabajadores combativos de Lear, permitiendo despidos y persiguiendo a los activistas de las distintas fábricas. Lo mismo pasó en las fábricas metalúrgicas y las siderúrgicas.
Incluso ya con el nuevo gobierno aquellos dirigentes sindicales que decían que iban a organizar la resistencia, como Caló, mantuvieron una política de entrega ante las paritarias, los despidos y los tarifazos. Ni hablar de personajes como el “Momo” Venegas, que fue afín a cuanto gobierno anti-obrero hubo, apoyó a Menem y ahora a Macri, del que parece ser su mejor interlocutor.

Ninguno tiene política para defender a los trabajadores de las pequeñas industrias, como en el cordón industrial de Rosario, donde predomina el trabajo precario y en negro. Estos burócratas no pueden dar ninguna salida a esos trabajadores porque fueron cómplices de esa situación.

La unificación de la CGT esta puesta en función de contener a los trabajadores en un momento en que la situación económica va a estar cada vez más difícil para el pueblo trabajador.

La burocracia sindical actúa de esta manera agradeciendo al macrismo que les devolvió el pago de la deuda de las obras sociales que le debía el anterior gobierno. Así mantiene el statu quo que le garantiza no perder sus privilegios. Son tipos que cobran 215 mil pesos como Moyano, o Viviani del gremio de los taxistas que cobra 130 mil pesos, que están sentados en sus sillones desde hace 30 años y muchos de estos burócratas tuvieron relación con la dictadura. Nada tienen que ver con la realidad de los trabajadores, y menos con la realidad de los precarizados y los contratados que son cerca del 40% del país y cobran en promedio 8 mil pesos.

Algunos de estos sindicatos en el gobierno kirchnerista favorecieron parcialmente a los afiliados de sus gremios consiguiendo mejores paritarias (centralmente Alimentación y Camioneros) pero fueron cómplices de que se mantenga y profundice el trabajo precarizado y en negro. Nada hicieron para defender al conjunto de los trabajadores, como lo vimos en la lucha de Lear. Y hoy no son los que le van a dar una salida al pueblo trabajador ni los que van a contemplar a los trabajadores sub ocupados o desocupados, como tampoco a los precarizados y tercerizados que son los primeros que están pagando los costos de la crisis en este período.

Las patronales van a buscar más competitividad a través de la mayor flexibilización de los trabajadores, por esto es necesario el acuerdo de las burocracias sindicales con las patronales y con los gobiernos de turno. El Ruidazo contra los tarifazos no les llegó, no llamaron a una jornada de lucha y mucho menos a un paro nacional. Y también se negaron a luchar contra el impuesto a las ganancias.

Se necesita otra representación sindical que verdaderamente responda y sienta lo que siente la clase trabajadora. No pueden ser tipos que hace décadas están atornillados en sus sillones y tienen autos que valen 900 mil o 1 millón de pesos.
En síntesis esta reunificación tiende a garantizarle al gobierno una paz social que necesita para hacer pasar sus planes de ajuste. No solo defienden sus intereses como casta sino también los intereses de los capitalistas por intermedio de los gobiernos de turno.

Unidad por abajo para que tiemblen los de arriba

Por otro lado es alentador ver las primeras respuestas de los trabajadores ante el ataque de las patronales, aunque no es lo que prima hoy. Como lo demostraron en La Plata los trabajadores de Emapi, que ante los primeros despidos se organizaron y en asamblea decidieron parar y ocupar el portón de la fábrica logrando parar los despidos. También en Copetro hubo resistencia, se hicieron cortes, coordinaron con los trabajadores de Emapi, hicieron festivales, y aún hoy siguen peleando para que reincorporen a Sergio, el trabajador despedido. Estos son algunos ejemplos donde se muestra que no le va a resultar fácil al gobierno imponer sus planes hasta el final.

Pero para que esto se desarrolle se necesita profundizar la democracia sindical, porque en muchas fábricas cuando te vas a presentar a elecciones te echan. Ante los primeros intentos de reorganización de la fábrica, de implementar métodos de asamblea, de querer salir a luchar por el salario, por defender a los compañeros, etc., la primera respuesta de los dirigentes de los sindicatos es marcar a los trabajadores que se plantan para que luego los despidan las patronales.

En ese camino hay que pensar la organización desde las bases de manera democrática, que todo pase por la asamblea. Obviamente que esto es un proceso para llegar a pelear por sindicatos verdaderamente independientes de la patronal y de los gobiernos de turno. Hay que impulsar las asambleas, hay que impulsar elecciones democráticas de delegados, que sean revocables y que vuelvan a trabajar a la línea de producción junto a sus compañeros como nos marcó el camino el estatuto del sindicato ceramista de Neuquén.

Hay un movimiento obrero joven que no tiene la carga de las derrotas de los 90 y que tampoco se identifica con el peronismo y su estrategia de conciliación de clases, hay que construir con ellos esta democracia de base para ir por los sindicatos. Hay que confluir con estos sectores para luchar por la unidad de los trabajadores por abajo, con métodos democráticos y con políticas dirigidas a todos los sectores.
Como se demuestra en pequeño con las compañeras de la comisión de mujeres del Astillero Río Santiago y la agrupación Marrón que impulsó un festival por la expropiación de la gráfica MadyGraf recaudando 10 mil pesos para la juegoteca que hoy funciona en esa empresa recuperada.

Estos ejemplos de solidaridad obrera entre sectores y fábricas que están a kilómetros de distancia son embriones de lo que necesitan los trabajadores para lograr la más amplia unidad para derrotar a la burocracia y recuperar los sindicatos.