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Red Internacional
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Brasil. Las elecciones y la falta de alternativas

Como eco de las manifestaciones, la palabra “cambio” aparece en todas las campañas. Sin embargo, es masivo el sentimiento de ausencia de alternativas. Las demandas que dejaron planteadas las Jornadas de Junio y la insatisfacción con el actual sistema político no encuentran expresión en estas elecciones.

Sábado 4 de octubre de 2014

En vísperas de la elección, todos los escenarios están abiertos. La disputa es exacerbada y tensa entre los tres principales postulantes. Dilma Rousseff puede ganar en el primer turno, Aécio Neves del Partido de la Socialdemocracia Brasilera (PSDB) puede desplazar a Marina Silva que emergió como la gran novedad de las elecciones y asegurarse el segundo puesto para entrar en el ballotage. Mientras tanto, en las calles y en los lugares de trabajo ninguna campaña entusiasma. Con gran escepticismo se escoge al “menos malo” para votar. Marina Silva, que al comienzo logró presentarse como una alternativa viable, perdió el impulso inicial. Perdió justamente en la medida en que fue sumando apoyos tradicionales, entre banqueros y sectores de la oposición de derecha al lulismo.

Ese sentimiento general de escepticismo con el sistema político se filtra entre algunos datos de las encuestas electorales. El más utilizado es el que indica que más del 70% de los electores quieren cambios en el próximo gobierno. Lo que intriga a los analistas es que Dilma aparece con el 30% de intención de voto. El sentimiento de cambio es ampliamente mayoritario pero ante la falta de alternativas la candidata del PT aún se ubica como la “menos mala”.

Propuestas de reforma política para un régimen incapaz de renovarse

La agenda discutida por los tres candidatos está lejos de las demandas de Junio. Dilma y Aécio cambian acusaciones sobre corrupción y hasta Silva entra en la rueda de denuncias por el período en que fue Ministra de Lula. Un juego de suma cero para estos candidatos que refuerza la disconformidad general con el sistema político. Los temas sobre la reforma política o el transporte fueron prácticamente olvidados. Transporte, salud y educación, cuando aparecen, son promesas de nuevas obras. Si no fuese por la retórica de cambio que permea el discurso de todos los candidatos y las apropiaciones demagógicas de algunos temas de las manifestaciones, parecería que las elecciones ocurriesen en otro país. No en el que se salió a las calles masivamente en 2013.

Después de todo, el único sector tradicional que levanta como bandera central una agenda de reforma política son los movimientos sociales y sindicales alineados con el PT, aunque no impacta en el discurso de los candidatos. En septiembre la Central Única de Trabajadores (CUT) y los movimientos sociales hicieron un plebiscito por una Asamblea Constituyente específica para la reforma política. Según los organizadores, contó con más de siete millones de votos. El argumento central es que con el actual sistema político, dominado por partidos sin ideología y que se mueven por cargos y presupuestos, es imposible avanzar en el proyecto de cambio que el PT habría iniciado en 2002. Más que una propuesta concreta, ese plebiscito funciona como línea auxiliar de la campaña por la reelección de Dilma.

En la práctica, la propuesta cambiaría poco el actual régimen político. El principal punto levantado por los sindicatos petistas es el financiamiento público de las campañas. Nada que realmente ataque algún interés de la casta política ni que sirva siquiera para una auto-reforma del actual sistema político.

Por qué la izquierda no se constituyó en alternativa

El cuadro de desánimo se completa con el hecho que ninguno de los partidos a la izquierda del PT logra expresar la insatisfacción existente. El 1% de las intenciones de voto que tiene la candidata del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) Luciana Genro está lejos del 6% que consiguió Heloísa Helena en 2006. Ninguno de los otros partidos de izquierda que tienen candidaturas - Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU), Partido Comunista Brasilero (PCB) y Partido de la Causa Obrera (PCO) - llegan al 1% en las encuestas. Ya se desarrolla un debate, iniciado por uno de los principales intelectuales vinculados al PSTU sobre las causas por las que no se vota a la izquierda en estas elecciones.

Uno de los factores, que estuvo presente en las propias manifestaciones, es que incluso la izquierda opositora es identificada con el PT. Su práctica anti-democrática en los sindicatos y organizaciones estudiantiles, su oportunismo electoral, su incapacidad de transformar las luchas de los trabajadores y de la juventud en grandes causas populares. Todo eso impide que realmente se presenten como algo distinto. Si la izquierda opositora muestra señales de adaptación al orden, aún estando en la oposición, entonces ¿por qué dejar de votar el pragmatismo petista?

Y así, carentes de alternativas, el próximo domingo van a las urnas la juventud y los trabajadores, que desde Junio del 2013 están protagonizando la mayor oleada de movilizaciones en la historia del país.