Ecuador volvió a vivir por estos días jornadas de paro y movilización contra medidas de ajuste que el presidente Guillermo Lasso pretende aplicar en función de lo ordenado por el FMI para el pago de la deuda externa de ese país. En Argentina el Gobierno del Frente de Todos dice que va a pagarle al Fondo pero negociando en mejores condiciones. ¿Es eso posible?
Mirta Pacheco @mirtapacheco1
Jueves 28 de octubre de 2021 22:44
El motivo puntual de la dos jornadas de movilizaciones y paro que protagonizó este último miércoles y jueves el pueblo ecuatoriano es el alza del precio del combustible y también el rechazo al decreto N° 238 del Ejecutivo sobre el sector eléctrico, que abre la puerta para la privatización planteando la "autogeneración" de energía y el decreto N° 239 que directamente busca impulsar la participación del sector privado en la prestación del servicio eléctrico.
También generó un amplio rechazo popular el paquete de reforma laboral -mayor flexibilización laboral- y tributaria que el Gobierno del presidente Guillermo Lasso pretende convertir en ley. Proyecto que el Congreso ecuatoriano devolvió al Ejecutivo para su revisión argumentando razones leguleyas, pero en el fondo está el temor de los representantes de sectores de la burguesía a alentar mayores grados de la lucha de clases.
Estas medidas responden a la necesidad del Gobierno de Lasso de realizar mayores ajustes en función de hacer frente a los pagos de la deuda externa. Ecuador tiene actualmente una deuda que supera los U$S 53.000 millones, representando casi el 50% del PBI. Los acreedores internacionales son fundamentalmente el FMI y el Banco Mundial. Las condiciones para los prestamos obtenidos y su refinanciación son las recetas ya conocidas por los pueblos: mayores ajustes fiscales, lo que implica grandes recortes en partidas presupuestarias, avance en reformas estructurales (como el paquete de reforma laboral y tributaria ideada por el gobierno).
Son estas condiciones las que trabajadoras, trabajadores, comunidades originarias y la juventud ecuatoriana vienen rechazando desde el 2019, cuando un estallido social, a pesar de la represión, contra el Gobierno en ese entonces de Lenín Moreno, lo hizo retroceder en varias medidas acordadas con el FMI. Lo intentó de nuevo en el 2020 y por la bronca popular, las organizaciones tuvieron que llamar a una jornada de lucha, esta vez dirigida puntualmente contra el FMI.
Colombia en mayo de este año también se vio sacudida por jornadas de protestas populares contra una reforma tributaria que aumentaba el costo del IVA para la población, un plan ideado por el Gobierno de Duque para obtener recursos y pagar deuda. Colombia tiene un nivel de pobreza del 42,5% de su población.
Argentina
Más allá de las diferencias particulares con esos países de nuestra región, con nuestros pueblos hermanos nos une esa soga al cuello llamada deuda externa. Así como las penurias que la clase trabajadora y el pueblo pobre tiene que soportar por las políticas de ajuste que los gobiernos llevan adelante -con distintos ritmos o haciendo foco en distintas medidas- para pagarla.
Una pregunta que surge teniendo estos ejemplos al alcance de la mano: ¿cómo es posible pensar en que con el FMI se puede negociar "sin arrodillarse" como dijo en un acto Alberto Fernández, entre despachos de funcionarios o lujosas oficinas de organismos imperialistas? El Gobierno dice que "negociará en las mejores condiciones posibles" (este sábado se reunirá con la titular del FMI Kristalina Georgieva, en el marco del G20) Desde que asumió hasta el mes pasado el Gobierno ya pagó U$S10.080 millones y esperan vencimientos por U$S 41.600 millones desde el año que viene al 2024.
De hecho, ya hubo medidas de ajuste para garantizar los recursos para el pago de la deuda pública. ¿Qué fue sino la suspensión y modificación de la movilidad jubilatoria para pagar menos a millones de jubilados y jubiladas? ¿Y el Presupuesto 2021 que eliminó el IFE sobre la base del supuesto absurdo de que no habría pandemia este años?
Los mecanismos de sujeción de parte de estos organismos crediticios son los mismos para los distintos países: más ajuste fiscal, más recorte de gasto público. O reformas en el mercado laboral, algo que en Argentina defiende la derecha de Juntos por el Cambio y la ultra derecha de los "libertarios", mientras el Frente de Todos dice ¡No, mejor vayamos por parte!. Ese avance en cuotas es el que ya se ve en muchas empresas, gracias a la cooperación y traición de la burocracia sindical y el aval del Gobierno. Como está ocurriendo en Toyota.
Mientras en las tribunas de la campaña electoral se ensayan discursos más duros, la realidad pasa por las penurias del pueblo trabajador, por un 40,6% de pobreza en el primer trimestre del 2021, por una juventud altamente precarizada.
Contra esas condiciones de vida a la que llevan los acuerdos para el pago de las deudas externas de los países de la región, es que los pueblos comienzan a rebelarse, para pararle la mano a los ajustes, como es el caso de Ecuador.
¿Argentina no debería mirarse en ese espejo?