El presidente leyó un discurso en la celebración del “Día de la Industria”, acompañado por la crema del poder económico. Un relato lleno de mentiras, alcahueterías a sus jefes y promesas de una recuperación que no llega. No hay nada que festejar. Hay que poner de pie a la clase que mueve la industria y la puede paralizar, ocupar y tomar el control para que la crisis la paguen estos parásitos.
Lucho Aguilar @Lucho_Aguilar2
Lunes 2 de septiembre 15:33
Escuchar a Javier Milei implica cada vez más esfuerzo. “Manda mucha fruta” como dicen en la calle, con números ridículos y mentirosos. Se arrastra como un felpudo (ya bastante sucio) ante cualquier poderoso. Y encima se jacta del “ajuste más grande de la historia” mientras veta aumentos a jubilados y hunde al país en la pobreza.
Pero hay que seguir haciéndolo.
Hoy estuvo en el festejo del “Día de la Industria”, en la Unión Industrial Argentina. Allí defendió su política económica, a pesar de que no pudo dar un solo número positivo. Además hizo una interesada historia de los industriales y se arrodilló ante sus jefes: “quiero reconocerle y agradecerle a los aquí presentes la generosidad y buena fe que han tenido con nuestro proyecto de país, porque eligieron apoyar un programa profundamente liberal”.
Era un festejo raro. En estos días se conoció que el índice de producción registró en junio una caída de 20,1% comparándola con un año atrás. La capacidad instalada está en un 54%. Desde que asumió ya cerraron 9500 empresas y se perdieron 260 mil puestos de trabajo privados registrados. Un desastre. Pero como venimos contando, en ese hundimiento empujado por el experimento neoliberal, varios de los organizadores del evento están contentos. Es el grupo de empresas que aumentó sus ganancias de manera extraordinaria.
Los jefecitos de Milei estaban allí: los CEO de Techint, Grupo América, la Bolsa. Y aunque la verdad no hubo muchos aplausos, el hombre los entretuvo con una especie de charla sobre “los grandes mitos” de la historia argentina. El momento cumbre fue cuando dijo que "vinimos a achicar el Estado para agrandar el bolsillo a ustedes"
"Vinimos a achicar el Estado para agrandar los bolsillos de ustedes". ¿Quién? Milei ante sus jefes de la Unión Industrial. pic.twitter.com/ZDktEHAS2X
— Luciano Aguilar (@Lucho_Aguilar2) September 2, 2024
Repasemos las 5 principales falacias y alcahueterías que dijo el presidente en su discurso.
1. El ridículo verso liberal de la historia de la industria
El 2 de septiembre se conmemora el “día de la industria” en homenaje a la primera exportación (1587, durante la colonia) pero la fecha clave es la fundación de la UIA en 1887. Muchos de sus primeros integrantes fueron parte de la “oligarquía diversificada”, que ya eran estancieros o partes de la élite criolla que incursionaban en nuevos negocios: Uriburu, Bunge&Born, Bemberg. Por eso es forzado el relato de Milei cuando esta mañana dijo que “para proteger a la industria se le robó el campo y esa protección lo único que generó es un sector industrial adicto al Estado”.
La realidad es que la historia de toda la burguesía “argentina”, del campo y la ciudad, está basada en un robo permanente a la Nación y sus clases trabajadoras, desde el genocidio a los pueblos originarios a la explotación brutal en estancias y fábricas. Por eso la Sociedad Rural y la UIA fueron hermanas de sangre desde sus orígenes. Fueron parte del orden conservador, de las masacres del Centenario, del primer golpe de Estado y el gabinete de Uriburu, de la Revolución Fusiladora (1955), el Onganiato (1966/1969) y la dictadura de 1976, tejiendo relaciones más o menos carnales con todos los gobiernos constitucionales.
No se trata de sectores “asfixiados por el Estado” sino el poder económico que utilizó el Estado para su proyecto capitalista dependiente del imperialismo. Hoy dos tercios de las principales 500 empresas del país están en manos de multinacionales.
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2. Los Benegas Lynch, golpistas de los dos lados del mostrador
Para ilustrar esa trayectoria vale el caso de la familia Benegas Lynch, los admirados “maestros” de Milei. Como gobernantes de Mendoza se favorecieron a sí mismos para tener uno de los viñedos más grandes del país y luego montar otros negocios. Luego fueron funcionarios y colaboradores del Estado golpista. En la dictadura de 1955 y en el genocidio de 1976. Desde la burocracia militar-financiera (¡ay!) beneficiaron a su clase social con subsidios, leyes y ataques al pueblo trabajador. Nada “liberal” por cierto.
Ese sí que es un mito.
3. Los verdaderos planeros
Milei volvió a decir pavadas sobre los impuestos. Habló sobre “el costo invisible del Estado, la burocracia, ir a perder tiempo a una oficina y pagar un sin sentido de aranceles. En Argentina tenemos cerca de 190 impuestos. Por eso es tan importante la tarea que está llevando adelante el coloso Federico Sturzenegger desmantelando todo tipo de regulaciones desde el minuto cero”. La realidad es que el sector sobre el que recaen más impuestos son las clases trabajadoras y medias. El IVA sigue siendo un impuesto confiscatorio de los salarios populares, el que más recauda a costa de consumos básicos. El gobierno ahora repuso además el impuesto al salario, que empieza a generar bronca entre trabajadores que llegan a cubrir la canasta familiar (aceiteros, petroleros, choferes, bancarios, alimenticios). Mientras el gobierno le saca impuestos a los ricos (bienes personales, impuesto país o beneficios como los que trae el RIGI). Ni hablar del premio con el blanqueo y a los empresarios que mantienen al 35% de sus trabajadores sin registrar.
Pero además de recibir beneficios impositivos, lejos de beneficiar el consumo eso es apropiado por las empresas. A pocas horas de conocerse un descuento del 10% en el “impuesto país”, las empresas de autos bajaron sus precios un 2%. Una joda. Son parásitos hace 450 años. Feliz día.
4. Más reformas laborales
Otra de las alcahueterías de Milei en la UIA fue el ataque a los derechos obreros: “la segunda cabeza de este monstruo que es el costo argentino es el costo laboral; no hay empresa que pueda competir en el mundo con estos costos laborales, que se desprenden de regulaciones vetustas que supuestamente pretenden proteger a los trabajadores pero lo único que hacen es destruir el trabajo. No importa cuántas regulaciones quieran inventarse para proteger a los trabajadores, cualquier regulación que atente contra el valor de la moneda y contra la capacidad del sector privado de generar riqueza lo único que genera es más pobreza”.
El “profesor” lo repite como un dogma libertario. Fundamento no da ninguno. Pero desde que asumió viene “dando cátedra” de su desprecio de clase con las reformas incluidas en la Ley Bases, el DNU 70/23 y todas las medidas antisindicales. Teniendo en cuenta que quienes redactaron esas leyes son los propios abogados de la UIA, incluido Funes de Rioja, no hay lugar a la discusión. Sigue siendo un empleado de Eurnekián y sus amigos empresarios.
5. Parásitos vs generadores de riquezas
En un momento de su discurso el presidente entró como en un loop, un trance, donde parecía querer convencerse de la falacia que sostenía. “En mí van a encontrar un aliado del sector privado, son ustedes junto a su esfuerzo los que generan riqueza y puestos de trabajo, cuando el Estado genera riqueza lo hace para los políticos, para sus amigos, los únicos que generan riqueza y trabajo son los empresarios apostando su capital”.
Bueno. Muchas pavadas y mentiras juntas. La primera, Milei no es un aliado sino un simple empleado del sector privado. Segundo, los que generan riqueza no son los empresarios sino la clase trabajadora: el llanto de las pérdidas del paro del 9 de mayo (o la huelga aceitera o aeronáutica) alcanzan para corroborar la afirmación. La clase que hace funcionar el país. Tercero, el Estado capitalista sí “genera riqueza” para sus amigos, pero empresarios. No solo los subsidios o el RIGI, la liberación de precios dispararon las ganancias extraordinarias de empresas alimenticias, energéticas, agrarias, bancos, laboratorios. También algunos políticos, como los millonarios sueldos del vago de Adorni.
No hay nada que festejar. El discurso de Milei y los preparativos para nuevos ataques confirman la necesidad de poner de pie a la clase que mueve la industria y la puede paralizar, ocupar y tomar el control para que la crisis la paguen estos parásitos.
Lucho Aguilar
Nacido en Entre Ríos en 1975. Es periodista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001. Editor general de la sección Mundo Obrero de La Izquierda Diario.