Esta semana la CGT arrancó recordando el “Día de la Lealtad” y los derechos de los trabajadores. Luego se sentó en la “mesa del diálogo social” pateando nuevamente el paro y festejando un bono (dudoso) de 2000 pesos.

Lucho Aguilar @Lucho_Aguilar2
Jueves 20 de octubre de 2016 12:01
Desde que asumió el glorioso triunvirato de la CGT, en la Argentina pasaron muchas cosas.
La mayoría de los 7 millones de trabajadores privados no llegaron a cubrir una canasta familiar estimada en 20 mil pesos. Mucho menos los estatales. Ni hablar de los que están “en negro”.
El salario real cayó un 15%. Los que están mejor tuvieron que privarse de algo. Otros lo sintieron en el estómago.
200 mil fueron despedidos. Los que más sufrieron fueron los contratados, tercerizados y “rotos”.
Desde que asumió el glorioso triunvirato de la CGT, en la Argentina pasaron muchas cosas.
El 90% de los jubilados no llegó a cubrir la canasta.
250 trabajadores fallecieron en “accidentes laborales”. Miles se rompieron las manos, los huesos, los tendones. Porque los empresarios en la MiniDavos dijeron que necesitan “mejorar la productividad”, terminar con el ausentismo, la indisciplina y “la industria del juicio”.
50 mujeres murieron, muchas de ellas trabajadoras, víctimas de la violencia machista.
1 millón y medio de personas pasaron a ser pobres. Héctor Daer, capo del Triunvirato, no entra en esa categoría: cobra 170 mil pesos mensuales.
Pacto
Desde que asumió el glorioso triunvirato de la CGT, en la Argentina pasaron muchas cosas. Pero los tres secretarios generales y los 35 integrantes del Consejo Directivo se cruzaron de brazos. Tuvieron reuniones con ministros, obispos y empresarios. Dieron más de 100 entrevistas y otros tantos comunicados. Pero todavía no movieron un pelo por los que sufrieron el ajuste. Que se queden en la calle. Que se mueran. Que se caguen de hambre.
En medio del malestar y los cruces con el gobierno, los hombres del triunvirato hicieron declaraciones. Daer dijo que “si hay respuestas, no habría que realizar un paro”. Barrionuevo que “hay que apoyar al gobierno por lo menos por dos años”. Schmidt que “antes de un paro hay que quemar todas las etapas”. La paciencia de la conducción cegetista es increíble. Tanto que va empezando a resquebrajar, a solo 60 días de su asunción, la delicada unificación que habían logrado. Palazzo y su Corriente Federal, lo mismo que Pablo Moyano y Camioneros, reclaman un paro general. Pero ninguno rompe con esa tregua y en muchos de sus gremios pasan los despidos y el ataque al salario. Solo palabras.
El bonito de la “lealtad”
En medio del ajuste, este 17 de octubre el sindicalismo peronista conmemoró el Día de la Lealtad, con encendidos discursos sobre los derechos y conquistas de los trabajadores. ¿Lealtad con quienes?
Dos días después, la CGT se reunió junto a funcionarios y empresarios en la “Mesa de Diálogo por la producción y el trabajo”. Mientras los hombres “prudentes” estaban sentados en un lujoso despacho, cientos de miles de mujeres, a pesar de la lluvia, se movilizaban contra los femicidios y la violencia machista. Muchos lugares de trabajo se pararon y las calles fueron copadas para pelear por sus derechos.
La mesa siguió funcionando como nada. ¿Tema? Un bono de fin de año. ¿Participantes? De un lado de los principales hombres de la CGT. Del otro los representantes del poderoso G-6: Unión Industrial Argentina, Cámara de la Construcción, ADEBA y ABA (Bancos), Cámara de Comercio y la Sociedad Rural Argentina. ¿Resultado? Un monto de 2000 pesos “como referencia” para un bono a los trabajadores privados, sujeto a las negociaciones por sector. No había terminado la reunión y la CAME salía a decir que no lo pagará. Parece que el “bonito” (como lo llamó el mismo Pablo Moyano) no será para todos. Ni hablar de los estatales, sobre todo en las provincias.
Según una investigación exclusiva de La Izquierda Diario, los trabajadores privados deberían recibir un bono promedio de $ 11.857 para compensar la pérdida salarial de este año.
Peleemos por un paro nacional activo
A diferencia de los hombres del triunvirato, la izquierda y el sindicalismo combativo vienen apoyando cada una de las luchas de resistencia. Pero también levantando la exigencia de asambleas y un paro nacional activo por todos los reclamos obreros.
Ante la salida política que han definido la CGT y el sindicalismo peronista, la izquierda clasista le opone otra salida. Como plantea en su convocatoria al acto de noviembre en el Estadio de Atlanta, “la burocracia sindical ha sido garante de la “gobernabilidad”, dejando pasar todo el ajuste. Luchamos por recuperar los sindicatos, para que la clase obrera pueda desplegar su programa de salida a la crisis en beneficio de toda la nación explotada y oprimida”.
Allí estarán los principales referentes del sindicalismo de izquierda y miles de militantes de las agrupaciones clasistas que enfrentan el “pacto de las migajas”.

Lucho Aguilar
Nacido en Entre Ríos en 1975. Es periodista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001. Editor general de la sección Mundo Obrero de La Izquierda Diario.