A un año de mandato, el presidente Rodrigo Chaves ha enfrentado críticas de todo tipo, pero las recientes movilizaciones en el país han marcado un nuevo momento, abriendo una serie de grietas que dejan en evidencia su debilidad política.
Martes 25 de abril de 2023
Fotografía de elmundo.cr
El país ha realizado ya su experiencia con Rodrigo Chaves. Las primeras movilizaciones de mujeres en la toma del poder y después el 8M, una enorme movilización universitaria contra el recorte al FEES y más recientemente las movilizaciones del Bloque de Vivienda y de diversos estratos medios agrarios oponiéndose a la entrada en la Alianza del Pacífico, así como la asamblea de la Alianza Campesina en el norte; todas las anteriores aclaran que muchas de las clases medias no son parte del capital político de Chaves. De allí que el presidente haya calificado la movilización contra la Alianza del Pacífico como un “chop suey”, pues contuvo dentro de sí a los agricultores (y toda su estratificación interna) pero también a otros sectores de clases medias como el Frente Amplio o el burócrata Albino Vargas. Aclaramos acá que aunque la burocracia sindical es representante formal de la clase trabajadora y proviene mayoritariamente de la clase trabajadora, sin embargo por su nivel de vida y por su psicología, son parte de las clases medias como tales. Lo mismo para la burocracia política de los partidos de herencia reformista clásica, como el Frente Amplio.
Tampoco es nuevo que incluso Liberación Nacional haya apoyado la movilización contra la entrada en la Alianza del Pacífico, pues identifica que las clases medias por un lado pueden ser usadas contra el Gobierno ya que no son parte de su capital político y por otro lado mantiene la movilización dentro de los límites de la democracia burguesa costarricense. Además del reciente acuerdo entre Rodrigo Arias del PLN y el presidente para renovar su rol como presidente de la Asamblea Legislativa.
Esta estrategia en realidad la comparte tanto el Frente Amplio como la burocracia sindical y también es muy extendida entre las clases medias e incluso entre los sectores más organizados de la clase trabajadora. De hecho, este es el límite más significativo de la conciencia de masas costarricense. Los caminos de las masas para encontrar este ‘nacionalismo burgués’ van hasta el Pacto de Ochomogo mismo e incluyen al menos los más importantes desvíos a las alzas del movimiento de masas en las últimas décadas, como el Combo del ICE, el TLC y el periodo 2018-2020. En un caso el camino condujo a una derrota histórica en sentido estricto y en los otros tres a importantes desvíos en la lucha de clases.
La debilidad del gobierno de Chaves es tal, que es incapaz de hacer valer el autoproclamado rol de “gerente” autoritario para que la policía y la Fuerza Pública lleve adelante sus orientaciones como la anunciada “Operación Costa Rica Segura”, a la que los uniformados respondieron con movilizaciones en varios puntos del país; obligando al presidente a dar marcha atrás en su operación. Un gobierno de “mano dura” al que ni siquiera las fuerzas represivas le responden.
En este marco, solo falta que algún sector proletario entre en escena con métodos clásicos de la lucha de clases y de hecho es previsible que esto vaya a suceder pronto. A nivel internacional sobran ejemplos de conquistas alcanzadas por trabajadores y trabajadoras con el método de la huelga y la movilización, el punto más alto es el caso de Francia donde continúan en lucha contra una reforma de pensiones impuesta con represión; el gobierno de Emmanuel Macron se ha visto amenazado por la fuerza de una estrategia de combate que se expresa por fuera de la política de derrota de las burocracias sindicales.
En Costa Rica, el hecho de que la burocracia sindical ha demostrado ante amplias masas su verdadero rostro, dejando pasar toda la política brutal contra el trabajo y el salario en pandemia, así como sus desastrosas orientaciones estratégicas, abren una grieta en las organizaciones sindicales, que la izquierda revolucionaria debe aprovechar. Pero también el corrimiento político a la derecha del Frente Amplio y la crisis de hegemonía de Liberación, crean grietas para la emergencia de una clase trabajadora con formas de lucha radicalmente diferentes y con objetivos por fuera de la estrategia de pacto político estratégico con un nacionalismo burgués ideal.
Para lograr esta emergencia, lo más importante es que la militancia que se reclama obrera y socialista empiece a usar conscientemente un sistema de consignas para deteriorar sistemáticamente el dominio del gran capital. Para incentivar la rebeldía, la astucia, se debe incentivar todo tipo de espacio de autoorganización, para que la clase trabajadora use sus fuerzas y dimensione de qué manera transformar revolucionariamente el capitalismo depende exclusivamente de su propio poder.
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