Huyó junto a su hermana de las bombas y el horror de la guerra civil siria, forzada a abandonar su hogar, sus sueños y familia para alcanzar un futuro, de la misma manera que hicieron más de 6 millones de sirios desde 2012. Hoy su historia se refleja en una película de Netflix.
Santiago Montag @salvadorsoler10
Martes 29 de noviembre de 2022
"Desde una Siria devastada por la guerra hasta los JJ. OO. de Río de 2016, este relato sigue la historia de dos hermanas refugiadas que se lanzan a una desgarradora aventura en la que usarán sus habilidades en natación, y sus corazones, para convertirse en heroínas”. Esto es lo que se puede leer en la descripción del trailer oficial de Las nadadoras. Pero quizás pocos sepan que lejos de toda ficción, la historia de las hermanas Mardini fue real.
Yusra Mardini vivía en Damasco con su familia, que la envió a natación con su hermana Sarah desde pequeñas, para cultivar el sueño olímpico. Su padre era entrenador de natación y les enseñó desde los 4 años. En 2012 Yusra llegó a un mundial representando a su país. Sin embargo, el sueño de los Juegos fue truncado por la guerra que estalló ese 2012 luego de la Primavera Árabe. La guerra destruyó todo: la pileta donde entrenaba, escuelas, hospitales y las casas de millones. Los refugiados sirios inundaron el mundo. Al menos 6,6 millones viven fuera de Siria según ACNUR.
En 2015 las bombas caían cerca de la casa de Yusra y Sarah. Sus padres pagaron a una red clandestina para que las lleve hasta Alemania. Huyeron de Damasco junto con su hermana Sarah a los 18 años tomando la difícil decisión de abandonar su tierra natal, arriesgando sus vidas para llegar a un mejor destino. Viajaron a través de Líbano y Turquía para finalmente intentar llegar a Grecia en un bote, buscando forzar la entrada a Europa, que había levantado un Muro Invisible contra los refugiados.
La embarcación era muy precaria, estaba preparada para 7 personas pero viajaban 20 en su interior. El viaje desde las costas turcas debía durar 45 minutos, pero a los 15 el motor falló. Aún faltaban varios kilómetros para llegar a tierra helena y la mayoría de los viajeros no sabía nadar. Entonces Yusra y Sarah nadadoras experimentadas, junto a otros dos refugiados, saltaron al mar y empujaron la precaria embarcación por el Mar Egeo durante tres horas y media a puras brazadas y patadas para que no se hundiera. Salvaron la vida de las 20 personas a bordo de morir ahogadas como otros 20,000 que murieron desde 2014 para llegar a Europa.
Al pisar tierra en la isla griega de Lesbos, Yusra y Sarah terminaron con síntomas de hipotermia y exhaustas por darlo todo. Sin embargo, la travesía de las hermanas no terminó ahí. Partieron de los enormes campos de refugiados que parecen guetos del siglo pasado de Lesbos. Continuaron su viaje por siete países diferentes, chocando con la cruda realidad de la indiferencia europea hasta encontrar asilo en Alemania, donde viven actualmente. En Berlín retomaron el entrenamiento para cumplir el sueño olímpico en 2016 y finalmente compitió en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
La increíble historia de Yusra muestra la incansable lucha de millones de refugiados y migrantes por sobrevivir a las redes de trata, la guerra, la crisis climática y la lucha por recursos entre las potencias imperialistas que han convertido el Mediterráneo en una tumba de migrantes. Para que haya más deportistas que tengan la posibilidad de vivir sus sueños, la barbarie capitalista debe terminar.
Santiago Montag
Escribe en la sección Internacional de La Izquierda Diario.