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Red Internacional
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Elecciones 2021. Latitud Norte: Pragmatismo político y retos desde abajo

La llamada “cuarta transformación”, desde el Morena que, de cualquier modo, busca mejorar sus posibilidades de conquistar posiciones negadas históricamente al llamado progresismo. El desprestigio del PAN, del PRI y el resto de la hoy oposición derechista, parecen jugarle a favor.

Miércoles 24 de marzo de 2021

Esto no significa que las condiciones para el pueblo y las clases trabajadoras mejoren significativamente. Subsisten pesadas lozas de los vigentes gobiernos panistas y priistas en muchos de los estados norteños, como en el caso nuestro. La esperanza de un “cambio verdadero” que puede acompañar el apoyo a las candidaturas del Morena, es una nueva ilusión en un cambio que de fondo no se ha dado y/o existido.

Lo “esencial” en el Norte

Con los compromisos de la todavía reciente ratificación del T-MEC como telón de fondo, las exigencias del imperialismo y las trasnacionales, las medidas del gobierno se centraron no solo en el endurecimiento policiaco hacia la población migrante centroamericana, sino principalmente en la reactivación de la industria maquiladora y de exportación, empresas que en su mayoría nunca cesaron completamente sus actividades, contraviniendo el decreto presidencial al respecto.

A inicios del 2021 la pandemia repuntó en muchas partes del país, con mayores consecuencias para los sectores más vulnerables, en particular las y los trabajadores de la industria maquiladora y la agroindustria, en su mayoría mujeres. Cuando apenas amainaba este repunte, se apuró el cambio de semáforo rojo a naranja en varios estados. La prioridad fue no poner en riesgo las ganancias de los empresarios, que ya habían sido ayudados con la definición de la industria maquiladora como actividad esencial desde el 2020.

Junto a lo anterior, el gobierno federal y gobiernos estatales se ponen de acuerdo en reactivar otras actividades que instituyan la “nueva normalidad”. Así, la insistencia para el regreso a clases presenciales, a la amplitud de actividades restauranteras, del turismo, de la vida nocturna y otras, son alentadas para dar salida a la presión de los sectores empresariales y la propia recaudación fiscal estatal y paraestatal. La dinámica de la contingencia sigue siendo sumamente incierta, tanto por cómo se desenvuelve el virus y sus mutaciones, como por las consecuencias de priorizar las necesidades patronales, en detrimento de la salud y la vida de los sectores populares.

El riesgo de rebrotes luego de semana santa, así como la insuficiente campaña de vacunación son, sin duda, dos fuertes elementos que cuestionan claramente el accionar del gobierno federal y los gobiernos estatales de cualquier color. Los gobiernos a todo nivel han ido tratando de librarla, argumentando que están haciendo todo lo posible ante la crisis sanitaria y económica, sin embargo, ante todo es con las patronales con las que priorizan conciliar y no poner en riesgo sus ganancias. Mientras que los padecimientos para el pueblo trabajador se acrecientan, ya que son quienes ponen las decenas de miles de muertes, los contagios, los despidos, las rebajas salariales y la precarización. Esto en medio de la pandemia, la crisis y la imparable sed de ganancias de los empresarios.

El “mal menor” a cambio de muchos males

Las próximas elecciones del 6 junio concentran en la región norteña de México la esperanza de las derechas tradicionales más fuertes del régimen, hoy opositoras, para recomponerse y no perder sus bastiones históricos, así como feudos importantes. La coalición Va por México (PRI, PAN, PRD) es la concreción de una alianza oportunista que los muestra como los más consecuentes defensores del neoliberalismo y de los intereses empresariales, lo cual debilita mucho sus posibilidades ante el desprestigio que cargan ante las masas populares.

Por su parte, el Morena busca fortalecerse y tener mayores opciones de triunfos electorales mediante toda clase de alianzas, que en otros tiempos eran aparentemente impresentables. Así, hacia el próximo periodo electoral presentan aliados como el PT, PES, PVEM, RSP, PANAL, PAS –Sinaloa-, Fuerza por México (algunos de ellos señalados como parte de la “mafia del poder”), así como una pléyade de candidatas y candidatos en algunos casos señalados como corruptos, mafiosos, asesinos, feminicidas y hasta de reciente militancia panista, priista o abiertamente anti 4T y/o AMLO.

Para muchas y muchos que simpatizan con AMLO y que militen o no en Morena, y que ven en la 4T un camino que incluso allanaría una incierta meta socialista, la explicación a este pragmatismo político resulta de la debilidad de no contar con la atención prioritaria de AMLO y las principales figuras de la 4T para el norte del país. Lejos de ello, la campaña a la que se juega el Morena es a que, mediante la conquista de nuevas posiciones y para ello estas alianzas, se amplié la hegemonía de la 4T, se liquide o debilite a sus adversarios e incluso se les integre a través del gatopardismo, abonando con ello a que el proyecto del progresismo sea transexenal y se establezca un nuevo mapa político que le de viabilidad en el mediano y largo plazo.

Habría que considerar que la 4T además de ser la retórica contra el régimen neoliberal, conservador y corrupto, con medidas “progresistas” como los aumentos al salario mínimo (muy limitados), modificaciones parciales al outsourcing, programas sociales como “derechos constitucionales” y la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica para recuperar la “soberanía energética”.

Al mismo tiempo, es un régimen hibrido que no modificó substancialmente las llamadas reformas estructurales, ha mantenido la militarización, la impunidad –caso Cienfuegos- y ha ido imponiendo medidas de “ajuste” con despidos, rebajas salariales y precarización; además de la valuación en UMAS de las pensiones máximas de los jubilados del sector público, depreciándolas significativamente; así como también el “desencuentro” ante demandas democráticas y movimientos sociales como las que expreso la confrontación con el movimiento de mujeres el pasado 8 de marzo.

La definición de las candidaturas del Morena y su política de alianzas ha expresado que los muchos males que se están aceptando al interior del Morena, cuestionan incluso la lógica del mal menor que guía a muchos de los sectores “desde la izquierda” del Morena para seguir acompañando el proyecto de la 4T. Ya que el programa y las medidas concretas, muestran cuál lejos se está de atacar las bases del régimen capitalista y la ofensiva neoliberal. En este sentido, no alcanza con cuestionarse que “dentro de los males, el menor” serían estos indeseables candidatos y candidatas, y pelear por “candidatos de izquierda”.

A pesar de ello, estos sectores saben que el Morena y sus aliados si bien no tienen asegurado un resultado triunfante en la disputa electoral, las tendencias son alentadoras en estados, como Sonora, Baja California Sur y Norte, Chihuahua, Nuevo León y Sinaloa. Por lo que es muy probable que la coalición oficialista conquiste nuevas gubernaturas y múltiples diputaciones resultando triunfadora en términos generales; es ése cálculo político precisamente y no un programa de clase, lo que alimenta el oportunismo en la casta política norteña.

El régimen de la 4T, como se ve, politiza y muchas veces polariza a su favor el tablero político nacional. En paralelo se reavivan las fuerzas reaccionarias que también hay que enfrentar. El estar entre la presión del imperialismo y la patronal, al mismo tiempo que busca no romper su relación favorable con el movimiento de masas, lo somete a múltiples contradicciones y posibles grietas. Es desde ahí que se abren oportunidades para que las resistencias y luchas que se mantienen, logren expresarse en el terreno político, fortalecer la lucha por sus demandas y lograr la conquista de su independencia política del gobierno y los partidos patronales de este régimen.

Hay que construir una alternativa desde abajo e independiente del gobierno y los partidos patronales

En el panorama nacional se han expresado procesos de resistencia y lucha de la clase trabajadora. Se mantiene la huelga del Sutnotimex y las y los trabajadores de Interjet ratificaron su huelga. Además de lucha de los profesores de la UNAM y los paros estudiantiles que les apoyan. Aunque en otros sectores, el rol de las direcciones sindicales y el chantaje patronal ha primado por encima de las medidas de lucha.

En el Norte, desde Tijuana, pasando por Chihuahua y llegando hasta Matamoros, hemos visto incipientes luchas obreras de la maquila y otras industrias. Así como de manera muy importante las movilizaciones de mujeres que luchan por sus derechos y en contra de los feminicidios.

Las principales direcciones sindicales y populares mantienen su tregua con el gobierno de la 4T y se niegan a movilizarse. Los dirigentes charros de las diferentes centrales sindicales, en su mayoría, se están posicionando del lado de la coalición gubernamental rumbo a las elecciones. Mientras se busca cooptar a referentes del movimiento obrero y popular, con ejemplos como uno de los padres de los 43 de Ayotzinapa y el de Susana Prieto, quienes postularon candidaturas externas con Morena.

Frente a este panorama, tanto la unidad como la movilización combativa son fundamentales, un primer paso es la coordinación de todas las luchas para que no queden aisladas y triunfen. Así como también, la defensa de la independencia política frente a los gobiernos y partidos del régimen, es fundamental para arrancar nuestras demandas confiando en el camino de la movilización en las calles.

En el Norte del país, es necesario que se fortalezca una alternativa política de clase, un partido de trabajadores socialista y revolucionario, independiente del régimen y de los partidos empresarios, oficialistas u "opositores", para no tener que limitarnos a elegir el "mal menor" en el marco de este régimen. Esa es la perspectiva por la cual luchamos desde el MTS en Chihuahua y que con la voz de la Izquierda Diario buscamos construir.