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Red Internacional
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Derecho a decidir. Legalización del aborto: un derecho necesario para las mujeres trabajadoras

En el marco del Día Internacional por la Despenalización del Aborto en América Latina, se hace indispensable destacar que su despenalización no es suficiente. En México, el aborto clandestino se encuentra como la cuarta causa de muerte para las mujeres trabajadoras.

Viernes 1ro de octubre de 2021

Si las iniciativas por despenalizar la interrupción del embarazo han sido llevadas a la Suprema Corte y a los Congresos de nuestro país, se debe, desde luego, a la lucha que el movimiento de mujeres ha presentado en las calles, con movilizaciones masivas que ni el peso de la crisis sanitaria pudieron frenar.

Aunque han existido diferentes “concesiones” por parte del Estado hacia el movimiento de mujeres, como la declaratoria por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), que calificó como inconstitucional la penalización del aborto en Sinaloa y Coahuila, lo cierto es que aun no se encuentra garantizado el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos.

Basta recordar que solamente en Ciudad de México y Oaxaca es legal la interrupción del embarazo hasta la semana 12 de gestación, a petición de la mujer,
sin agravantes de ningún tipo y sin necesidad de haber pasado un abuso sexual.

La situación de las trabajadoras en datos

Durante la actual crisis económica y sanitaria la pobreza en México se extendió al 50.6 por ciento de la población, asimismo, se perdieron más de 1 millón de empleos. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), se han recuperado el 95 por ciento de los empleos, pero en el sector informal, con menores salarios y con mayores niveles de precariedad.

Tan solo 1.8 millones de trabajadores fueron expulsados del mercado laboral, de los cuales 1.3 son mujeres.

Esta situación ha puesto de relieve las problemáticas estructurales, como la desigualdad, la pobreza y la brecha salarial, dado que el 67.6 por ciento de las mujeres perciben entre uno a dos salarios mínimos comparados con el 58.6 por ciento de los hombres que se encuentran en este rubro, lo cual, es insuficiente para cubrir la canasta básica que ronda en los 1779 pesos.

Asimismo, bajo la nueva normalidad se suma el incremento del trabajo doméstico -que representa el 23.5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del país- con base en los proyectos estadísticos del Inegi (ECOVID-ML y ECOVID-IE) mostraron que las mujeres enfrentan condiciones intolerables como las jornadas extenuantes de empleo, bajos salarios y la carga del trabajo no remunerado, lo cual implica que más del 70 por ciento se encargan del cuidado de niños, adultos mayores y acompañamiento educativo.

A estos aspectos materiales, se suma la violencia patriarcal que enfrentamos las mujeres, desde el incremento de los feminicidios que se registran 11 por
día, hasta la limitación por nuestro derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, dado que la Iglesia y la derecha reaccionaria mantienen su injerencia con políticas antiderechos y con su ofensiva patriarcal, tal es el caso de las recientes declaraciones de un clérigo en Coahuila en la que llamó a matar a las mujeres que abortan.

Pese al fallo inconstitucional de la SCJN sobre la despenalización del aborto, no garantiza que las mujeres -en particular las mujeres trabajadoras- accedan a este derecho, pues solo existen trece clínicas en la Ciudad de México para practicar la interrupción de manera gratuita que permite solo a 130 mujeres ingresen a la ILE por día. Esta restricción se traduce en que el aborto clandestino sea una constante.

En primer lugar, por el salario insuficiente que permita a las mujeres interrumpir su embarazo en clínicas privadas o trasladarse a otro estado, debido a que solo en la Ciudad de México y Oaxaca se encuentra despenalizado.

Como segundo aspecto la despenalización del aborto no significa que el Estado garantice este derecho como un servicio público, seguro y gratuito en todo el país con personal calificado y con pleno acceso a los recursos materiales y medicamentos necesarios, por lo que medidas como el aborto clandestino o el aborto en casa son opciones a las que recurren las mujeres, cuya consecuencia es la muerte.

En medio de la pandemia, se prevé que disminuyó en un 40 por ciento la interrupción legal del embarazo, debido a una reducción de movilidad de mujeres por miedo al contagio, además de la escasez en medicamentos como misoprostol y mifepristona.

Asimismo, se estima que en el mundo cerca de 19 millones de abortos son inseguros o peligrosos y el 97 por ciento de ellos se realizan en países en vías de desarrollo.

En México, el aborto clandestino se encuentra como la cuarta causa de muerte para las mujeres, tan solo en el periodo 2010-2018 se registró la muerte de 90 mil 562 mujeres de entre 10 y 40 años.

A su vez, aunque la despenalización se encuentre vigente, a partir de leyes antiaborto aprobadas por la derecha reaccionaria existen más de 200 mujeres presas por abortar, además, 750 se encuentran reclusas con condenas de más de 30 años bajo la agravante de homicidio en razón de parentesco, cuando en su mayoría tuvieron abortos espontáneos como consecuencia de las condiciones laborales precarias y jornadas extenuantes de trabajo a las que se enfrentaron.

¿Por qué exigimos el derecho al aborto?

Para que las mujeres trabajadoras -y de hecho, toda la juventud trabajadora- podamos vivir plenamente y disfrutar nuestra sexualidad sin cargar con las cruces del pasado, es necesario contar, desde ya, con educación sexual que no esté sólo enfocada a la reproducción, sino que hable del placer, del cuidado y la salud.

Para poder ejercer nuestra sexualidad libremente, el Estado debe garantizar una cobertura de salud a todos los niveles, lo que implica poner a disposición de todas y todos, el acceso a anticonceptivos seguros y eficaces, educación sexual integral, no sexista, ni heteronormada, así como tratamientos para toda afectación en nuestra salud que devenga de vivir nuestra sexualidad.

Además, debe asegurar el acceso al aborto, legal, seguro y gratuito en todos los hospitales públicos y privados del país, con personal calificado, con pleno acceso a los recursos materiales y medicamentos necesarios.

Para preservar nuestro derecho a decidir y así también las maternidades deseadas , es necesario dar la pelea por mejores condiciones laborales. Es un hecho que particularmente las mujeres estamos en las líneas de trabajo más precarias, peor pagadas, cubriendo jornadas en nuestros centros de trabajo y además haciendo mil tareas en nuestros hogares.

¿Cómo se espera que accedamos libremente a la información, a la salud o al placer si cubrimos jornadas muchas veces de más de diez horas (contando los tiempos de traslados ), si ganamos salarios que no alcanzan ni para el costo de una canasta básica o si enfrentamos problemas como tener que elegir entre trabajar y estudiar? Hemos de exigir un salario más que suficiente para poder garantizar una vida digna que cubra nuestras necesidades básicas, un salario que por lo menos cubra el costo de la canasta básica, los servicios esenciales y se ajuste de acuerdo con la inflación.

Es tiempo de que los centros de trabajo implementen guarderías gratuitas y seguras para los hijes de las mujeres trabajadoras que pasan horas generando ganancias para las patronales, de la mano de la instalación de comedores y lavanderías públicas y gratuitas.

Para que tengamos por la vía de los hechos la oportunidad de decidir, ejercer nuestras elecciones y disfrutar de nuestros cuerpos, es necesario que mejoren nuestras condiciones de vida, ya que, mediante la precarización de nuestros trabajos, se va desgastando y mermando nuestra vida sexual y efectiva.

Para garantizar lo dicho, es necesaria la separación efectiva de la Iglesia y el Estado, así como un incremento significativo a los presupuestos de salud
y educativo, que podrían por ejemplo, obtenerse dejando de financiar a la Guardia Nacional o dejando de pagar la deuda externa.

Pero para arrancarle al Estado todos nuestros derechos es necesario impulsar un gran movimiento de mujeres combativo e independiente de los partidos del régimen y sus instituciones, solo a través de esta vía podremos exigir: educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal, seguro y gratuito para no morir, nuestros derechos no vendrán de la buena voluntad de los partidos y sus instituciones, mismas que hoy imponen trabas como la objeción de conciencia, ¡nuestros derechos se conquistan en las calles!

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