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Red Internacional
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Crítica de cine. “Les anarchistes”, de Elie Wajeman

La última película de Elie Wajeman no es un filme de combate, sino una mezcla de cine de época, cine policiaco y melodrama romántico, realizado con tesón, pero sin trasfondo ideológico sólido.

Eduardo Nabal

Eduardo Nabal @eduardonabal

Martes 8 de enero de 2019

“Les anarchistes” funciona como sólido un thriller de época, cuidadosamente ambientado, dotado de una envolvente atmósfera y buenas dosis de suspense. Pero tira de lugares comunes para la descripción de los integrantes de un grupo anarquista en el que se infiltra un joven y algo despistado policía (interpretado por el siempre efectivo Tahar Rahim, actor conocido por su papel en la contundente “Un profeta” de Jacques Audiard).

Wajeman consigue unos tonos grisáceos en el color que acompañan los ambientes urbanos turbios o rutilantes donde se desarrolla gran parte de la acción y la melancolía que desprenden muchos de sus personajes, algunos descritos con brocha gruesa y otros con mayor gama de matices, como la pareja protagonista, superada por las circunstancias y los secretos bien guardados.

“Les anarchistes” no es un filme de combate o una alegoría eficaz y mordaz como la sátira “Louise-Michel”, sino una mezcla de cine de época, cine policiaco y melodrama romántico, realizado con tesón, pero sin trasfondo ideológico sólido.

Hay que reconocer los aciertos en la planificación, la composición de los ambientes y la puesta en escena, pero sus personajes se olvidan con rapidez y la historia no depara grandes sorpresas a pesar de una premisa basada en el suspense, la tensión creciente y una realista reconstrucción de escenarios como la fábrica donde se conocen los personajes, los locales de encuentro, el interior de las casas o las comisarias.

El filme destila una mórbida poesía y una ácida tensión, aunque no logra convencernos de la entidad de sus personajes. Solo la capacidad de interactuar entre ellos hace que se mantenga el interés de un drama a la vez didáctico y amargo sobre el amor y la traición, la alienación y los sueños incumplidos en una época marcada por la explotación laboral y la industrialización de las grandes ciudades como ese París de tonos oscuros por donde se mueven los protagonistas. Una historia bien contada pero que nunca transmite verdaderas ideas ni logra levantar el vuelo más allá de aquello que el realizador extrae de sus intérpretes y las situaciones de crispación.

Con su final agridulce, “Les anarchistes” deja por sus tonalidades argumentales una sensación de tristeza y cierto simplismo intelectual no en las formas, pero si en el fondo de lo que cuenta sin ser una historia sobre el anarquismo sino recreando con fluidez y elegancia un episodio casi hitchocktiano.


Eduardo Nabal

Nació en Burgos en 1970. Estudió Biblioteconomía y Documentación en la Universidad de Salamanca. Cinéfilo, periodista y escritor freelance. Es autor de un capítulo sobre el new queer cinema incluido en la recopilación de ensayos “Teoría queer” (Editorial Egales, 2005). Es colaborador de Izquierda Diario.

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