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Red Internacional
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OPINIÓN. “Lo austero no quita lo antiobrero”, o la necesidad de una política independiente para ganar

Los grandes sindicatos deben movilizarse por el triunfo de los conflictos y por todas las demandas de la clase trabajadora y los oprimidos.

Domingo 19 de junio de 2022

Lo austero no quita lo antiobrero

Hace dos semanas que el gobierno decidió poner como prioridad en la agenda pública y de los medios de comunicación, la carrera presidencial. Tras conquistar 4 de las 6 gubernaturas que eligieron cargos ejecutivos este año, el mapa electoral hacia el 2024 queda claramente a favor del oficialismo.

El Morena controla 20 entidades, y suma dos gracias a la alianza del Movimiento por la Cuarta Transformación, esto demuestra la amplia legitimidad que sigue manteniendo el partido de gobierno, aunque gran parte de su éxito está concentrado en la figura de López Obrador y de su retórica progresista.

Quien no se recupera del golpe, es la oposición conservadora, que tiene en su poder tan solo 10 entidades y está dividida, no cuenta con figuras presidenciables y enfrenta una crisis sin precedentes, como expresa el escándalo originado por la filtración de audios de Alejandro Moreno, presidente del PRI y una investigación por corrupción en su contra.

A pesar de esta fortaleza, el gobierno mantiene varios frentes abiertos: por un lado, las tensiones con la Casa Blanca, de la que AMLO ha buscado distanciarse como demuestra su ausencia en la Cumbre de las Américas, para lograr mayor peso como mediador frente a otros países de la región, como se vio claramente con su viaje a Centro América y Cuba. El gran ganador de este distanciamento, cabe mencionar, fue Ebrard, que anotó puntos con Biden que le jugaran a favor en la competencia por la silla del ejecutivo.

No obstante, hay que decir la 4T mantiene lo fundamental de la subordinación al imperialismo en el terreno económico y en los temas de mayor interés para la agenda estadounidense, como la cuestión migratoria y el combate al crimen organizado. La situación de violencia creciente en el país es quizá el elemento que más cuestiona el gobierno de Biden, que recientemente señaló la incapacidad del presidente de mantener a raya a los cárteles del narco.

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Por otro lado, el anuncio de la subida de tasas de interés de la FED (la reserva federal estadounidense), puede tener un fuerte impacto en la economía mexicana, pues los nubarrones de la recesión comienzan a vislumbrarse sobre el vecino del norte, que cuando tose genera un efecto de neumonía en la economía de su patio trasero. Está por verse si el gobierno logra sortear este temporal, que ha empujado a que nuevos sectores de trabajadores se movilicen contra la carestía de la vida, los bajos salarios y por mejores condiciones de trabajo.

Tal es el caso del Sindicato de la Unión de Trabajadores del Instituto de Educación Media Superior (SUTIEMS), que tras 12 días de huelga, y tras un amparo contra la arbitraria resolución de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje (JLCyA) que declaró ilegal su huelga con argumentos ridículos y leguleyos (por ejemplo, que la huelga estalló a las 6am y no a las 7am, cuando empieza funciones), decidió desistir y aceptar la propuesta de un raquítico aumento por debajo de la inflación ofrecida por la patronal. Más allá de lo ganado, la decisión de irse a la huelga puso sobre la mesa la centralidad de este método de lucha, y de la importancia de rodear de solidaridad activa a conflictos que optan por esta salida combativa.

También-es el caso de los conflictos en el magisterio, a cuyos docentes se les adeudan decenas de quincenas de salario, como el caso de los profesores de la sección XVIII de Michoacán o los jubilados de Zacatecas, la lucha de profesores del Instituto Nacional de Educación para Adultos (INEA) o de docentes de preparatoria en línea; también podemos contar a cientos de trabajadores estatales, luchando contra contratos simulados, por basificación y contra los despidos injustificados, los trabajadores de programas sociales, como los de cultura comunitaria, de las FAROs y el RULE que exigen reconocimiento de su relación laboral y plenos derechos; también, estalló en huelga esta semana la huelga en Sicartsa, Michoacán, contra la empresa Arcerol Mittal a quien 3500 obreros metalúrgicos exigen el pago de utilidades, y se mantiene la combativa huelga del SUTNOTIMEX que cumplió 28 meses sin solución a sus demandas.

En todos estos casos, el gobierno ha hecho caso omiso de las demandas de los trabajadores y ha optado por criminalizarles, denostando sus luchas y apoyándose de la tregua que mantienen las grandes centrales sindicales que se reclaman democráticas, como la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) que aunque dice apoyar estos conflictos, ha dejado su solidaridad en los buenos deseos sin movilizar a sus miles de afiliados para rodear de solidaridad las huelgas, dejando a estos conflictos a su suerte, para beneficio del gobierno y las patronales.

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Ellas y nosotras

En todos estos casos, no solo hay cientos de trabajadores combativos que enfrentan las políticas anitobreras del gobierno y sufren los efectos de una austeridad franciscana que no recortó lo sueldos de los altos funcionarios pero sí de los más precarizados, también hay cientos de trabajadoras que viven en carne propia una realidad que dista mucho del discurso feminista de la 4T.

Esto se ve claramente en el DIF de la CDMX, donde trabajadoras de las categorías más bajas sufrieron un recorte salarial del 3% en 2019 sobre un sueldo que no superaba los 5 mi pesos, mientras que la directora, Esthela Damian, fervorosa militante de la 4T, se embolsa $130 mil pesos mensuales, ganando más que el presidente. Por si fuera poco, se dice feminista pero no tiene reparo alguno en despedir trabajadoras, incluso estando embarazadas, y perseguir por defender derechos laborales.

También es el caso de Magali Cadena, directora del programa de Cultura Comunitaria en la Secretaría de Cultura de la CDMX, quien sin reparo despidió a un centenar de trabajadores que se organizaron por mantener su puesto de trabajo y salario, tras trabajar en zonas de alto riesgo y en los puntos de vacunación por Covid.

O el caso de San Juana Martínez, directora de la agencia de noticias del Estado, que no se tocó el corazón por ser mujer antes de despedir a decenas de trabajadoras injustificadamente, incluso a embarazadas, y que sigue cobrando del presupuesto público su salario bruto de $127 mil pesos mensuales, aunque la agencia está en huelga hace más de dos años.

Todo esto deja claro que ellas no son aliadas de las trabajadoras; no nos representan pues su feminismo es liberal. Este es el discurso y la política del feminismo de la 4T, que prefiere condecorar policías que reprimen movilizaciones de madres de víctimas y de trabajadoras en lucha, como Claudia Sheinbaum, a garantizar derechos laborales. Por si fuera poco, esto sucede cada día en la “Ciudad de Derechos”, donde las y los trabajadores no tenemos garantizado ni lo más mínimo elemental, ser reconocidos como trabajadores y tener un salario que alcance para vivir.

Esto demuestra que el feminismo de la 4T es patronal, pues lejos de estar con la gran mayoría de las mujeres pobres y trabajadoras, de sectores populares, sigue garantizando los intereses de los de arriba y preservando las ganancias de los grandes empresarios, recreando la apuesta del feminismo liberal que prefiere mujeres en puestos de poder, rompiendo “el techo de cristal” mientras millones siguen encerradas en el sótano del capitalismo.

Contraria a esta perspectiva, quienes militamos en el feminismo socialista consideramos que en la lucha contra la opresión y la violencia, nuestros aliados no pueden ser quienes apuestan por un sistema donde un puñado de parásitos viven en la opulencia gracias al robo de la riqueza que producimos millones en todo el mundo; nuestro principal aliado es la clase trabajadora, de la que millones de mujeres somos parte, y desde donde combativos el machismo, el racismo y luchamos por una sociedad si opresión ni explotación.

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Por una política combativa, independiente y unitaria para que triunfen las luchas

Frente a este panorama, es necesario levantar una política independiente del gobierno, la derecha conservadora y la burocracia sindical que mantiene la tregua con “los de arriba”. Solo así, sin ninguna confianza en el régimen político ni en las instituciones del mismo, podrá implementarse una política de unidad y coordinación efectiva, que permita la articulación de todos los sectores en lucha, acordando un plan de lucha común, busque la masificación y la solidaridad de la población y toda la clase trabajadora con estos conflictos, y logre, mediante la movilización combativa y en las calles, con los métodos de lucha obrera como el paro y la huelga, arrancar las demandas que levantan y todas aquellas necesarias para conquistar mejores condiciones de trabajo y de vida.

En esta perspectiva, es fundamental apelar a la participación activa de las y los trabajadores de base de los grandes sindicatos, que deben enfrentar a sus direcciones que no han movido un dedo para abrazar estas luchas, y romper la pasividad y la adaptación a condiciones laborales que son superiores a las del conjunto de la clase trabajadora en el país, que enfrenta la precarización y la inestabilidad en el empleo.

Esto implica concretamente un llamado enérgico a las centrales que se reivindican democráticas, como la UNT y la NCT, para que pasen de la solidaridad en palabras a los hechos, volcando la fuerza de miles de sus agremiados a acompañar estos conflictos, rompiendo el aislamiento que les impone el gobierno y las patronales.

También es fundamental llevar más allá de las demandas laborales estas luchas y transformarlas de económicas a políticas, y pelear porque los sindicatos se pongan al servicio de la lucha contra la violencia, la militarización y el despojo, contra el feminicidio, contra el racismo y la discriminación, identificando el enemigo común (los capitalistas y sus gobiernos) que enfrentamos todos, y traduciendo esta combatividad y exigencias en una política que busque construir una alternativa independiente a quienes representan los intereses de las patronales y los empresarios.

Hace falta construir una alternativa política que cuestione la subordinación al imperialismo y la agenda empresarial del gobierno y la derecha, y que apele a la organización de las y los trabajadores desde una política de independencia de clase y combativa en sus centros de trabajo, como punta de lanza para fortalecer las luchas de comunidades y pobladores del campo y la ciudad.

Bajo esta perspectiva es que desde el Movimiento de Trabajadorxs Socialistas y las agrupaciones que impulsamos junto a cientos de compañeros y compañeras independientes, apoyamos solidariamente estos conflictos, con sus modestas fuerzas, pero con mucha ambición, para aportar a la construcción de una organización revolucionaria en México y a nivel internacional, que levante una perspectiva internacionalista, antiimperialista, socialista y revolucionaria que combata este sistema de opresión y explotación y pelee por un gobierno revolucionario de las y los trabajadores y el pueblo pobre.

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