Los carpetazos que van y vienen entre el gobierno anterior y el actual, deja al descubierto una práctica constitutiva de los Estados capitalistas. ¿Se trasluce lo más sucio o su verdadera esencia?
Rosa D’Alesio @rosaquiara
Emilio Salgado @EmilioSalgadoQ
Sábado 23 de marzo de 2019 03:27
El escándalo del falso abogado Marcelo D’Alessio, vinculado con lo más alto del Poder Judicial federal, como el fiscal Carlos Stornelli, evidencia la podredumbre del Estado capitalista colonizado por agencias internacionales como la DEA, la CIA y el Mossad con sus aliados locales como las mafias de la AFI (ex Side).
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La crisis revela la relación orgánica entre la casta política y judicial, siempre ligada a algún sector empresario, con quienes operan en la sombras para armar, acelerar o frenar causas judiciales, de la que se valieron los sucesivos gobiernos constitucionales para damnificar a sus enemigos políticos y conspirar contra los intereses de las grandes mayorías populares.
Este tipo de cloacas del Estado capitalista, están siempre latentes, pero listas para destaparse, por lo general, en periodos cercanos a crisis de magnitudes, finales de ciclo de los gobiernos o elecciones.
Gracias por los "servicios" prestados
El personal de los aparatos de los servicios de inteligencia que operaban durante la dictadura militar, fue sostenido durante más de 35 años por todos los gobiernos constitucionales. Incluso durante los gobiernos “posneoliberales” que prometían una “democracia inclusiva”, como desvío de las rebeliones al neoliberalismo de principio del siglo XXI.
Tal vez la mejor muestra la representa el exjefe de operaciones de la exSIDE. Jaime Stiuso ingresó en 1972 al submundo de inteligencia, se formó bajo la Triple A y la dictadura genocida. El cambio de régimen político no truncó su carrera. Recién fue destituido en diciembre de 2014, completando más de treinta años de “servicio”, que incluyó todo el periodo K, en el que los organismos de inteligencia fueron utilizados políticamente por el gobierno “de los derechos humanos”. Los gobiernos pasan, los servicios quedan.
El verdadero poder se cuece en los bastidores de los “palacios” de las Repúblicas burguesas, expresaba Lenin. Se le podría añadir lo siguiente: las operaciones de los servicios de inteligencia a sueldo, ligados con sus pares imperialistas y los distintos estamentos judiciales, son fundamentales para el funcionamiento del Estado Mayor de la burguesía en el poder.
“De Norteamérica a Suiza, de Francia a Inglaterra, Noruega, etc.: la verdadera labor del ’estado’ se hace entre bastidores y la ejecutan los ministerios, las oficinas, los estados mayores. En los parlamentos no se hace más que charlar, con las finalidad de embaucar al ‘vulgo’ ” (Lenin, El estado y la revolución).
Gobiernos pos dictadura
Después del saqueo histórico que comenzó en el gobierno peronista y concluyó la dictadura con plomo y desapariciones, los gobiernos pos dictadura provocaron dos grandes saqueos más, como parte de la continuidad en la política neoliberal: hiperinflación en el Gobierno de Alfonsín; entrega de las empresas estatales, que significaron desocupación masiva y pérdidas históricas de conquistas laborales durante el menemismo; y una hiperdevaluación durante el mandato de Duhalde.
Las políticas neoliberales estaban en crisis, el kirchnerismo se apoyó en aquellos saqueos sobre las masas populares; pero con el viento de cola de la economía internacional, decidió pagar la deuda al FMI y otros organismos internacionales y, en lo sustancial, no revirtió el esquema de privatizadas. Los servicios esenciales continuaron en manos imperialistas.
Como parte del plan anti obrero y pro yanqui, el macrismo profundizó la subordinación a EEUU y a los mandatos de Lagarde, que implica un ajuste que sufren las amplias masas populares.
Hubo otro hilo conductor de estos gobiernos: el Poder Judicial, cuyas camarillas están ligadas a los partidos patronales, empresarios y a los servicios de inteligencia colonizados por la CIA y el Mossad. Ningún partido patronal quiere romper con esto. Solo el Frente de Izquierda propone la elección directa de los jueces y fiscales por voto universal, y el juicio por jurado para terminar con esa casta privilegiada.
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Unos pocos ejemplos, de tantos escándalos de los servicios
El uso y abuso de las cloacas del Estado es otra marca registrada de los distintos gobiernos.
Raúl Alfonsín eligió como custodia a Raúl Guglielminetti, alias Mayor Guastavino, un agente de inteligencia perteneciente al Batallón 601, infiltrado en la universidad antes de la dictadura, desde que era miembro de la Triple A.
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El 18 de julio de 1994, bajo el gobierno de Carlos Menem, se produjo el atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA). Esta causa fue encubierta por los servicios de inteligencia argentinos e israelíes.
En el 2000, el gobierno de la Alianza sobornó a un grupo de senadores peronistas para conseguir la reforma laboral en el Congreso. Cerca de cinco millones de dólares provenientes de los fondos reservados de la exSIDE, fueron utilizados para la "ley Banelco", como popularmente se la conoció.
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El duhaldismo debió adelantar las elecciones luego de la represión que terminó en el asesinato de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. El exjefe de la exSIDE, Carlos Soria, fue uno de los responsables políticos y autor intelectual de la Masacre de Avellaneda.
El kirchnerismo utilizó el espionaje sobre los sectores populares. En la causa Proyecto X, que denunció la diputada Myriam Bregman, se descubrió que ese espionaje terminaba en los despachos judiciales. Armaron causas contra dirigentes obreros y sociales. Luego, la infiltración en las movilizaciones de los trabajadores de Lear tuvo repercusión internacional. Las cámaras habían registrado al “canoso con barba”, como se lo conoció a Roberto Galeano.
El caso Nisman, reveló la relación estrecha que hay entre los servicios de inteligencia. La causa AMIA, continúa tan embarrada que es casi imposible que los familiares de las víctimas alguna vez obtengan justicia.
Mauricio Macri había dado muestra del uso del espionaje cuando era jefe de Gobierno porteño. Hoy, él mismo, muestra sin disimular la (no) independencia de poderes y exige la destitución del juez Ramos Padilla, que puso al descubierto la relación de la runfla D’Alessio y Stornelli, el fiscal del riñón de Daniel Angelici (íntimo del Presidente).
Además, a todos estos gobiernos constitucionales los une otra “razón de Estado”. Mantener los archivos de inteligencia y de la dictadura clausurados para evitar que se conozcan quiénes estuvieron involucrados en el genocidio de clase lo que llevaría a sentar en el banquillo de los acusados al propio Estado burgués. De abrirse se podría conocer la lista completa de los políticos burgueses, jueces, empresarios, sindicalistas, el poder eclesiástico que fueron parte de la dictadura, además de todas las fuerzas armadas. Se podría conocer el destino de los hijos nacidos en cautiverio. Y dónde esta Jorge Julio López.
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Democracias degradadas
Estas democracias son el resultado del triunfo del neoliberalismo, que solo fue posible tras la derrota del ascenso obrero y estudiantil que comenzó en los 70: dictaduras sangrientas en el Cono Sur, desvío en Europa, aplastamientos de los levantamientos antiestalinistas y la posterior caída del Muro de Berlín (caída de la URSS y comienzo de la restauración capitalista).
Bajo estas circunstancias el imperialismo empezó a retomar fuerzas para salir de la crisis económicas de fines de los 60 y comenzó la ofensiva neoliberal, que significó la pérdida de enormes conquistas del movimiento de masas.
Cuando comenzaban a agotarse las dictaduras en América Latina, el imperialismo emprendió otro camino. La transición a regímenes democráticos fue una forma de controlar el ascenso antidictatorial como en Argentina. Así, el retorno de las “democracias”, se fue convirtiendo en una ofensiva estratégica contra el movimiento de masas en la década del 80.
Los marxistas distinguimos los gobiernos constitucionales con respecto a las dictaduras militares, donde las masas pierden hasta el derecho elemental de organizarse y el terror militar se impone en remplazo de los mecanismos de cohesión y consenso que hay en toda democracia. Pero al mismo tiempo denunciamos cada trampa de la República “democrática”.
Los regímenes que surgieron posteriores a la contrarrevolución, fueron más degradados que la etapa anterior. Algunas características constitutivas de esto para el caso argentino: la concentración de poder en el Ejecutivo y el uso discrecional y arbitrario de los recursos fiscales para disciplinar a opositores; el manejo de la Corte Suprema y los jueces “de la servilleta” pero en todos los gobiernos; decretos en las medidas económicas que afectaron a las mayorías o, su contrario, la derogación de leyes votadas en el parlamento; la persecución policial contra la juventud, en particular, de los barrios pobres. Esto sin hablar de otros negados derechos democráticos elementales, como el derecho al aborto legal que empuja a la muerte de cientos de mujeres pobres por año en prácticas clandestinas, la no separación de la Iglesia del Estado, etc.
Incorporan, además, elementos bonapartistas. Se rigen por DNU (decretos de necesidad y urgencia) o por organismo supra estatal que nadie vota, como en el caso del FMI. Esto refiere a la degradación de los regímenes democráticos que marcaron esta etapa.
Cuanto más degradadas, peores son las cloacas de los servicios que utilizan la clase dominante para mantenerse en el poder. Se va agrietando el velo de "la democracia burguesa como la mejor envoltura del capital", que aparece frente a las masas, cada vez más, como una "democracia para ricos".
Todos los gobiernos de esta democracia degradada evidencian que lo importante se decide en los “zócalos” de "los palacios de la república", en donde reina la conspiración y las operaciones de los servicios.
Una salida de fondo a esta crisis, realista, solo la puede llevar a cabo un gobierno de trabajadores que promueva la mayor auto-organización de las masas. Sería infinitamente más democrático que cualquier República capitalista. Ante esta crisis del país y la podredumbre de su régimen habría que plantearse una salida de emergencia y democrática: una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, para discutir todo, para decidir el destino del trabajo, la falta de vivienda, salud, educación. Y todos los problemas vitales para la vida de las mayorías.
Rosa D’Alesio
Militante del PTS, columnista de la sección Libertades Democráticas de La Izquierda Diario; se especializa en temas de narcotráfico y Fuerzas Armadas.