La planificación cibernética de Allende en Chile conocida como Proyecto Cybersyn (o Synco en español), fue un ambicioso programa que buscaba usar la tecnología de la época para facilitar la gestión eficiente de la economía y del gobierno. Este proyecto es conocido como un innovador experimento de “ciber-socialismo” y ha sido objeto de análisis en la ciencia de la gestión, la historia de la tecnología y la teoría política. A propósito del podcast de Evgeny Morozov, The Santiago Boys, una breve reseña.
Primeros pasos
Allende fue elegido en 1970 como presidente de Chile, prometiendo un camino pacífico hacia un modelo socialista que atendiera las desigualdades económicas y sociales del país. En los hechos, más allá del discurso, encarnaba un proyecto de reformas en los marcos del régimen capitalista dependiente, que apostaba a apoyarse en la movilización de la clase trabajadora y los sectores populares para imponer estas iniciativas siempre y cuando no superara los límites de la política del propio Gobierno. Este modelo implicaba la nacionalización de sectores clave de la economía, incluyendo la minería del cobre, y una planificación centralizada para dirigir el desarrollo económico. Allende y su gobierno combinaron ciertas ideas de una izquierda reformista y su intento de canalizar las tendencias revolucionarias de las masas en los marcos burgueses de un proyecto reformista.
El contexto de Chile es un capitalismo que se desarrolló de manera desigual sobre la base del capital extranjero y del sometimiento del desarrollo nacional como semicolonia, combinando la moderna industria en “nichos” claves del desarrollo ligado a la exportación y dependiente del capital extranjero, con un minoritario, creciente y estratégico proletariado concentrado en grandes minas, fábricas, ferrocarriles y transportes, y una estructura agraria colonial, que si bien, quedaba subordinada al desarrollo capitalista, en manos de la vieja oligarquía terrateniente, dejaba a una gran mayoría del país, el campesinado pobre, los peones y gañanes, en el atraso y el oscurantismo más reaccionario.
En este escenario, surgió la idea de la cibernética como un posible instrumento para mejorar la gestión económica y gubernamental. La cibernética, una ciencia que estudia los sistemas de control y comunicación en las máquinas y los seres vivos, se consideró como un posible medio para optimizar la complejidad de la gestión de una economía nacionalizada. Este concepto fue introducido por Stafford Beer, un teórico británico de la gestión y la cibernética, quien fue invitado a Chile para asesorar al gobierno de Allende en la implementación de este enfoque innovador.
Los antecedentes e inspiraciones para el Proyecto Cybersyn, por lo tanto, se encuentran en la confluencia de una serie de factores históricos, políticos, económicos y tecnológicos. Se trataba de un experimento novedoso que buscaba combinar aspiraciones reformistas y justicia social con las más recientes innovaciones en cibernética y tecnología de la información, en un intento introducir elementos de planificación en una economía capitalista dependiente para un proyecto de reformas
En ese marco, nos parece interesante la experiencia, parcial, incompleta y contradictoria (porque no se basaba en una socialización plena de los medios de producción en los resortes económicos fundamentales) de Cybersyn, que ese podcast narra.
Qué fue el Proyecto Cybersyn
El Proyecto Cybersyn, cuyo nombre proviene de la combinación de “cibernética” y “sinergia”, fue concebido como una herramienta de gestión y control económico para el gobierno “socialista” de Allende. La idea era utilizar la cibernética y las nuevas tecnologías para facilitar la toma de decisiones en una economía con algunos sectores nacionalizados, optimizando la producción y distribución de recursos.
El proyecto fue concebido por el consultor británico Stafford Beer quien fue invitado a Chile por Fernando Flores, militante de Unidad Popular y por entonces director de la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO), que había leído sus trabajos y creía que sus ideas podrían ser útiles para el gobierno de Allende.
La idea de Beer sobre Synco se basaba en un sistema de “control en tiempo real” que podría dar al gobierno una visión clara y actualizada de la economía del país. A través de la recolección de datos en tiempo real de las fábricas y empresas en todo el país, el sistema permitiría al gobierno identificar problemas, tomar decisiones informadas y reaccionar rápidamente a los cambios en la economía.
Para Beer, el proyecto era una forma de poner en práctica sus ideas sobre la “organización viable”, un modelo que proponía que cualquier sistema complejo, ya sea un organismo biológico o una organización, podía ser entendido y gestionado en términos de sus flujos de información y control.
El sistema poseía 4 componentes. Uno de los componentes clave del proyecto fue el sistema de telex (Cybernet), una red de máquinas de teletipo que permitiría la recopilación de datos de las fábricas en tiempo real. Los datos recogidos serían procesados por un software especializado, llamado Cyberstride, que utilizaría algoritmos complejos para analizar los datos, generar simulaciones económicas (Checo) y producir recomendaciones para la toma de decisiones en la sala de operaciones [1].
En la conceptualización de Cybersyn, Beer y su equipo buscaron crear un sistema que fuera descentralizado y participativo, en lugar del verticalismo burocrático que existía en la URSS. El objetivo era empoderar a los trabajadores y gerentes a nivel de fábrica, proporcionándoles la información que necesitaban para gestionar sus operaciones de manera eficiente, mientras que el gobierno central tendría una visión general y la capacidad de intervenir cuando fuera necesario.
El Proyecto Cybersyn representaba, por lo tanto, un intento ambicioso y original de fusionar algunos aspectos de la teoría de la planificación económica más allá del mercado, la cibernética y la tecnología de la información en un sistema de gestión económica único.
Una planificación tecnocrática
Cybersyn fue un proyecto con casi nulos rasgos políticos. Si bien era planteado como un proyecto que podía cambiar radicalmente la planificación económica, estaba dirigido por una decena de tecnócratas que pretendían resolver toda la organización sin la necesidad del apoyo de los trabajadores sobre la base de una economía que continuaba siendo eminentemente privada y capitalista. Incluso el propio Beer reconoce tardíamente este aspecto como un error [2]. Beer a la vez era un británico con poco conocimiento sobre Chile y menos conocimiento aún de las discusiones teóricas sobre el socialismo.
Los debates previos sobre los desafíos de una economía socialista y más en particular el gran debate sobre Cuba, no fueron parte del debate teórico sobre lo que Morozov llama “la escuela de Santiago”. Tampoco estuvieron presentes las contradicciones sobre el socialismo de mercado o el capitalismo de Estado que fue, de alguna manera, el intento que trató de instalar el Gobierno a través de la nacionalización de algunas empresas estratégicas pero bajo un régimen de mercado.
El proyecto Cybersyn, en lugar de generar una buena participación y apoyarse en quienes mejor conocían los ritmos de producción y los posibles problemas, quienes dirigían el proyecto subestimaron a los obreros con la hipótesis que era muy difícil que entendieran el sistema. Este punto fue una contradicción que recién quisieron revertir tarde y al final del proyecto cuando entendieron que no darle un eje político podía generar mayor involucramiento y a la vez sugerencias de mejora de quienes justamente debieran conducir los destinos del país en el socialismo: los trabajadores [3].
Si bien en la teoría el proyecto tenía componentes participativos, la mayoría del desarrollo quedó a cargo de esta serie de expertos y de la contratación de consultorías internacionales que ayudaron a desarrollarlo. Incluso la propia experiencia demuestra cómo esto contribuyó negativamente al bajo nivel de compromiso que tuvieron los trabajadores que demoraban en completar las estadísticas haciendo poco útil el flujo de información en tiempo real, salvo algunas ocasiones.
En el tercer capítulo del podcast aparece la pregunta clave, cómo mantener el balance entre tecnocracia y “democracia”, cómo equilibrar el poder de los expertos y los algoritmos con la voz y la voluntad del pueblo y cómo mantener vivo el sueño democrático sin convertirlo en una “pesadilla tecnocrática” [4]. Evidentemente en lugar de generar un sistema democrático y participativo consiguieron una tecnoburocracia.
Los límites de la reforma del Estado
El Podcast narra una situación de extrema tensión política entre el Gobierno de Allende, sectores de la burguesía y un contexto internacional de mucha presión adverso desde el inicio de su mandato. En el escenario de la Guerra Fría, la CIA, junto con corporaciones multinacionales como la ITT, buscó activamente desestabilizar su gobierno, temiendo la expansión del socialismo en el hemisferio occidental. Este intento de socavamiento también estuvo vinculado al Plan Cóndor, una campaña de represión política coordinada por las dictaduras de América del Sur con el apoyo clave de EE. UU. [5].
Ya desde el primer capítulo, Morozov remarca que tanto Kissinger como Nixon están muy preocupados por la elección de Allende y quieren detenerlo a toda costa. Hasta el punto que Nixon le ordena a la CIA tomar acción y presionar por el boicot de las empresas para que caiga el Gobierno, siendo de especial relevancia el complot entre la agencia norteamericana y la ITT [6]
Uno de los grandes límites que vivió el proceso fue debido a que Allende buscó coexistir y conciliar con elementos de la burguesía. Esto se vio claramente en las presiones que la propia burguesía ejerció durante todo el Gobierno. Boicots en la distribución que generaba largas filas y escasez de productos básicos, medios de comunicación controlados por sectores empresariales y burgueses que fueron una herramienta crucial del relato sobre los problemas del socialismo. Reducción de inversión y fuga de capitales ante los anuncios de nacionalización graduales que Allende iba realizando. El Gobierno operó a través de una coalición de partidos, donde la mayoría era de izquierda, pero a la que también integró fuerzas más derechistas como la democracia cristiana. Muchas veces esta coalición presionaba a tomar medidas más conciliadoras con la burguesía [7].
El paro y los cordones industriales
El caso del paro de camioneros fue uno de los puntos más relevantes de todo el Gobierno. Si bien el paro estuvo concentrado entre camioneros y pequeños comerciantes, hay muchas pruebas que muestran financiamiento del sector privado, partidos de la derecha y la implicación de la CIA [8]
Llegando al punto que en el paro de camiones, por un lado, necesitaron apoyo técnico para poder abastecer y a la vez se llevaron la sorpresa de mayor apoyo [9] que de todas maneras no lograron sostener para defender futuros embates.
Esto generó un escenario latente de luchas de clases entre la burguesía, los latifundistas y el capital imperialista por un lado y la clase trabajadora con sus sectores más organizados a la cabeza por el otro, que ocupando las fábricas y poniendo a producir sin los empresarios, organizaron una amplia alianza popular con la Junta de Abastecimiento de Precios (JAP) [10] y comités de pobladores, y empezaron a unir sus fuerzas para la defensa frente a la reacción del otro recurrió al aparato estatal y las Fuerzas Armadas.
El gobierno de Allende debilitado, confió en las fuerzas armadas tradicionales hasta el punto de incorporar a las fuerza militares al Gobierno como el nombramiento del General Prats al Gobierno en una posición muy relevante como ministro de interior muestra también esa contradicción y la división interna [11]. En agosto de 1973, Allende reemplazó a Prats, también comandante en jefe, por Augusto Pinochet. Una decisión que 19 días más tarde, resultó fatal. Es el propio Allende quien reconoce que si bien tenía apoyo del pueblo, el mismo no estaba armado y que de esa manera no puede enfrentarse a las fuerzas armadas [12].
Final del proyecto y legado
El Proyecto Cybersyn nunca fue completamente implementado debido al abrupto final del gobierno de Allende en 1973. Sin embargo, a pesar de su corta vida, deja algunas enseñanzas interesantes de lo que fue un intento de planificación cibernética con rasgos socializantes.
En términos prácticos, el sistema demostró algo de su potencial durante el paro de camioneros de 1972. El paro amenazaba con paralizar la economía chilena, bloqueando el transporte de bienes esenciales. El gobierno de Allende utilizó el sistema Cybersyn para coordinar el transporte de recursos y mantener en marcha la economía. Esta fue una prueba de fuego para el sistema, que demostró cómo la tecnología y la cibernética podrían ser utilizadas para gestionar la economía en tiempos de crisis.
Adicionalmente otro aspecto que el podcast trae a la mesa es la importancia de la soberanía digital. Uno de los grandes desafíos que tuvo el proyecto a lo largo de su construcción fue el debate sobre la teoría de la dependencia en debate junto con economistas brasileros entre otros. En estos tiempos de inteligencia artificial y economía del conocimiento, la dependencia tecnológica es otro mecanismo de sometimiento, Morozov sobre esto define a la tecnología como geopolítica por otros medios.
El proyecto fue un experimento novedoso que fusionó algunas ideas parciales de socialismo, la cibernética y la tecnología de la información en un sistema de gestión económica innovador. En un momento en que la economía global está cada vez más interconectada y digitalizada, las lecciones de Cybersyn sobre la gestión de sistemas complejos son cada vez más relevantes y pueden servir de punto de apoyo. Como anécdota sobre el final del podcast, Morozov cuenta que uno de los discípulos de Flores, fue a la vez mentor de Larry Page (fundador de Google) y Peter Thiel (Paypal y Palantir). De alguna manera nos deja entender que esta innovación de la década del 70 es parte de la que se aplica hoy en los grandes monopolios tecnológicos.
En términos teóricos, el proyecto aportó a la teoría de la cibernética y la gestión, particularmente en lo que respecta a la idea de “organización viable” de Stafford Beer. Aunque no todas las ideas de Beer fueron plenamente realizadas en Cybersyn, el proyecto sirvió como un laboratorio práctico para su teoría, y ha sido objeto de análisis y debate en los campos de la cibernética, la gestión y la economía.
Esta experiencia, aunque parcial y contradictoria, sirve para imaginar y reflexionar el gran potencial que los avances de la tecnología podrían tener si fueran aplicados a una planificación democrática de la economía. Para esto sería necesario sacar algunas lecciones sobre qué caminos no repetir: una de ellas es apostar por una serie de tecnócratas que reemplacen la verdadera democracia soviética, es decir, un sistema de consejos compuestos por representantes de los trabajadores y otros grupos sociales que actúan como órganos de poder para planificar democráticamente la economía y resolver diferentes asuntos políticos. Otro aprendizaje es dejar la idea de la posibilidad de llegar al socialismo reformando el Estado en lugar de apostar a la coordinación de los Cordones como embriones de poder para enfrentar los ataques de la reacción y la socialización de los medios de producción que podría haber cambiado la historia. Finalmente la imperiosa necesidad de expandir el socialismo más allá de las fronteras nacionales.
Los “Santiago Boys” fueron desplazados por los “Chicago Boys”. Las ideas de Milton Friedman puestas en práctica por la dictadura de Pinochet. El resultado ya es conocido.
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