El día 21 los niños basquetbolistas ganaron un torneo más, convertidos en todo un fenómeno deportivo que nos hace recordar, valga la comparación, a los Harlem Globe Trotters, ex profesionales que iban con su espectáculo por el mundo entero.

Raúl Dosta @raul_dosta
Sábado 31 de enero de 2015
Fotos: guerrerogradocero.blogspot.mx
Compiten representando a México, pero contra lo que pudiera esperarse, no son niños surgidos de los gimnasios de las grandes ciudades de este país, su lugar de origen está en una remota y pobrísima región de la montaña del noroeste del estado de Oaxaca, donde predomina el uso de la lengua triqui.
Una comunidad que se distingue por su enorme espíritu de lucha, que para resistir los ataques de los caciques priístas y para contrarrestar la militarización de la región se ha organizado en el Movimiento de Unificación y Lucha Triqui, desde hace treinta y cinco años, defendiendo su autonomía, usos y costumbres.
Uno de los logros comunitarios del MULT fue la creación de la Academia de Baloncesto Indígena de México hace unos cuatro años, con un programa basado en el estudio. Según el entrenador Sergio Zuñiga, tienen que mantener un promedio de 8.5 y hablar la lengua materna, para aspirar a ser seleccionados.
En octubre de 2013, mientras el pueblo mexicano se avergonzaba de la selección futbolera, casi eliminada del Mundial de Brasil, sorprendía la noticia de un grupo de niños descalzos que arrasaba en un torneo internacional de mini-básquetbol en Córdoba, Argentina. Eran los triquis que acostumbran a jugar en canchas de cemento y sin zapatos por falta de recursos económicos.
Desde entonces han viajado a varios países: se han codeado con los jugadores de los Spurs de San Antonio y de los Lakers de Los Angeles, y en junio de 2014 quedaron como subcampeones en la reconocida Copa Barcelona, perdiendo ante un equipo francés.
Su séptimo título internacional lo recibieron luego de vencer a tres equipos alemanes; uno de ellos, la Academia de Basquetbol de Ludwigsburg, actual campeón nacional. Una refulgente camada de niños y niñas entre 12 y 13 años e hijos de luchadores sociales indígenas, que se plantan ante los deportistas “profesionales” y les dan a éstos lecciones de humildad y disciplina.