Un 13 de diciembre, pero de 1937, la Comisión de investigación Dewey hace público su veredicto de “absolución” sobre cargos contra Trotsky y León Sedov en los Juicios de Moscú. El Museo Casa Frida Kahlo, sito en la calle Londres, de Coyoacán, fue escenario de la defensa de León Trotsky.
La Izquierda Diario México @LaIzqDiarioMX
Sábado 16 de abril de 2016
Reproducimos -con algunas adaptaciones- un artículo sobre la Comisión Dewey y los Procesos de Moscú de Andrea Robles, del Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones León Trotsky.
El poeta Carlos Pellicer dijo de la Casa Azul en 1955: “Pintada de azul, por fuera y por dentro, parece alojar un poco de cielo. Es la casa típica de la tranquilidad pueblerina donde la buena mesa y el buen sueño, le dan a uno la energía suficiente para vivir sin mayores sobresaltos y pacíficamente morir...”
Qué lejano el día cuando detrás de sus muros se libró un combate histórico entre León Trotsky y sus detractores…
La era de los Juicios de Moscú
Entre 1936 y 1938 se realizaron en la URSS los Procesos de Moscú, una serie de juicios que pusieron en el banquillo a la dirección del Partido Bolchevique, durante la Revolución Rusa de 1917 y a los principales generales del Ejército Rojo y de la Guerra Civil.
Todos fueron acusados por la burocracia gobernante de los crímenes contrarrevolucionarios más graves y sólo en base a confesiones, sin pruebas materiales, fueron fusilados. El supuesto instigador y principal acusado, León Trotsky, era el único de estos dirigentes que se encontraba forzadamente en el exilio.
El trasfondo de los Procesos de Moscú, fue la depuración masiva del Partido Comunista dirigido por Stalin. En un período harto convulsivo y en pos de evitar todos los peligros a los que temía la burocracia soviética, dispuso eliminar de sus filas todo vestigio revolucionario.
Entre 1937-1938, los años de terror masivo, la burocracia encarceló a más de un millón y medio de personas de las que 682.000 fueron fusiladas. Mientras, a nivel internacional la depuración de los partidos comunistas y la persecución, y asesinato selectivo de dirigentes que se ubicaban políticamente a la izquierda del Kremlin, principalmente pertenecientes a la IV Internacional, incluyó el asesinato del propio León Trotsky, en agosto de 1940.
Los partidos comunistas y miles de “Amigos de Moscú” en todo el mundo, con un mero “repudio silencioso” de las socialdemocracias, sus aliados en los frentes populares, avalaron esta política.
La IV Internacional fue la única corriente que realizó una campaña política activa para denunciar los Procesos de Moscú e impulsó la conformación de una comisión de investigación, que integró intelectuales y personalidades notables como el renombrado filósofo y pedagogo norteamericano John Dewey, quien la presidió o el abogado John Finerty, destacado por su participación en juicios políticos como los de Sacco y Vanzetti.
La defensa de Trotsky ante la difamación de los juicios
La “Comisión de Investigación de los cargos hechos contra León Trotsky en los Juicios de Moscú”, fue conocida como El Contraproceso o Comisión Dewey, por el nombre de su presidente, uno de los veteranos del liberalismo estadounidense, el filósofo y pedagogo John Dewey. La comisión sesionó entre el 10 y el 17 de abril de 1937 en la Casa Azul de Frida Kahlo.
Participaron también la escritora, Suzanne La Follete y viejos dirigentes del movimiento obrero, los diputados alemanes, el compañero de Liebknecht, Otto Rüle y el comunista Vendelin Thomas, el anarcosindicalista italiano Carlo Tresca, entre otros, así como intelectuales progresistas, como el notable sociólogo Edward Alworth Ross.
El consejero jurídico era el antiguo defensor de Toin Mooney y posteriormente de Sacco y Vanzetti, el abogado John F. Finerty. El abogado trotskista estadounidense Albert Goldman se encargó de la defensa de Trotsky.
La comisión francesa, que recibía sus directivas de la estadounidense, estuvo presidida por hombres como M. Modigliani, abogado italiano, miembro del Ejecutivo de la II Internacional, M. Delepine, miembro del partido de León Blum, entre otros. Ninguno de los miembros de la Comisión Dewey había tenido relaciones con el trotskismo y en algunos casos eran directamente adversarios políticos.
La comisión Dewey trató de lograr la participación de la II Internacional y la III Internacional, pero la respuesta de los “Amigos de la URSS” fueron gritos e insultos.
Una subcomisión arribó a México, en abril de 1937, para tomar las declaraciones del inculpado y reunir pruebas en base a la voluminosa documentación que presentaron Trotsky y sus colaboradores.
La misma volvió a invitar al Partido Comunista, a los sindicatos del país a participar en la indagación, con pleno derecho a formular preguntas y exigir la verificación de todos los testimonios pero la respuesta fue la misma, acusando a la Comisión de intervenir en los asuntos de la URSS. Como diría Trotsky, “La Internacional Comunista, continúa repitiendo que la ‘URSS es la patria de todos los trabajadores’. Curiosa patria en cuyos destinos está prohibido interesarse”.
El Contraproceso constituyó a los ojos del mundo y de aquellos que veían con horror los actos de la camarilla estalinista un poderoso instrumento para llegar a la verdad.
A pesar de sus crímenes, la persecución y el oro de Moscú, como afirmó Trotsky: “no todos los hombres están en venta; de lo contrario la humanidad estaría ya podrida hace tiempo. La Comisión Investigadora Internacional, es un precioso elemento de incorruptible conciencia social. Todos los que aspiran a una renovación del aire se vuelven hacia ella”.
Finalmente, luego de meses de exhaustivos trabajos, la comisión expidió su veredicto en septiembre de 1937. El informe de la Comisión publicado con el nombre de Not Guilty (Inocente), que reunió en sus más de 400 páginas las actas y testimonios que permitieron probar la falsedad de las acusaciones, concluyó: “Por lo tanto decidimos que los Juicios de Moscú son un fraude. Por lo tanto decidimos que Trotsky y Sedov son inocentes”.