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Red Internacional
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Trabajadores. Los empresarios temen unidad de la clase obrera

Tras el cierre de la negociación colectiva de los funcionarios del banco estado, que dejó un bono de término de conflicto de $6,3 millones de pesos por trabajador, la salida de Guillermo Larraín de la presidencia, el llamado del gobierno a la "austeridad", vale la pena reflexionar sobre la propia fuerza de los trabajadores para conseguir sus demandas, ¿debemos ir hacia una mejor capacidad de negociación?.

Simón Bousquet

Simón Bousquet Director Audiovisual La Izquierda Diario Chile @simonbousquet_

Miércoles 30 de septiembre de 2015

Durante esta semana se dio a conocer el resultado de la negociación colectiva efectuada por los trabajadores de banco estado, desatando revuelo en el gobierno y escándalo en el mundo empresarial. Un sindicato único, con cerca de 9300 socios, ante la amenaza de huelga, conquistó sus demandas frente al que en ese momento fuera el presidente de Banco Estado, Guillermo Larraín. El directorio de la entidad determinó posteriormente que la responsabilidad de dicho resultado sería del propio comité ejecutivo, mientras el Valdés llama a la "austeridad" en materia de presupuesto, las lecciones que debemos sacar los sindicatos pequeños son urgentes.

Piden que los trabajadores busquen ser austeros en sus negociaciones, mientras somos quienes pagamos la crisis del estado de Chile con miles de despidos, sueldos de hambre y precariedad laboral. La realidad, sacudida por los casos de corrupción, por la desaceleración económica y la abrupta baja del precio del cobre, revela como los empresarios han comprado la política, y como sin ninguna austeridad, saquean los mares y se han hecho con el 70% de la producción de cobre del país. De todas formas, se niegan a pagar su propia crisis.

Son demostraciones de fuerza y victorias parciales para los trabajadores, conseguidas con la fuerza de un sindicato único, ¿qué sería de las negociaciones si los trabajadores pudiesen negociar por rama?. Cuando los empresarios buscan justificar el duro golpe que significa el pago de miles de millones de pesos, quieren que los trabajadores acepten su posición y paguen la crisis de los empresarios, pero lo cierto es que los trabajadores necesitan luchar por sus propios derechos, pues son quienes hacen posible el funcionamiento de la economía para unas pocas familias dueñas de toda las riquezas del país.

No contentos con esto, quieren regular la relaciones entre trabajadores y empresarios, con el actual código laboral de Pinochet, nos dicen cómo y de qué forma debemos negociar, nos niegan que luchemos por nuestros derechos, nos subcontrata y dividen, ilegalizan la huelga, ponen reglas y buscan mediar para mantener la hegemonía empresarial. Patalean, se niegan a reformas que ni siquiera entregan las herramientas a los trabajadores para conseguir sus derechos. Es una relación mezquina, que niega la unidad de la clase obrera, pues entiende la fuerza que puede alcanzar.

Sin la unidad de los trabajadores, estará escrito que no es posible luchar para ganar. Es por eso que las organizaciones que agrupan a cientos de miles de trabajadores como la CUT, la ANEF, la CTC, entre otras, necesitan impulsar la lucha y la organización, para arrebatarle el látigo a los patrones. Esas organizaciones deben existir para impedir que la crisis la paguen los trabajadores. Para esto deben ser dirigidas por obreros y trabajadores que no frenen estas necesidades, que no se detengan frente a los marcos de la legalidad de los empresarios, como lo ha hecho Barbará Figueroa o el presidente de la CTC, Manuel Ahumada que se sentó de brazos cruzados a aceptar las migajas de CODELCO, cuando las bases pujaban por negociar como trabajadores de planta y subcontratados, todos unidos. Ambos dirigen grandes centrales obreras y no es coincidencia, pues son parte del Partido Comunista, totalmente integrado al gobierno.

Los funcionarios públicos; los portuarios, los trabajadores del cobre, de los servicios, de la industria, los trabajadores forestales, comienzan a ver los limites cuidadosamente impuestos para estos fines, pero han tomado minas, han buscado sobrepasar la legalidad, instalando barricadas y parando ilegalmente, escenario en el que murió el obrero minero Nelson Quichillao a manos de carabineros, mientras defendían la huelga, cuando se negociaba el acuerdo marco.

Temen a la unidad de la clase trabajadora, rabiosamente se niegan a la negociación por rama y buscan medir la ya tan medida reforma laboral.

Como trabajadores subcontratados del estado, en el GAM, el más importante centro cultural del país, vivimos esta realidad. Sin derecho a huelga por la cantidad de aportes del estado, estamos atados de manos para un derecho básico de los trabajadores, viéndonos forzados a sentarnos a negociar en mediaciones establecidas en el estado, para conseguir algunas pocas y pequeñas concesiones. En perspectiva, solo la unidad con los trabajadores de la cultura, los funcionarios públicos, actores y actrices podrán elevar la fuerza y la organización para combatir esta descarada regimentación, no solo para conseguir altos bonos de término de conflicto, si no para entender hasta qué punto somos quienes sostenemos la sociedad por entero . Los sindicatos deben dirigirse por y para los trabajadores, solo desde ahí deben medirse cuáles son las reales necesidades a las que nos enfrentamos millones a nivel mundial, donde la salud, la educación, la vivienda son derechos totalmente negados.

No solo es necesario "frenar a los de arriba y subir a los de abajo" como decía el presidente de la ANEF, en el marco del congelamiento de los sueldos de los parlamentarios, si no que es necesario levantar nuestra propia política, que no busca enriquecerse de forma individual, si no acabar con el acopio exagerado y desmedido de plusvalía y capital.