Arte y revolución, arte revolucionario, proletkut y socialismo. La mirada de Trotsky sobre la cuestión del arte y la revolución.
Martes 14 de noviembre de 2017
En 1938 la revista Partisan Review invitó a León Trotsky a que expresara su opinión sobre el arte de ese momento. En su contestación a esta invitación Trotsky advirtió que lejos de pretender dar una respuesta completa a esa amplia y compleja pregunta trataría de plantear correctamente la cuestión. Con esta delimitación Trotsky pretendía centrar la discusión en torno a lo que él entendía que tenían que gravitar los debates sobre arte. Esta cuestión fue un interés constante del revolucionario en los debates sobre arte, cultura y literatura. En este artículo trataremos de introducir la participación y acercamiento de Trotsky en estos temas en los primeros años de la Revolución.
De todos los dirigentes de primera línea de la Revolución bolchevique, Trotsky es quien estuvo más tensionado por las cuestiones referentes al arte y la cultura. Lo vemos en dos de sus publicaciones sobre estas cuestiones para las que dedicó gran interés y esfuerzo. Estas son Literatura y Revolución (1923) y El manifiesto por un arte revolucionario independiente (1938) que se publicó firmado por Diego Rivera junto al artista surrealista André Breton. Ambos textos fueron escritos en momentos de gran tensión y actividad para el revolucionario ruso. Algunos de los ensayos publicados en Literatura y Revolución fueron escritos en medio de la guerra civil cuando Trotsky estaba a la cabeza del Ejército rojo. Y el último texto mencionado fue escrito en medio de la batalla contra el estalinismo, después de los procesos de Moscú, en el momento del ascenso del fascismo en Europa, la Guerra Civil en España e infinitos problemas que afectaban a la realidad del proletariado a nivel internacional. Estos hechos nos hacen preguntarnos el porqué de este gran interés de Trotsky por las cuestiones artísticas y literarias.
Con la Revolución de octubre de 1917 se abrió un periodo en el que se comenzaron a cuestionar no solo la sociedad de clases sino todos los aspectos de la sociedad y vida cotidiana como la familia, la moral, la educación, incluso el propio arte. Tras la revolución de octubre no solo se desarrolló una producción artística sin igual, además, en medio del entusiasmo revolucionario, comenzaron a desarrollarse profundos debates teóricos sobre cómo debería ser el nuevo arte. Artistas, intelectuales y teóricos concentraron sus esfuerzos en teorizar como será, debería de ser o si tan si quiera deberá existir como tal el futuro arte proletario y otras categorías como la cultura proletaria, arte revolucionario, arte socialista y otras tantas. Alrededor de todos estos debates existían distintas visiones y posturas.
Durante el periodo anterior a la Revolución Trotsky ya había escrito algunos textos sobre literatura, pero será en 1923 al calor de estas experiencias y los debates que generaron que decidirá publicar Literatura y Revolución. En este texto Trotsky tratará de arrojar luz en torno a la compleja relación entre arte y revolución. La misma cuestión que le preocupaba en su respuesta a la Partisan Review.
Arte proletario y cultura proletaria
En ese laboratorio, muchos fueros los experimentos. Muchos se reivindicaron abanderados de la revolución y del arte revolucionario. Incluso algunos defendían el desarrollo de una cultura proletaria, a los que Trotsky respondía que “el método banal de las analogías históricas y formales nada tiene común con el marxismo. No hay analogía real alguna entre el ciclo histórico de la burguesía y el de la clase obrera” tratando de dejar claro que, aunque la burguesía pudo desarrollar su cultura siglos antes de que a través de una serie de revoluciones tomara el poder del Estado y continuara desarrollándola durante todo un período, esta no es la suerte del proletariado que ahora gasta toda su energía en la toma del poder.
Si atendemos a la Historia, cada clase dominante ha creado su propia cultura. Con ello podríamos deducir que el proletariado tiene la tarea de construir su propia cultura y su propio arte. Sin embargo, como señalaba Trotsky al polemizar con aquellos que así lo creían, cuando se trata de la revolución proletaria no podemos caer en el método de las simples analogías históricas. La formación de las culturas alrededor de una clase dominante, según la Historia nos demuestra, requirió de un largo proceso de siglos enteros. Sin embargo y aquí cito a Trotsky: “Al revés que el régimen de los propietarios de esclavos y que el de los señores feudales y el de la burguesía, el proletariado considera su dictadura como un breve periodo de transición.”
Pero no se trata únicamente de ritmos y tiempos. La época de la Revolución rusa en la que se desarrollan estos debates podía ser, y de hecho lo fue, un periodo mucho más dinámico de lo que lo fueron los siglos de formación de la cultura burguesa, y qué decir de los siglos en que se formó y cristalizó la cultura de los señores feudales. Esto podría dar la razón a los que planteaban que a pesar de reconocer que la existencia del proletariado como clase tendería a desaparecer rápidamente la cultura proletaria podría construirse y cristalizarse en un corto periodo de tiempo. No se puede negar que el período revolucionario fue una época enormemente dinámica, pero lo fue centrado en la política. Podríamos decir que lo fue a costa de la cultura y qué decir del arte que es la capa más sensible de la cultura.
No podemos perder de vista el momento en que se presentan todas estas polémicas. Los primeros años de la revolución social supondrán el momento más álgido de la lucha de clases. Este periodo será un momento de gran destrucción de todas las estructuras sociales y materiales. Este periodo dominado por la destrucción presentó unos límites muy estrechos para la creación. Sin embargo, algunos como Trotsky creían que según se avance en este proceso, el de la revolución, y cuando más favorable fuera el escenario y las condiciones para la construcción de una nueva cultura, el proletariado como clase más se disolverá en la realidad socialista. Por lo que una cultura construida alrededor de una clase, en este caso la proletaria, ya no tenía sentido. Con el camino hacia el socialismo se avanzaba hacia la construcción de una cultura humana.
Arte Revolucionario
Otro de los debates abiertos en el periodo y que tuvo mayor continuidad en el tiempo es el establecido sobre la categoría de arte revolucionario. En uno de los capítulos de su obra Literatura y revolución, titulado “Arte revolucionario y arte socialista”, Trotsky comienza diferenciando dos tipos de arte. En primer lugar, el arte que refleja la revolución -pudiendo ser este de muy diversas vertientes, pudiendo presentar ésta de manera tímida, temerosa, estrecha o por el contrario abierta, audaz o incluso idealizada-. Y en segundo lugar, el arte u obras que "sin estar vinculadas a la revolución en si misma por el tema, están profundamente imbuidas, coloreadas, por la nueva conciencia que surge de la revolución." El debate en el que trata de aportar claridad es entre el arte revolucionario y las obras centradas en la revolución.
Trotsky advierte que en el periodo inicial de la revolución aquello que podemos definir como categoría de arte revolucionario aún no existe en su plenitud, sin embargo, insiste en que sí que existen elementos incipientes de ese arte tan necesario, signos, tentativas. Aclarado esto, no por ello hay que dejar de prestar atención a todos estos signos, a esas tentativas, siendo éstas las que ayudarán con su experiencia a sentar las bases del futuro nuevo arte. La revolución era pensada como laboratorio de una nueva literatura, una nueva cultura. Es el nuevo hombre revolucionario el que se ve ante el reto de formar una nueva generación a su imagen y que siente cada vez más la necesidad de ese nuevo arte.
Otros debates fueron abiertos sobre esa figura, el nuevo hombre revolucionario que tuvo ante sí la creación de la nueva cultura. Cuando se trata de tener una postura respecto al arte, Trotsky señala que debemos tener presente que “La ley de atracción social en favor de la clase dirigente que, en definitiva, determina el trabajo creador de los intelectuales, opera ahora en favor nuestro.” Con este argumento trataba de discutir la visión extendida en aquellos años que afirmaba que el arte revolucionario o en favor de la revolución solo podría ser creado por obreros. Una cuestión tremendamente complicada teniendo en cuenta que tratándose de un contexto de revolución proletaria las energías de esta clase solo en pequeña proporción podían ser destinadas a la creación artística. La falta de acumulación de una propia cultura artística por parte del proletariado, del mismo modo jugaba en contra de esta visión. Los intelectuales “tienen el odioso privilegio de mantener una postura política pasiva, matizada por una grado mayor o menor de hostilidad o simpatía hacia la Revolución de octubre.” Trotsky desarrolla las limitaciones de la creación en manos de intelectuales. Sin embargo, teniendo en cuenta la ley de atracción social, muchos de estos intelectuales se habían inclinado en un mayor o menor grado de simpatía hacia la revolución, los “compañeros de viaje” como fueron llamados, eran quienes producían mejores reproducciones artísticas de la revolución, aunque en parte deformadas.
Esta visión de Trotsky fue criticada por algunos como ecléctica. Voces que planteaban la necesidad de que el partido tomara parte por un otro tipo de tendencia y en concreto por la literatura y arte obreros (tendencia desarrollada al calor de la Revolución de grupos de obreros dedicados a la creación en especial en el campo literario). A lo que los acusados de eclécticos respondían que el método del marxismo a través de la dialéctica podía valorar el desarrollo del arte al calor de la revolución, estudiarlo, favorecer las tendencias más progresivas a través de la crítica, pero no podía proyectarlo. Respecto a los compañeros de viaje, el método del marxismo debía ayudar a analizar el papel que podían jugar estos en el camino hacia la construcción de una cultura socialista. No viéndolos como oposición al desarrollo de un arte producido por obreros, pero expresando todas sus contradicciones. El partido bolchevique durante los primeros años de la revolución, en su defensa de los intereses de la clase trabajadora, aplicó la máxima objetividad y prudencia en materia artística.
Estos son algunos de los debates abiertos en el primer periodo de la revolución en los que se concentra Trotsky para intentar dar respuesta en Literatura y Revolución. Estos debates fueron acompañando la situación de frenética actividad intelectual y artística que se abrió en los primeros años de la revolución y que el estalinismo trató de frenar bloqueando cualquier práctica de libertad en el terreno de la cultura. Sin embargo, los debates en torno a la cultura y al arte no se agotaron ni mucho menos con la consolidación del estalinismo y su imposición del realismo socialista, aunque si se desplazaron fuera de las fronteras de la Unión Soviética.