¿El oficinista podría ser una fracción espinosa del proletariado?
Miércoles 31 de enero de 2018
El oficinista es un sujeto “espinoso” y complejo. Trabajan de 9 a 6 de la tarde 5 días a la semana (*). Trabajan con saco y corbata: tienen niveles de escolaridad por arriba del promedio. Terminaron el bachilllerato, tienen licenciaturas.
Cuando pensamos en el oficinista sabemos que alguno habla dos idiomas, viajan en sobre Avenida Insurgentes y aspiran a una mejor calidad de vida que los trabajadores comunes.
Trabajan en grandes edificios en Santa Fe, en las Lomas y otros barrios gentrificados de la ciudad. Siempre andan muy bien peinados y las mujeres maquillladas: los oficinistas trabajan para las grandes corporaciones y trasnacionales. Alguno podría acceder a un auto y a una renta mensual: varia de 10 a 15 mil por mes. Aunque puede ser menos.
También trabajan en otros lugares. Los trabajadores de servicios se han extendido en toda la ciudad. La extensión de los trabajadores de los servicios les llevaron a ser un sujeto espinoso que está repartido en toda la urbe: en el centro, en el sur, en el norte.
Una página de Facebook con 2 millones de seguidores, llamada Lo que callamos los Godínez, sorprende y demuestra que las apariencias engañan: sus mejores post reflejan la explotación de su fuerza de trabajo. Un post personal en Facebook giró en la red “una joven oficinista exige que le devuelvan su botella Tupperware con el que lleva todos los días agua al trabajo”. La empresa Tupperware publicó el post en su página de internet. Otro cuestiona “cuánta vida vale tu salario”. Los oficinistas son asalariados.
Les llaman de forma despectiva “godínez”: los burócratas y trabajadores con bajos sueldos o personas sin expectativas de mejor futuro se encuentra en revistas culturales, programas de radio, televisión y hasta en artículos universitarios. Es un término despectivo, negativo y clasista. Es un término usado de forma despectiva para los trabajadores oficinistas. Para nosotros, los oficinistas son proletarios.
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Los oficinistas, en su mayoría, tampoco llegan a fin de mes, exigen que les paguen vales de despensa, llevan su Tupperware con agua y o café, organizan tanda para aliviar la cuesta de enero y llevan comida en recipientes pues no les alcanza para comer fuera.
Viven esperando el fin de la jornada laboral y que sea viernes, odian los lunes para volver al trabajo, deben festejar sus cumpleaños en la oficina, esperan ansiosos que la empresa les deposite, viven endeudados y buscan de varios modos aminorar el tiempo de su trabajo todos los días.
Viven endeudados: los oficinistas superan a trabajadores independientes hasta 71% en el número de solicitudes de crédito, de acuerdo con la plataforma de préstamos de persona a persona. Los oficinistas padecen una rara enfermedad asociada a la explotación: karoshy, aumento del estrés.
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Karl Marx en El Manifiesto del Partido Comunista detalló que todos aquellos que no tienen más que su fuente de trabajo para sobrevivir son parte de las filas del proletariado. Los obreros industriales, los jornaleros agrícolas y los oficinistas tienen eso en común. No tienen nada, no son propietarios de medios de producción, solo tienen su tiempo, fuerza de trabajo, disponible para vender y así sobrevivir. Son asalariados.
El oficinista es un sujeto “espinoso”. Alguno se avergüenzara si se le dice que es parte aquella franja de la humanidad que solo tiene su fuerza de trabajo para sobrevivir, o sea proletario. Habrá otros que pensarán que sentirse “proletario” podría ser “un desprestigio social”. Para nosotros el proletariado no sólo es el sujeto industrial: los proletarios son una clase muy heterogénea, con facciones y complejos nudos de existencia.
Para autores post marxistas el “proletariado” dejó de existir y pasamos a una sociedad de servicios en el que la clase obrera es igual a cero. Una de las tareas del pensamiento anticapitalista reside en encontrar en el proletariado una clase múltiple, heterogénea y hasta contradictoria y confusa: los oficinistas son parte de las filas de los asalariados y tienen socialmente más en común con los obreros de las fábricas que con los patrones de las trasnacionales para los que trabajan.
(*) Estimado. La mayoría de oficinistas que tiene descanso sólo libra un día a la semana.