Ambos fueron asesinados por la polícia muy jóvenes, a los 17 y 18 años. Ambos sin dar la voz de alto y luego activando instantáneamente un “protocolo de impunidad” intentando encubrir el crimen. Fuertes testimonios que demuestran que a la hora del gatillo fácil no hay grieta.
José Muralla @murayeando
Sábado 20 de noviembre de 2021 12:17
Lucas González y Lucas Verón, ambos víctimas de las fuerzas represivas del Estado y de su impunidad
Los casos
El 9 de julio de 2020 Lucas Verón estaba en su casa de Villa Scasso, La Matanza, celebrando su cumpleaños número 18. Estaba feliz de alcanzar la mayoría de edad y poder llevar adelante sus proyectos con sus caballos, sus carros.
Apenas pasaron las 12 - ya era 10 de julio - Lucas sale en moto con un amigo a comprar una gaseosa. A pocas cuadras de su casa una patrulla de la bonaerense los persigue y sin previo aviso empieza a disparar. La familia y vecinos intentan asistirlo pero Lucas llega sin vida al hospital.
Lucas González tenía 17 años. Su sueño era jugar a la pelota. De hecho estaba saliendo de entrenar en Barracas Central con unos amigos. Salieron en auto, pararon a comprar un jugo y cuándo salieron tres policías de civil en un auto sin identificación abrieron fuego contra ellos.
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“Mami, le pegaron un tiro a mi compañero, mami” decía el audio de uno de sus amigos a su mamá en el instantre del hecho. Dos de los al menos 8 tiros que tiraron impactaron en su cabeza. Lucas falleció pocas horas después en el hospital.
¿Cuál fue el “crimen” de ambos? provenir de barrios humildes, usar visera y creer qué tenían derecho a circular libremente, cómo para ir a comprarse una gaseosa o un jugo.
El aceitado operativo impunidad: el protocolo que sí se cumple, siempre se cumple
Los policías Ezequiel Benítez y Cintia Duarte que asesinaron a Lucas Verón huyeron del lugar. Con un cinismo espeluznante fueron al hospital donde la familia había llevado a Lucas. Cintia, la misma mujer policía qué había participado de la muerte de Lucas le ofrecía agua a la mamá diciéndole que iban a encontrar a los asesinos.
En la comisaría número 2 de González Catán, junto con el fiscal Tahtagian, interrogaron al pibe que iba con Lucas en la moto. A solas siendo menor de edad, en abierta ilegalidad, lo obligaron a decir qué estaban robando.
Luego sembraron la hipótesis de una supuesta camioneta blanca que habría participado en los hechos. La familia de Lucas se apuro a custodiar las cámaras de seguridad de la zona antes que desaparezcan los videos. Ellos y no el Estado fueron los que lograron que los policías están presos.
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Los amigos de Lucas González luego de recibir los tiros fueron a buscar ayuda de la policía. Porque como fueron atacados por “personas” de civil en un auto sin identificación, pensaron que habían sido víctimas de un intento de robo. La policía en vez de protegerlos los acusó.
“Casualmente” apareció una arma de juguete, una réplica, en el auto que viajaba Lucas. La familia dice que la plantó la policía. Y esto es coherente con el operativo impunidad que ya había salido en los medios. Clarín habló de “un delincuente con un tiro en la cabeza”, Infobae de “confuso episodio” y Perfil de “tiroteo entre delincuentes y policias”. Todos con “información” provista por la propia policía.
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En ambos casos la velocidad del operativo impunidad y encubrimiento demostró qué no era una improvisación de “manzanas podridas” que actuaron por su cuenta. La participación de otros integrantes de la fuerza - incluidas las jerarquías - hasta fiscales y medios de comunicación hablan de un modus operandi, que se desbarata como excepción y no como regla. Y qué depende de la familia de los organismos de Derechos Humanos que pueda ser desbaratado. Depende de la sociedad civil y no del Estado, que sabe que sin impunidad no hay perro guardián y por eso protege a los suyos.
Las arengas de los “mete bala” que envalentonan el accionar policial
La cuarentena qué le dio poder discrecional a la policía estaba en curso. El mismo 9 de Julio que Lucas Verón cumplía sus 18 años Sergio Berni estaba en La Matanza, en el puente 12. Fue la segunda vez qué hizo su pantomima militar arengando a sus fuerzas en una parodia de la películas hollywoodenses.
Mientras se apelaba a la responsabilidad individual, se promovía la cultura de la delación dónde cada ser humano que pise la vereda sea considerado un enemigo social, se empoderada a policías gendarmes y hasta el ejército. Se los nombraba como custodios de la salud pública. Mientras el poder hacía sus paquetas fiestas privadas con muchos invitados en Olivos, o en el cumpleaños de Carrió.
El asesinato de Lucas González ocurrió pocos días después de las elecciones. De finalizada una campaña dónde candidatos y funcionarios derechistas no se guardaron nada de su arsenal de mano dura, pena de muerte, ejecuciones sumarias. De darle toda la impunidad necesaria a la policía para que pueda disparar sin ser “acosada” por los Derechos Humanos.
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Bullrich, la madre de la “doctrina Chocobar” salió con sus clásicos pedidos de mano dura y de la impunidad necesaria para ejecutarla, siendo la portavoz del ala derecha de la derecha de Juntos por el Cambio.
Espert, emulando a los gringos rancheros que salen a cazar gente en la frontera con México armados hasta los dientes, señaló “Transformemos en un queso gruyere a un par de estos delincuentes como los de ayer. Apoyemos a la policía a que haga eso y esto va a empezar a mejorar un poco”, el caso Lucas demostró de que se trata esa “mejora”.
Berni no quiso que el Frente de Todos quede por detrás y pierda votos por derecha, así que salió a afirmar que no le temblaría la mano para aplicar la pena de muerte, y luego, como mopstrando sus trofeos de caza señaló: “desde que empecé la gestión, tenemos casi 150 delincuentes abatidos en enfrentamientos", corriendo por derecha a Espert con “hechos, no opiniones”
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Los medios de comunicación les abrieron todos los micrófonos y pusieron en la agenda hasta la pena de muerte. Instalaron la idea de una “sociedad presa de los delincuentes” que solo puede ser rescatada a costa de sacrificar todas sus libertades individuales y democráticas, para darle poder absoluto a la policía.
Algo que Thomas Hobbes escribió en 1651 en su “Leviatán”: como “el hombre es el lobo del hombre” y la sociedad es una guerra de todos contra todos, los individuos deben sacrificar su libertad en pos del Leviatán. Un estado absoluto qué nos cuide porque nosotros no podemos cuidarnos. La libertad muere en manos del orden. Y lo pagan siempre los más jóvenes, de los barrios más postergados. Porque la policía nunca abriría fuego contra un hombre blanco y trajeado, por más que con sus negociados se robe un PBI.
El gatillo fácil sin grieta
Graciela Aguilar, la mamá de Lucas Verón, dice en un video: “hoy efectivos de la policía de la ciudad asesinaron a Lucas González. Lucas, igual que mi hijo, de la misma edad, con las mismas ganas de vivir la vida, también asesinado por la policía pero de provincia. Lo asesinaron como a mi hijo, sin dar la voz de alto, queriendo tapar el crimen. Con mi luquitas hicieron lo mismo.”
Y luego envía su fuerza a la familia de Lucas, el otro Lucas, Lucas Gonzáles: “Cómo madre de un joven asesinado por la policía quiero abrazar a Cintia, la mamá de Lucas González. Acompañarla en su dolor, sé que es inmenso. Decirle que no es fácil levantarse cada mañana luchar contra la impunidad, caminar los tribunales en búsqueda de justicia. Pero es necesario para nuestros hijos, por los que vendrán, para que no haya más Lucas asesinados por las fuerzas de seguridad”. Y finaliza diciendo “hoy la policía se cobra una nueva vida: destruye una familia, la de sus amigos, su entorno. Mucha fuerza para la mamá de Lucas y toda su familia”.
Cintia, la hermana de Lucas Verón, consultada por este medio dice: “re triste, muy triste. Me conmueve mucho, me hace acordar mucho a mi hermano. Estoy mirando los noticieros y me explota la cabeza. Es muy parecido a lo que pasó con Lucas”. Luego nos pidió si tenemos formas de contactarnos con la familia de Lucas González porque les quieren mandar su apoyo.
El lunes se realizará una marcha en tribunales, convocada por familiares y amigos de Lucas González exigiendo justicia. “Queremos marchar con ellos con la bandera de nuestro Lucas. Desearles toda la fuerza del mundo y acompañarlos, porque yo pase exactamente lo mismo con mi hermano. Es muy parecido al caso... una criatura. Y todo lo que miente la policía nos pasó a nosotros también. Me pone muy mal todo esto, no me entra en la cabeza tanta maldad”.
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Por su parte Cristina Castro, la mamá de Facundo Castro, desaparecido y asesinado por la bonaerense dice a La Izquierda Diario sobre este nuevo caso de gatillo fácil “Desde ayer estoy muy conmovida, casi como ‘perdida’ te diría”. “Este nuevo asesinato nos mueve el piso a todos los familiares”, agrega con tono sereno pero firme.
Y luego reflexiona: “Además de esta tristeza, me da bronca ver la hipocresía de muchos que ayer bancaron a Berni y ahora salen a matar a Larreta. Me dan nauseas, me provoca mucho asco saber que esta vez sí se acordaron, porque es Larreta. Parece como que no supieran que es otro pibe más. ¿Y cuántos van ya?”. Para finalizar diciendo: “Con Larreta o con Kicillof, la Policía sigue matando a nuestros pibes”
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Y tiene mucha razón. Porque el gatillo fácil no se trata de “manzanas podridas” aisladas que actúan por voluntad propia. Los datos demuestran esta sistematicidad. Según el informe anual de la situación represiva de La Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi), 7.587 personas fueron asesinadas por el aparato represivo del Estado en todo el país desde el fin de la dictadura hasta 2020.
Carla Lacorte sobreviviente de gatillo fácil y autora del libro “La disciplina de las balas. Análisis en primera persona del gatillo fácil y la represión de la protesta en Argentina”, sostiene allí que “El origen del gatillo fácil se remonta a principios del Siglo XX y pega un salto enorme a nivel mundial, con el surgimiento del llamado Estado neoliberal, en el que un sector importante de la sociedad se convierte en precaria, en desocupada o directamente en pobre urbana. A este sector de la sociedad se le ofrece, en el mejor de los casos, asistencia social y en el peor de los casos, directamente violencia policial, gatillo fácil. Esta es la explicación del crecimiento de los casos y por la cual se aumenta la presencia de las fuerzas represivas en las barriadas del pueblo trabajador”.
Este lunes a las 19:00 nos movilizaremos junto a familiares y amigos de Lucas González para exigir justicia. Porque en este caso, como en el de Lucas Verón, Facundo Castro, Santiago Maldonado, Luciano Arruga y tantos otros, la responsabilidad de exigir justicia y de lograr que esto no ocurra nunca más queda en manos de familiares, amigos, organismos de Derechos Humanos y las organizaciones políticas y sociales que pelean contra la impunidad. No en manos del Estado. Porque el Estado es el asesino.
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José Muralla
Nació en Arenales (BA) en 1984. Es licenciado y profesor en Ciencia Política (UBA). Trabaja como docente de nivel medio en CABA y La Matanza. Desde 2007 milita en el PTS. Vive en Lomas del mirador y es parte del staff de La Izquierda Diario de la Zona Oeste del GBA.