Testimonios desde la movilización del Frente Sindical a la Basílica de Luján.
Juana Galarraga @Juana_Galarraga
Domingo 21 de octubre de 2018 00:14
Una chica con pechera de la Federación de Docentes de las Universidades le arrancó de las manos el celular a una compañera que estaba al lado. Le señaló el escenario, en clara señal de reproche y le indicó que despegara la vista de la pantalla y levantara la cabeza. Empezaban a sonar los primeros acordes del himno nacional argentino, luego de la misa ecuménica celebrada este sábado 20 de octubre en Luján.
El principal impulsor del evento fue el Frente Sindical por un Modelo Nacional (FRESIMONA). Las caras más visibles del espacio son Hugo y Pablo Moyano (Camioneros), Ricardo Pignanelli (SMATA) y Sergio Palazzo (La Bancaria). Desde el mediodía, una caravana de autos y colectivos llegó hasta los alrededores de la Basílica de Luján, para pedir por “paz, pan y trabajo”.
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Una locutora arrancó la jornada saludando la movilización “a los pies de la virgen”. La “oración por la Patria”, fue lo que vino después. “Jesucristo, señor de la historia, te necesitamos”, es la frase con la que empieza y termina la plegaria creada por la iglesia en el marco de la crisis del 2001.
La locutora leyó además un documento que denunció a Cambiemos como un “gobierno de pocos para pocos” y criticó la política económica, la pérdida de poder adquisitivo de los salarios y el crecimiento de la pobreza.
El énfasis puesto en la necesidad de la unidad, le dio la tónica del momento peronista a la jornada. Sobre el escenario estuvieron Gustavo Menéndez, Fernando Espinoza, Verónica Magario, Wado De Pedro, Daniel Scioli, Felipe Solá, Guillermo Moreno y Jorge Taiana. “Barones” del Conurbano, renovadores y kirchneristas unidos en el mismo rezo.
Las banderas, pecheras, chalecos y la organización de las columnas, mostró la composición sindical de la multitud. La mayoría de las personas estaba visiblemente encuadrada en algún sindicato o alguna organización social. En el palco, además de los líderes del FRESIMONA dijeron presente Roberto Baradel (Suteba), Hugo Yasky, Daniel Catalano (ATE), Néstor Segovia (Subte) de la CTA; Juan Pablo Biró (aeronavegantes), Walter Correa, Vanesa Siley, de la Corriente Federal de Trabajadores y muchas personalidades más del sector que se ubica discursivamente como ala “combativa” del sindicalismo argentino.
El encuentro fue “ecuménico” (de diversas religiones) y tomaron la palabra representantes judíos, musulmanes y evangélicos. Sin embargo, la oración por la patria se leyó más de una vez. Las torres puntiagudas de la Basílica tras el escenario y la misa a cargo del obispo Radrizziani, son elementos que marcaron la predominancia del culto católico en la movilización.
La preocupación por el destino del país a causa de las políticas de Cambiemos y la importancia de “mostrar unidad”, fueron una constante en cada testimonio recabado por este medio. Las voces en Luján, expresaron distintas interpretaciones sobre el carácter del evento y una escasa o nula perspectiva sobre cómo continuar la pelea en lo inmediato. La esperanza puesta en el 2019, fue una constante también.
Perdonar es ciudadano
Mientras el encuentro ecuménico se realizaba en la plaza, dentro de la Basílica tenía lugar una celebración eminentemente católica. Curas lanzaban agua bendita a la gente que se acercaba a los pies del altar, sacaba fotos de la virgen y cantaba. Decenas de niños y niñas con pecheras celestes observaban sentados en los bancos. Un cartel señalaba el lugar donde había que hacer fila para acceder al sacramento de la confesión que ofrecían dos sacerdotes. En la escalinata de la Basílica, una joven con el pañuelo verde atado en la cartera hablaba con su mamá.
Una de las oradoras del acto ecuménico fue la diputada nacional por Unidad Ciudadana,Vanesa Siley. La joven legisladora había dicho previo a la procesión, que le gustaría que las mujeres acudieran con sus pañuelos verdes.
Pocas le hicieron caso. De hecho ni ella lo lució en la jornada. Esta cronista contó 25 pañuelos aproximadamente, a lo largo y ancho de la concentración. La presencia masculina fue mayor que la femenina. La marea verde esta vez, fue la de los buzos, pilotos y chalecos de los gremios más convocantes: los Camioneros y los metalmecánicos del SMATA.
“Creo que es un conjunto, si bien ahora se está movilizando acá en Luján, es una confluencia de cosas, no es solamente lo religioso”, manifestó una telefónica de San Martín que llegó con el pañuelo verde. “Los organizadores del evento pueden estar a favor del pañuelo o no pero la idea es generar tolerancia, respeto. Va a haber seguramente un pañuelo celeste que tironee mi pañuelo, pero bueno, debatiremos el fundamento de cada uno”, sostuvo una joven que movilizó desde Escobar.
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Resulta difícil imaginar la unidad posible con los sectores que atacaron a mujeres por la calle por portar su pañuelo verde. Más difícil resulta imaginar qué diálogo o intercambio de fundamentos puede existir con los celestes que recientemente intentaron impedir una clase de educación sexual en La Plata y amenazaron con perseguir aborteros “hasta que no quede ninguno”.
Así de transversal y tolerante parece ser la unidad que requiere el camino hacia el 2019. La participación de Siley sobre el palco, junto a los sacerdotes y ejecutores de la misa, consistió en la lectura de la Oración por la Patria. “Danos la libertad de los hijos de Dios, para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden”, dice casualmente uno de los pasajes de la plegaria.
¿Cómo llegamos a esto?
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Un trabajador de una automotriz sostuvo que en su fábrica hay marchas a las que es “obligatorio” ir y otras a las que no. La de Luján era de las primeras.
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La secuencia se repitió varias veces. Acercarse a un grupo y pedir un testimonio, desataba la misma reacción de las rondas de trabajadores o trabajadoras. Automáticamente giraban la vista hacia una de las personas. “Ella habla, es la delegada”. “Hablá con él que es el que sabe”.
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A esa resistencia no te la robo
Con la última estrofa del himno, la desconcentración comenzó entre aplausos, dedos en V y al grito “Patria sí, colonia no”. Con tal consigna, la militancia que celebró la misa en Luján, intenta emular la mística de la resistencia peronista contra el régimen libertador y de la JP en los setenta.
“El gobierno tiene que terminar y se tiene que ganar en las urnas en 2019. Y así, ir armando la unidad de todos los sectores que quieran participar. Es la forma democrática, pacífica y humanitaria que por lo menos creo que nosotros tenemos”, aseguró una trabajadora judicial de Capital. Portaba un chaleco del SiTraJu con un bordado de la CGT.
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“Y sí, es una lucha triste porque de acá a un año seguramente va a haber más gente sin trabajo, va a haber gente que se muera por las condiciones que hay, va a haber más hambre pero bueno, es la resistencia”, concluyó. Si esta es la perspectiva "humanitaria", no entremos en detalles sobre otras de sus ideas para la resistencia.
Señores y señoras de la historia
“Jesucristo, señor de la historia te necesitamos, nos sentimos heridos y agobiados. Precisamos tu alivio y fortaleza”, se instó a rezar desde el escenario en por lo menos tres oportunidades.
La situación en el marco del ajuste de Cambiemos, el FMI y los gobernadores peronistas, puede ser “triste”. Más triste es sin embargo, que decenas de miles movilicen para rezar en tanto llega el 2019, mientras los sectores más vulnerables pagan incluso con su vida los costos de la crisis y de los ataques que hay que enfrentar ahora.
Qué diferente sería para los millones que padecen hambre, que no consiguen trabajo o no acceden a salud y educación públicas de calidad, si esas decenas de miles que fueron a pedir paz, pan y trabajo a la iglesia, al servicio del armado electoral del peronismo y bajo la tutela de la burocracia sindical, actuasen como verdaderos señores y señoras de la historia.
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Esa fuerza que las conducciones sindicales desplegaron a los pies de la virgen podría ser puesta en marcha este 24 frente al Congreso, para enfrentar a quienes se disponen a aprobar un presupuesto que profundizará la miseria y el hambre. La historia no está escrita ni hay nada que esperar. La lucha es ahora.