Los “4 o 5 errores” del Gobierno que hunden al país. La UCR se queja y reclama lugares en el gabinete. Odebrecht, el primo Ángelo y las coimas.
Martes 28 de febrero de 2017
Dicen que no hay que peor ciego que el que no quiere ver. En todo caso, el conocido refrán podría aplicarse directamente a la gestión presidencial que, cada día que pasa, intenta construir un país a su antojo, como en una suerte de remake del diario de Yrigoyen. Pero, en este caso, el problema es que no hay engaño hacia el primer mandatario, sino una suerte de autoengaño, especialmente alentado desde las más altas esferas del poder político argentino. Autoengaño que se pretende, sin mucho éxito hasta el momento, trasladar al conjunto de la población.
Ayer Mauricio Macri hizo una suerte de confirmación de “su modelo”. En declaraciones a diversos medios habló de un “cambio que es para siempre” y agregó que “cada día estamos mejor”. En ese marco, fustigó la –cada vez más moderada- movilización que convoca la CGT el próximo 7 de marzo.
Casi a la misma hora en que el presidente hablaba, decenas de miles de familias seguían sin energía en la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano. En algunos casos, el corte alcanzaba los 5 días. Para ellos, evidentemente, cada día no era mejor que el anterior.
Macri dijo también que su gestión había cometido apenas “4 o 5 errores” entre miles de decisiones. Pero la cuestión a señalar radica en que tanto los “errores” como los “aciertos” desnudan una política de ajuste sobre las condiciones de vida del pueblo trabajador.
“Errores” como la modificación del sistema con el que se calcula la suba de las jubilaciones, o los aumentos siderales en los tarifazos por solo citar dos ejemplos, solo lo fueron a posteriori cuando el descontento político y social evidenció que eran medidas que iban más allá de lo permitido por la relación de fuerzas al Gobierno.
El intento macrista de presentar y presentarse una realidad en progresivo mejoramiento choca con los números de la realidad, que no cesa de destilar anuncios de despidos, cierres de empresas y caída del consumo, entre otras noticias. Noticias que muestran precisamente que -a pesar de lo que dice que el Gobierno- la recesión “no terminó”.
Que los números de la economía no van en el buen camino es ya sentido común entre la población en general y los analistas políticos y económicos. Pero, como dice otro refrán, a confesión de partes, relevo de pruebas. El fin de semana, en las sierras cordobesas, un radicalismo en estado de ebullición se reunió allí para debatir su relación con el PRO.
Allí, el economista Martín Tetaz -hombre que suele ser un defensor acrítico de la gestión de Gobierno- dijo que “nos vamos a comer una paliza histórica”, en relación a las futuras elecciones. El sincericidio que fue acompañado por el cuasi-pedido de que Ernesto Sanz ingrese al gabinete nacional, nada más y nada menos que como jefe del mismo. La UCR no parece ser la única interesada en que eso ocurra. La patronal de la UIA –según el periodista Marcelo Bonelli- presiona en el mismo sentido.
En todo caso, el esquema político de Cambiemos se debate entre tener una pata peronista que le dé mayor margen de gobernabilidad –algo que ya hace María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires- o un esquema de más poder al radicalismo. Los “partidos tradicionales” se ciernen como sombras sobre la “nueva política” (burguesa). La CEOcracia, a poco más de un año de Gobierno, parece no estar pasando la prueba.
Por si faltaban cosas que pongan en crisis el diario de Mauricio, ayer se conoció que la empresa Iecsa, que pertenece al primo de Macri, Ángelo Calcaterra, estaría envuelta en la denuncia de haber recibido coimas por parte de la gigante brasilera Odebrecht.
En una entrevista con la revista Crisis, en 2016, Beatriz Sarlo –a quien nadie podría hoy tildar de “zurda”- decía que “al Gobierno actual le pesa su origen de clase, saben que si no pagaron ellos la coima la pagó el papá, y sino el primo”.
Una versión periodística indica que Macri anunciaría mañana, en el inicio de las sesiones legislativas, un proyecto de ley para sancionar a empresas que se hayan beneficiado por casos de corrupción. Después de las noticias de este lunes, una norma como esa podría terminar siendo un tiro en el pie para la CEOcracia gobernante.
Eduardo Castilla
Nació en Alta Gracia, Córdoba, en 1976. Veinte años después se sumó a las filas del Partido de Trabajadores Socialistas, donde sigue acumulando millas desde ese entonces. Es periodista y desde 2015 reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde hace las veces de editor general de La Izquierda Diario.