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Red Internacional
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Genocidio. Macri, Gómez Centurión y el intento de borrar la memoria de un genocidio de clase

El excarapintada justificó la dictadura. Hace meses, Macri había dicho que no tenía importancia si los desaparecidos “eran 9 mil o 30 mil”. Una agenda reaccionaria que acompaña el ajuste.

Martes 31 de enero de 2017

El Gobierno nacional sufrió, en menos de una semana, dos golpes autoinfligidos. El año que se inicia no parece estar marcado, hasta el momento, por los aciertos. Agreguemos que la economía está también lejos de acompañar.

La primera de las fallas estuvo dada por las idas y vueltas en torno a la modificación del calendario de feriados y el cambio del 24 de Marzo. La utilización de un decreto de necesidad y urgencia para trasladar un día emblemático en la cultura política nacional resultó en una catarata de repudios, que llegó hasta el mismo radicalismo, el centenario partido que se obliga a sí mismo a ser la base territorial de Macri y el PRO.

El fin de semana, el teatro de las disculpas funcionó a pleno, con parte de la cúpula de Cambiemos admitiendo el “error”. Macri no estuvo entre quienes hablaron. Se entiende, estaba nuevamente de vacaciones, después de 20 estresantes días de gestión.

Aunque versiones periodísticas indicaban que una nueva resolución presidencial ratificaría la inamovilidad del 24 de Marzo, hasta la noche de este lunes nada había por escrito. El macrismo demuestra una velocidad evidente a la hora de gestionar hacia la derecha y una parsimonia impactante a la hora de ir en sentido contrario.

Pero si el primer error causó chispazos, con el segundo directamente volaron brasas. En la tarde de este lunes, todavía el Gobierno “aclaraba” que las repudiables declaraciones de Juan José Gómez Centurión justificando el genocidio, eran “a título personal”. Las “disculpas” que el ex carapintada ofreció en la tarde, no sirvieron más que para ratificar su carácter de apologista del llamado Proceso de Reorganización Nacional, al que le critica algunos “excesos”.

A nadie deberían sorprender las afirmaciones. Gómez Centurión fue parte de los alzamientos carapintadas de abril de 1987 y enero de 1988, bajo la presidencia de Raúl Alfonsín. Aclaremos que no es el único de ellos que ha llegado a la palestra de la política. Está fresco el recuerdo del ex secretario de Seguridad durante el último Gobierno de CFK, Sergio Berni. Salvando las diferencias, todos los partidos patronales tuvieron y tienen sus propios carapintadas.

Excesos

Gómez Centurión reiteró el discurso que afirma que durante la dictadura hubo “excesos”, ocurridos en el marco de una “guerra justa contra la subversión”.
La llamada “teoría de la guerra sucia” fue el relato oficial de los genocidas. Un discurso de auto-defensa para justificar el accionar represivo, los centros clandestinos de detención, las torturas y desapariciones.

Pero, por más que ayer los funcionarios de Cambiemos hayan intentando presentar los dichos de Gómez Centurión como “opinión personal”, el ex carapintada no hace más que repetir a su jefe.

Fue el mismo Macri quien habló de “guerra sucia” hace escasos 5 meses, en una entrevista con el sitio BuzzFeed. Allí también afirmó “no sé si fueron 30 mil o 9 mil. Es una discusión en la que no voy a entrar”. La cifra es casi la misma que dijo el domingo Gómez Centurión, cuando habló de “22 mil mentiras y 8 mil verdades”.

Afinidades

“Quedate tranquilo. Ya te vamos a avisar cómo seguimos”. La frase pertenece, según un periodista de Clarín, a funcionarios que hablaron con Gómez Centurión en octubre pasado, cuando preparaban su retorno a la titularidad de la Aduana. Eso tenía lugar tras una suspensión por denuncias de corrupción en su contra.

La afinidad entre el ex carapintada y el titular del Poder Ejecutivo nacional es un dato ampliamente conocido. En su pasado reciente obra su labor en la Agencia Gubernamental de Control del Gobierno de CABA, durante el último mandato de Macri en ese distrito. Pero además, revistió como uno de las autoridades de la (¿ya extinta?) Fundación Pensar, uno de los think tank que conformaron la base del PRO.

Pero tal vez las coincidencias conceptuales entre Macri y Gómez Centurión deban buscarse más allá de esa estima y trabajo en común.

Una historia ligada al PROceso

Según relata Gabriela Cerruti en el libro El Pibe, a fines de los años 70, ya en tiempos de genocidio, Franco Macri buscó como tutor de su primogénito a Ricardo Zinn. Su prontuario exime de mayores explicaciones.

Zinn era, por aquellos años, el segundo de Martínez de Hoz en el Ministerio de Economía. El plan económico que implicó el genocidio de una clase social entera lo tuvo entonces como co-autor. Precisamente, en 1976, publicaría el libro La Segunda Fundación de la República, donde llegaría a escribir que “cuando un país cae en la decadencia, la única salida posible es el aniquilamiento de un modelo para reemplazarlo por otro”. Antes de marzo del ‘76, había sido el segundo de Celestino Rodrigo en el Ministerio de Economía y, según diversas investigaciones, es sindicado como verdadero autor intelectual del plan de ajuste que pasó a la historia como “Rodrigazo”. Agreguemos que Zinn no fue el único funcionario del Proceso en la vida del joven Mauricio.

No está de más recordar que el mismo grupo Macri tuvo, durante la dictadura un crecimiento exponencial, pasando de 7 a 47 empresas durante el período. La relación estrecha con los genocidas no merece mayores explicaciones.

Genocidio, relato y ajuste

Franco Macri, como el conjunto del empresariado que impulsó y se benefició con el genocidio, está impune. El poder económico del capital fue uno de los grandes beneficiados de la impunidad de las últimas décadas. El kirchnerismo, a pesar del relato sobre el “Gobierno de los derechos humanos” apenas rozó a ese poder. Las pocas causas que se sustanciaron terminaron en la nada misma.

Empresarios como Carlos Blaquier –que en 2010 se reivindicaba “cristinista”-, Vicente Massot o el mismo Héctor Magnetto fueron salvados por la casta judicial. Esa misma casta que el kirchnerismo dejó cuasi intacta y hoy es parte sustancial de la ofensiva contra sus principales figuras.

El macrismo en el poder, en alianza con el empresariado y la gran corporación mediática quieren inclinar la cancha aún más a la derecha. Se proponen borrar la memoria del genocidio. Genocidio cometido contra la clase trabajadora y el pueblo pobre del que salió beneficiado el capital. Ese intento reaccionario en el plano ideológico es el que acompaña una política de ajuste contra los intereses del pueblo trabajador.

Sin embargo, la memoria de los 30 mil desaparecidos y del verdadero significado del golpe vive en millones de personas. Esa memoria tiene expresión en las movilizaciones del 24 de Marzo cada año, pero también en múltiples debates y discusiones que recorren el cuerpo de la sociedad. Esa memoria se materializa en la lucha de los organismos de derechos humanos, de las organizaciones de izquierda y del sindicalismo combativo.

Ahí está el obstáculo que los Macri y los Gómez Centurión intentarán vencer. Pero no podrán.


Eduardo Castilla

Nació en Alta Gracia, Córdoba, en 1976. Veinte años después se sumó a las filas del Partido de Trabajadores Socialistas, donde sigue acumulando millas desde ese entonces. Es periodista y desde 2015 reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde hace las veces de editor general de La Izquierda Diario.

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