Dólar sin control y "confianza" en Cambiemos. El #CuadernoGate, un buen recuerdo. La "alianza kirchnerotrotskista" y la realidad de las cosas. Las calles hoy: posible escenario de multitudes.
Jueves 30 de agosto de 2018 00:00
"Tenía la sensación de estar inexistiendo aun cuando cumpliera con todos los requisitos de todo ser vivo". El señor de los venenos, Enrique Symns.
En la mañana de este miércoles, un sorpresivo mensaje del presidente Macri llegó al país. Apenas tres minutos alcanzaron para anunciar, nuevamente, negociaciones con el FMI. Como hace cuatro meses, el organismo internacional volvió a ser presentado como garante, en última instancia, del pago a los grandes especuladores.
Tras ese eufemismo que es la “confianza de los mercados” se esconden los negociados de los grandes especuladores financieros, nacionales e internacionales. Cada nueva concesión a la agenda que imponen esos sectores, refracta en mayores ataques contra las condiciones de vida de las mayorías populares.
Solo en la jornada de este miércoles el dólar pegó un salto de más de $ 2. Esa suba, más temprano que tarde, empujará nuevos saltos en cuanto a inflación y recesión. Los dictados de los llamados mercados equivalen a catástrofes para el conjunto del pueblo trabajador.
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Todo parece indicar que, para el gran capital imperialista, el gobierno de Macri no ofrece las suficientes garantías a la hora de aplicar el ajuste que exigen.
El descontrol oficial sobre la situación está atado a múltiples variables. A la debilidad política de la figura presidencial hay que sumar las contradicciones estructurales de un país que –bajo gestión “populista” o “republicana”- siguió profundamente atado a los dictados del gran capital internacional.
La crisis en curso empuja, objetivamente, a medidas de fondo, claramente anticapitalistas. Ejemplifiquemos brevemente: la masiva fuga de capitales no puede frenarse sino a condición de nacionalizar la banca bajo control de los trabajadores y establecer el monopolio estatal del comercio exterior.
La libertad de circulación del capital debe ser restringida en interés de las grandes mayorías populares. El saqueo de Macri, el FMI y “los mercados” es imparable sin afectar a la gran propiedad capitalista.
Cuadernos para el olvido
“¡Cómo si bastasen los pequeños gestos para enderezar al país!”. La novela de Perón, Tomás Eloy Martínez.
En este marco, la operación lanzada por Bonadio, Stornelli y la gran corporación mediática poco parece importar ya. Durante las últimas semanas, la crisis social y económica vino galvanizando su efecto en parte de la opinión pública. En ese marco, el crecimiento sideral del “club de los arrepentidos” sienta las bases de una extendida impunidad para los empresarios coimeadores.
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Ante el conjunto de la población trabajadora emerge un océano de corrupción, donde se enredan empresarios y funcionarios, desprestigiando al conjunto de la llamada “clase dirigente”. La flecha apunta hacia aquello que, expresando una crisis de hegemonía, ha sido definido como “separación entre dirigentes y dirigidos”.
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Los hechos confirman el carácter de casta privilegiada de jueces y fiscales. Resulta ocioso explicar porque –como propone la izquierda- es necesario que sean elegidos por voto popular. Conceptos como Poder Judicial y Justicia no resultan equiparables.
Las calles, las aulas, las tomas, los paros nacionales
La contracara del “país de los mercados” vuelve a emerger. Por estas horas el movimiento estudiantil ocupa la escena, como protagonista de un enorme proceso de lucha, que marca el país en todas direcciones.
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Se podría decir que la marea verde encontró allí su continuidad y extensión. Facultades tomadas, movilizaciones masivas, asambleas multitudinarias. Los reclamos tienen destinatarios claros: gobierno nacional y rectores, sean estos oficialistas o peronistas. La cuestión salarial docente es asumida como propia, pero se apilan demandas.
El macrismo responde con macartismo para desprestigiar el reclamo. Aulas colapsadas, problemas edilicios, falta de calefacción y el reclamo extendido de decenas de miles de docentes y estudiantes son argumentos más que suficientes en su contra.
Les estudiantes expresan, con su movimiento, el enorme descontento social ante la crisis y el ajuste. Concentran el sentimiento de millones que sufren la caída del poder adquisitivo, los despidos y la extensión de la precarización laboral.
Las calles no son solo de les jóvenes. Hace pocos días, abriendo el camino a una nueva coyuntura política, los trabajadores del Astillero Río Santiago enfrentaron la represión brutal de Vidal. Este miércoles, en La Plata, fueron parte de una importante movilización junto a docentes y estatales, que llegó hasta las puertas de la gobernación. Los trabajadores de la Línea 60 protagonizan un fuerte paro por estos días. En el Oeste, donde está el agite, un hecho de enorme importancia se dio este miércoles: 200 médicos y decenas de residentes se sumaron a una protesta contra los despidos.
Esa tensión social explica también el llamado de la CGT a un paro nacional, el 25/9. La fecha, lejana en el tiempo para las urgencias del momento, viene con simbolismo incluido: ese día se cumple el aniversario del asesinato de José Ignacio Rucci.
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Para los sectores combativos del movimiento obrero y de la juventud se impone como obligación tomar la medida en sus manos y convertirla en un paro activo.
El trosko-kirchnerismo: mitos y más mitos
Por fuera de la mente febril del ministro Finocchiaro y de los chistes que circulan en redes sociales, la “alianza kirchnerotrotskista” no existe.
Movilizaciones y protestas suelen unir, a veces, a quienes se referencian en ambos espacios. Pero esos terrenos articulan un conjunto mucho más vasto en cuanto a preferencias políticas. Mirando más de cerca las diferencias y tensiones entre ambos sectores pueden encontrarse allí donde se busque. Listemos, a fin de ilustrar, un par de ejemplos.
Este miércoles, en el marco de la crisis nacional, La Izquierda Diario y Página/12 presentaron columnas de referentes sindicales. En el primer medio, Camilo Mones -dirigente del PTS y del Movimiento de Agrupaciones Clasistas- señaló que “la lucha contra el ajuste es ahora, y está en las calles”. El referente de la lucha de PepsiCo criticó el llamado a “esperar el 2019” y exigió un paro activo nacional y un plan de lucha para enfrentar el plan de Macri.
En Página, Pedro Wasiejko, dirigente de la CTA, propuso “apostar a través de la vía democrática a que en el año 2019 haya un cambio de gobierno y, en el mientras tanto, como organizaciones sociales, como sindicatos, como trabajadores tenemos el derecho al reclamo, a plantear nuestras necesidades y defender nuestros intereses”.
Las perspectivas son opuestas. Por el vértice. La del dirigente kirchnerista es, directamente, reaccionaria. Permite la continuidad de un plan económico que hunde cotidianamente el nivel de vida de millones.
Las diferencias se ahondan si se mira al interior de la elección de la CTA de los Trabajadores, que tendrá lugar el próximo 6/9. Allí la izquierda trotskista es oposición al kirchnerismo. Si se siguen con atención los debates, se podrá encontrar un extendido catálogo de críticas hacia la moderación de la conducción.
De conjunto, el kirchnerismo expresa el mismo programa del peronismo, pero acompañado de vetas progresistas y una mayor denuncia al macrismo. Esa fuerza política, más allá de las tensiones internas, otorga un claro blindaje político al oficialismo, garantizando leyes en el Congreso y pasividad en las calles.
De programas y salidas
“Muchos no comprenden que no somos un ‘partido de clase’ sino un gran Movimiento Nacional”. El presidente que no fue, Miguel Bonasso.
A inicios de este siglo, la crisis de la convertibilidad abrió grandes brechas en la clase capitalista, configurando dos claros bloques. Entre devaluacionistas y dolarizadores, ganaron los primeros.
Aunque fue la movilización popular la que derrotó el plan neoliberal de De la Rúa, Cavallo y el FMI, la salida política vino de la mano del peronismo duhaldista, mediante un plan económico que hundió el salario obrero. La “década ganada” del kirchnerismo debe (y mucho) a la devaluación duhaldista.
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En aquellos años, la conducción de la CGT se sumó al bloque devaluacionista, subordinado los reclamos de la clase trabajadora a los intereses de una fracción capitalista.
Actualmente, las brechas al interior del empresariado no alcanzan aquellos niveles. Eso no limita a la conducción de la CGT para trabajar en aras de una salida política el año próximo, de la mano del peronismo. La consigna “hay 2019” acompaña la negativa a convocar medidas de lucha contundentes en aras de derrotar el plan de ajuste cambiemita.
Las discrepancias discursivas entre sindicalistas opositores y pseudo-oficialistas no cuajan en diferencias sustanciales en cuanto al camino elegido. Con una urna en la cabeza, moyanismo y CTAs -más allá de la dureza verbal- trabajan pensando en 2019. El paro de 36 horas lanzados por estas centrales podría también quedar en acción aislada y testimonial.
Frente al ataque en curso, esas conducciones se ubican como un verdadero obstáculo para que se despliegue el enorme poder de la clase trabajadora. Esa fuerza social que paralizó el país el pasado 25J, mostrando una impugnación posible al dictado del gran capital.
Ante la catástrofe social se impone como necesaria la perspectiva de una huelga general que ponga ese poder en movimiento hasta derrotar el plan económico de Macri y el gran capital.
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Eduardo Castilla
Nació en Alta Gracia, Córdoba, en 1976. Veinte años después se sumó a las filas del Partido de Trabajadores Socialistas, donde sigue acumulando millas desde ese entonces. Es periodista y desde 2015 reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde hace las veces de editor general de La Izquierda Diario.