Se trata del fondo de inversión más grande del mundo. En Argentina se hizo conocida como fondo buitre y por participación en la gráfica R.R. Donnelley, empresa que hoy funciona bajo control obrero.
Jueves 27 de octubre de 2016
De la reunión participaron Laurence Fink, fundador del fondo global estadounidense, el presidente Mauricio Macri, el ministro de Hacienda Alfonso Prat Gay, y el asesor presidencial en materia de inversiones Horacio Reyser.
Según los trascendidos, el magnate se habría mostrado interesado en las oportunidades de inversión en el sector energético y en el desarrollo de instrumentos financieros para la especulación inmobiliaria. Sin embargo, es poco probable que no se haya hablado de otras áreas de interés para el fondo de inversión que ha crecido exponencialmente desde la caída del Lehman Brothers especulando con títulos de deuda pública.
En 2014 la ex presidenta Cristina Fernández denunció al fondo de inversión por “maniobras desestabilizadoras” y solicitó la aplicación de la reaccionaria “Ley Antiterrorista”. Claro que esto nunca ocurrió y los buitres siguieron reforzando su posición en la “nacionalizada” YPF.
Sin embargo, desde el primer día el gobierno de Macri intentó un giro en la agenda diplomática reforzando las relaciones carnales con los fondos de inversión en general, y con BlackRock en particular.
El primer acercamiento público fue en el Council of Americas realizado en New York bajo el auspicio del gigante de las finanzas y del que participaron los principales inversores y empresarios del mundo. En aquella oportunidad, Alfonso Prat Gay reconocía ante los buitres que “la mayor parte del trabajo sucio ya está hecho”.
En el mes de mayo la compañía informó a sus accionistas que estaba reduciendo sus posiciones en los mercados de deuda de los países emergentes, aunque resaltó el interés que aún conservan por las altas tasas de rentabilidad de los bonos de deuda argentinos.
Pero BlackRock no solo es un multimillonario fondo de inversión, sino también un actor de poderosa influencia en el diseño de las políticas de los Bancos Centrales a escala global.
Más que un buitre
Difícilmente se pueda exagerar la magnitud y la influencia de BlackRock. Se trata del fondo de inversión más grande del mundo, con un patrimonio de 4,65 billones de dólares. Si fuera un país sería la cuarta economía mundial detrás de EE.UU., China, y Japón.
Tiene participación en las principales empresas del mundo en todas las ramas, desde los principales bancos globales, pasando por las principales industrias, empresas tecnológicas, de consumo masivo, entretenimientos, mineras, farmacéuticas, y los principales consorcios de fabricaciones militares.
Actualmente, es el tercer mayor accionista corporativo de Apple, también posee una importante participación enAlphabet (la compañía titular de Google), Microsoft, Facebook, IBM, Amazon, Intel, y AT&T. Es titular de parte del Citigroup, Bank of America, Visa, JP Morgan Chase, Wells Fargo, y American Express. Tiene acciones en las petroleras Chevron y ExxonMobil; las automotrices Ford, General Motors; las empresas de bebidas Coca Cola y PepsiCo; compañías de consumo masivo como Kimberly Clark, Starbucks, Procter & Gamble, McDonald’s o Johnson & Johnson. Pero no solo participa en el mercado de las acciones corporativas, también es uno de los principales especuladores institucionales con títulos de deuda pública.
HeickBuchter, periodista y autora de un libro sobre el fondo de inversión global, afirma que “Blackrock asesora a bancos centrales y Ministerios de Hacienda, a grandes inversionistas y fondos estatales, e igualmente a fondos de pensiones de Estados Unidos o aseguradoras y fundaciones (…) En buena cuenta no hay casi nada en el mercado financiero en lo que BlackRock no esté involucrado de una u otra forma”.
De acuerdo a una crónica del diario español El País, el gran salto delante de BlackRock se produce hace seis años luego de la compra de la división de gestión de activos de Barclays y por su participación en la gestión de activos tóxicos de las corporaciones financieras rescatadas por los Estados de las principales potencias.
El propio Tesoro de EE UU contrató los servicios de BlackRock para el diseño de la política de rescate a los responsables del fraude de las hipotecas subprime y de la crisis financiera más grande de la historia.
En 2014 el Banco Central Europeo también contrató los servicios de “asesoramiento” de BlackRock para el diseño de un programa de adquisiciones de activos tóxicos. También viene “asesorando” a las economías más afectadas por la crisis, como son los casos de España y Grecia.
Laurence Finklo resume: “Siento la responsabilidad de ayudar a los gobiernos a adoptar las políticas adecuadas, a veces hablando claro y mostrando desacuerdo, pero siempre pensando en el interés de nuestros clientes”, y agrega,“los ajustes son dolorosos, pero son necesarios para reorientar la economía y devolverla a la senda del crecimiento y para introducir una mayor disciplina en los gobernantes”.
El poder disciplinatorio que ejerce el capital financiero internacional sobre los gobiernos capitalistas de estas latitudes no es una novedad. Pero en una fábrica de la zona norte del Gran Buenos Aires, los obreros de Madygraf (ex Donnelley) dieron un pequeño gran ejemplo de resistencia cuando los directivos abandonaron la planta y se dieron a la fuga tras comprobadas maniobras fraudulentas y la amenaza de dejar en la calle a más de 200 familias.
Un pequeño gran ejemplo de la única fuerza social que aliada al pueblo pobre puede poner fin al saqueo imperialista que por estos días festejan los diarios oficialistas.