A pocas semanas de las PASO hacia las elecciones legislativas, Facundo Manes “sorprendió” encabezando la interna dentro de Juntos (por el cambio). Aunque varios medios de comunicación lo posicionan como un “outsider”, su recorrido muestra lo contrario. Antes de preguntarte si es un neurólogo o consejero de autoayuda, te invitamos a conocer su perspectiva sobre la salud mental.
Viernes 13 de agosto de 2021
@Coqueinchaurre
"Hay que curar a una sociedad enferma” es una de las frases que repite en distintos medios de comunicación cuando es entrevistado por su pre-candidatura a diputado por la Provincia de Buenos Aires. ¿Demagogia?, ¿Egolatría?, ¿Pedantería discursiva? Sí, pero además con esa frase muestra cual es su perspectiva sobre algo tan complejo como los procesos de salud y enfermedad. Para quienes venimos siguiendo el recorrido de este neurólogo, sus dichos no sorprenden. Debajo de ellos se esconden sus concepciones más conservadoras, reduccionistas y positivistas. Aunque su “salto” a la fama se dio como divulgador científico ligado a la corriente mayoritaria en las neurociencias, en su recorrido político encontramos distintos “hitos” que resultan necesarios enunciar.
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¿Un outsider?
Aunque se presenta como una “renovación” de la política, la realidad muestra otra cosa. Corría el año 2002, con las consecuencias de una década neoliberal a flor de piel expresándose en las jornadas del 2001, cuando fundó el partido “1810”, junto con otros profesionales (ex miembros de la UCEDE) y ex-gerentes de empresas multinacionales. Entre sus ejes centrales planteaba reconstruir el país mediante una “revolución tecnócrata” en base a aplicar el ajuste social y fiscal que pedía el FMI, mientras en distintas oportunidades expresaba sus elogios a George Bush. Recientemente, para acreditar su afiliación partidaria a la UCR, en una entrevista realizada en La Nación comentó que durante sus años de estudio en la UBA se acercó a la Franja Morada expresando una adhesión política-ideológica a dicha corriente estudiantil.
Durante el Gobierno de Mauricio Macri, Facundo Manes fue contratado mediante la fundación que preside, INECO, como asesor en temas relacionados a educación desde una perspectiva ligada a la “neuroeducación” y el desarrollo del capital mental, adoptada por los principales países imperialistas. Desde esta perspectiva, se reduce el complejo proceso de enseñanza y aprendizaje solamente a funciones “activas” del cerebro, donde llevado al extremo (y tampoco tanto), lleva a que aumenten los diagnósticos basados en el DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) sobre problemas de atención o hiperactividad. La solución: el crecimiento de recetas y planes psicofarmacológicos en niñxs. Los factores psicosociales, los vínculos afectivos con familiares y pares y las condiciones materiales de vida tienen nulo lugar para pensar el proceso de aprendizaje: El poder médico-hegemónico encarnado en las políticas educativas.
¿Qué perspectiva sobre la salud y salud mental propone Manes?
En 2018, pasó a ser funcionario del Gabinete de María Eugenia Vidal, en la “Unidad de Coordinación para el Desarrollo del Capital Mental”. Allí planteaba:
“La pobreza genera un impuesto mental. Tenemos que intentar, con el aporte de la ciencia moderna, cambiar el esquema mental: que la gente bajo situaciones vulnerables deje de pensar en la próxima hora y empiece a pensar en un proyecto, que quiera mejorar en su vida”. (en la presentación de la Unidad de Coordinación Para el Desarrollo Del Capital Mental” 7 de julio 2016)
Un poco perverso para quien apoyó y fue parte de un Gobierno que aumentó los índices de desocupación y pobreza adquiriendo una de las deudas más grandes de la historia con el FMI. Parece que pensar un proyecto de vida tendría solo que ver con un esquema mental o con la mera voluntad. Al finalizar el gobierno de Macri se registraba un 35,4% de pobreza, lo cual ascendía a un 52,6% en los menores de 14 años. Actualmente hay un 42% de pobreza y la precarización y flexibilización laboral ha seguido escalando. Tan solo un tercio de la población posee trabajo registrado. Es en este contexto que el científico propone "dejar de pensar en la próxima hora y proyectar".
Párrafo aparte amerita el enunciado sobre el “impuesto mental” que genera la pobreza, ante una problemática social estructural que atraviesan los Estados capitalistas. Nuevamente es como si la solución solo pasara por un “cambio de estructura mental”. A esto lo llamamos reduccionismo biologicista, el cual tiene en su seno una perspectiva que sólo se liga al funcionamiento de las estructuras mentales, dejando por fuera todo proceso social, cultural y psicológico. “(...) que la gente bajo situaciones vulnerables deje de pensar en la próxima hora y empiece a pensar en un proyecto, que quiera mejorar en su vida”. De esta forma, cierra uno de sus primeros diálogos como funcionario del Gabinete de Vidal. Qué fácil para el neurólogo de Cambridge hablar sobre lo que viven día a día quienes se encuentran bajo los índices de pobreza ¿no? Meritocracia y emprendurismo, al palo. ¿Les suena algo del discurso de Cambiemos?
Actualmente ya se comprometió a continuar con esta perspectiva reduccionista y biologicista: en una entrevista reciente con Alejandro Bercovich en el programa Pasaron cosas, enunció: “La primera ley que voy a hacer es para invertir en el capital mental, en el cerebro de los chicos. No podemos echarle la culpa a la pandemia (...) Hoy muchos chicos en la Argentina tienen malnutrición, viven en la pobreza en contextos adversos, sin estímulo afectivo y cognitivo”. Una vez más, frente a problemas estructurales y por demás complejos, el foco está en la estructura mental, biológica e individual.
Podríamos seguir enunciando algunas de las “revelaciones” de Facundo Manes sobre el uso del cerebro, como la comparación entre “masculinos” y “femeninos”, que explicaría por qué hombres y mujeres tenemos capacidades “innatas” diferentes debido a la evolución de nuestra especie. Machismo, a pleno. Como dato de color, recientemente ha lanzado un podcast “Pensar de nuevo” donde Manes debe “explicarle” a la “mente” (personaje encarnado en una voz femenina que hace preguntas) cómo funciona el cerebro. ¿Casualidad? Sin embargo, es necesario abordar cuáles son los problemas que trae aparejado el avance de las corrientes ideológicas ligadas a las neurociencias como formas de interpretar, analizar y percibir el mundo (y nuestra propia existencia).
¿De donde surgen las llamadas neurociencias que tanto reivindica este candidato?
En el libro Genes, Células y Cerebros (editado por Ediciones IPS), Hilary Rose y Steven Rose detallan el ascenso de las neurociencias durante la década de 1990, llamada “La década del cerebro”, donde el financiamiento a las investigaciones relacionadas al cerebro por parte de los Estados, la industria farmacéutica, los militares y fundaciones, tuvieron cifras récord. Los objetivos que impulsaron al incremento de estas investigaciones tenían dos objetivos: para los neurocientíficos, superar la frontera de la biología comprendiendo el cerebro, sus funciones y la mente misma (inclusive la conciencia). Para sectores ligados a la salud mental como la psiquiatría, poder disputar una deuda pendiente desde los años ‘50, alcanzando el mismo estatus que la medicina. La división de los campos entre la “ciencia” y lo “social” pareciera durante las dos últimas décadas subordinar el último al primero. Mediante la neurociencia se propuso tratar desde problemáticas severas de salud mental hasta la pobreza o indigencia.
Desde esta perspectiva, la industria farmacéutica ha invertido millones y millones en todo el mundo. Sin embargo en el 2011 cuando se llegó a la cantidad “récord” de diagnósticos de salud mental, farmacéuticas como Pfizer se comenzaron a retirarse de la investigación de psicotrópicos en búsqueda de “negocios” más rentables, como tratamientos para el cáncer, . A pesar de esto siguen siendo estos mismos sectores empresariales quienes juntos al poder médico-hegemónico se esfuerzan por mantener el reduccionismo biologicista como principal fuente del saber. Desde esta perspectiva, en nuestro país, vemos algunas de las teorías que operan como límite para la plena implementación de la Ley Nacional de Salud Mental. A su vez, las injerencias e intereses empresariales, tanto de la medicina privada como de la industria farmacéutica mantienen su alianza con una perspectiva manicomial en salud mental. Veamos, a continuación, qué políticas públicas están en debate..
Ley de Salud Mental: ¿Por qué no se aplica efectivamente? ¿Quiénes son responsables?
Retomemos el accionar del espacio que integra Manes. Durante el macrismo, de la mano de Andrew Black- ex director de la Dirección Nacional de Salud Mental y Adicciones- se intentó avanzar contra la Ley Nacional de Salud Mental 26.657, tratando de derogar la resolución 1484/15 que establecía las normas mínimas para la habilitación de establecimientos y servicios de salud mental, prohibiendo la creación de nuevos hospitales monovalentes en consonancia con el espíritu desmanicomializar de dicha ley. Si Manes, en la actualidad, propone que la ciencia y la salud mental ocupen un lugar en la agenda, habría que avisarle que su espacio político recortó en ambas áreas mientras fue gobierno.
Pero no hay que olvidar que no solo este espacio político tiene sus polémicas en lo que respecta a salud. Recientemente este tema volvió a formar parte de la agenda mediática a partir del disparo que recibió Chano Charpentier por parte de la policía Bonaerense, ante un presunto episodio de “brote”, cuando lo que se necesitaba era la intervención de un equipo de salud y la aplicación de la Ley de Salud Mental.
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Lo cierto es que esta ley existe hace más de diez años, y desde entonces hubo 6 años de gobiernos Peronistas/Kirchneristas y 4 años de Juntos por el Cambio. Ninguno de estos gobiernos implementó el presupuesto necesario para la aplicación de la ley: acá no hay grieta. Tampoco la hubo cuando a partir del caso del cantante de Tan Bionica, referentes de ambos sectores como Berni, Santoro que encabeza la lista a diputados del Frente de Todos, en Capital Federal, o Patricia Bullrich, y María Eugenia Vidal, quien encabeza la interna de Juntos en la Ciudad por el PRO, aprovecharon para discutir la necesidad de aumentar las políticas represivas con la implementación de las taser. Frente a los problemas de salud, ambos espacios políticos proponen discutir sí lo mejor son balas o plomo, como intervención de salud. Hoy la situación es crítica: en plena pandemia el presupuesto en esta área sufrió un recorte del 12%. Es necesario discutir medidas de fondo y que se inviertan las prioridades.
El debate que nos merecemos y nos debemos…
En nuestro país, el intercambio en torno a las distintas corrientes de pensamiento que intervienen en Psicología se encuentran vigentes en los espacios académicos que transitamos. Por ejemplo, en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, con fuerte predominancia psicoanalítica de orientación lacaniana, hace varios años se ha visto interpelada por distintas críticas en torno a la formación académica y profesional por parte de sectores afines a las Terapias Cognitivo Comportamentales y las Neurociencias. Frente a la imposibilidad del psicoanálisis para adoptar una perspectiva crítica, acorde a las problemáticas actuales y los nuevos debates sociales que atravesamos, rescatando sus núcleos del saber, se abre y allana el camino hacia la búsqueda de respuestas herederas de la psicología positivista y conductista de los años ‘50. Dentro de estas últimas, surge la necesidad, bajo el más amplio y democrático debate, de interpelar las concepciones que llevan consigo arraigadas favorablemente a sectores de la medicina privada y los grupos farmacéuticos. La complejidad de la existencia humana requiere una lectura interdisciplinaria que pueda intentar abordar la multiplicidad de modos de subjetivación existentes en la sociedad en la que vivimos, donde “ciencia” y “sociedad” no sean determinismos acabados sin una asociación dialéctica a fin de comprender los procesos de la mente y conciencia humana desde una perspectiva social, cultural e histórica.
Si avanzan corrientes de pensamiento teórico e ideológicas afines a los estándares que moldean los Estados imperialistas y capitalistas, sus marcos teóricos y praxis, deberíamos retomar la pregunta que se planteaba Marx “Cui bono?” (¿Quién se beneficia?), en una sociedad dividida en clases sociales donde los sectores de la burguesía, propietaria de los medios de producción, muestra que la finalidad de la ciencia y técnica bajo el Capitalismo solo se encuentra al servicio de las ganancias empresariales. Estamos hablando de una sociedad donde pueden existir personajes como Facundo Manes, que saltan a la fama como divulgadores científicos, reivindicando la democratización del conocimiento científico pero sin cuestionar al servicio de quien. Democratizar los avances de la ciencia y la técnica, sólo es posible con un rol activo de las y los trabajadores, mientras las investigaciones se encuentren financiadas por grandes grupos económicos que moldean, política e ideológicamente, el curso de la relación entre “ciencia” y “sociedad”, las grandes problemáticas sociales no estarán en el centro de la escena.
Además, mientras interpelamos los debates teórico-ideológicos que se encuentran en nuestra formación y práctica profesional, resulta pertinente discutir qué hacer para que se implemente la Ley Nacional de Salud Mental.
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Es urgente aumentar los recursos para atención y cuidado en Salud Mental, la reconversión de los hospitales psiquiátricos en polivalentes para defender la atención pública sin afectar las condiciones de trabajo ni el salario de sus trabajadorxs, la creación de dispositivos intermedios y centralizar el sistema de salud afectando las ganancias privadas. Además, nacionalizar la industria farmacéutica, bajo la órbita del Estado y organizado por sus trabajadores. ¿Te imaginas cómo hubiésemos hecho frente a la pandemia si hubiera habido voluntad política de aplicar estas medidas? Cuando se trata de nuestras vidas, no puede haber medias tintas. Sólo el Frente de Izquierda Unidad votó en contra del ajuste del presupuesto en salud y levanta estas propuestas en pos de la salud pública, gratuita y de calidad. Llevando adelante estas medidas, la salud y sus recursos estarán a disposición de las necesidades sociales y no de la ganancia capitalista.
Ninguna de estas medidas saldrá de las variantes políticas que mientras se llenan de discursos sobre la importancia de la salud, en los hechos recortan los recursos necesarios para que la misma sea de calidad y para las grandes mayorías. Para aplicarlas, es necesario que la clase trabajadora imponga su agenda y sus demandas, tanto en las calles como en el Congreso. Gran ejemplo de esto son las y los trabajadores de la salud de Neuquén, que, organizados, movilizados y tocando los intereses de los extractivistas en Vaca Muerta, lograron conquistar sus demandas salariales. Así como también lo muestran en el Garrahan, principal hospital del país especializado en Pediatría, que sigue exigiendo más recursos para la salud y condiciones laborales dignas.
Que no te engañen, las "nuevas caras" de la política: son viejos conocidos que levantan perspectivas y políticas que atrasan. La novedad está en las y los que se atreven a cuestionar que la salud y nuestras vidas no están entre las prioridades de esos mismos partidos, y se convencen de que otro camino (por izquierda) es posible.
Yohia Cardoso Marino
Lic. Psicología de la UBA @Yohia05