La propuesta de Manini de que militares construyan carreteras como forma de financiar aumentos salariales para la oficialidad pretende una mayor participación de las FFAA en tareas civiles, presentándolas como que hacen tareas “útiles” para la sociedad. ¿Cómo tiene que encarar la obra pública el Estado?
Domingo 15 de noviembre de 2020
En esta semana se conoció la propuesta del senador y líder de Cabildo Abierto Guido Manini Ríos de financiar aumentos salariales para sectores altos de las Fuerzas Armadas por medio de la participación en la construcción de rutas nacionales.
La propuesta, planteada en una reunión de bancada de senadores de la Coalición Multicolor, fue bien recibida por los otros partidos: el ministro de Defensa Javier García dijo que es una iniciativa “interesante” que el propio Manini ya había planteado cuando era Comandante en jefe de las FFAA en 2015. Desde el sindicato de la construcción (SUNCA) ya expresaron su rechazo planteando que “va en sentido contrario con la generación de empleo”.
En este caso la propuesta del líder de Cabildo Abierto apunta a la construcción de la ruta 6, pero no debemos olvidar que el mismo Manini, con el apoyo del entonces presidente Mujica, también había propuesto hace unos años que el Ejército brindara “educación cívica, valores, disciplina, normas de higiene y un oficio” a quienes no estudian ni trabajan”.
Avanzar en la reconciliación con las Fuerzas Armadas
La iniciativa de Manini tiene varios objetivos, pero uno de ellos tiene que ver con avanzar en la reconciliación de las FFAA y la sociedad.
Al igual que con su propuesta en relación a los “ni-ni” Manini quiere mostrar a unas FFAA “útiles” sensibles y solidarias con la sociedad. No hay oportunidad en que no deja de señalar el rol que supuestamente tienen en catástrofes naturales o incluso en momentos de crisis sociales o económicas, cuando el ejército aparece colaborando, preparando platos de comida, dando albergue a la población, etc.
Frente a la visión extendida en la sociedad de que las FFAA no cumplen ninguna función y que los soldados están en los cuarteles sin hacer nada, Manini intenta presentarlos como un sector activamente integrado a la sociedad, con la que colabora en momentos “difíciles”.
Cabe aclarar que Manini no está solo en esta iniciativa; todos los partidos del régimen han buscado este acercamiento entre civiles y militares y dar una imagen positiva a los soldados.
El propio ministro Javier García señaló días atrás que en estos temas hay que “eliminar prejuicios y dogmas” con palabras de elogios a “nuestros soldados, que preparan 600.000 platos de comida, que rescatan en las tragedias climáticas o nos protegen de la pandemia en la frontera”.
Incluso durante el gobierno del Frente Amplio hubo convenios de la UTU con las FFAA para la capacitación en oficios y que los estudiantes pudieran hacer prácticas en cuarteles. Tampoco podemos olvidar que también durante el periodo frenteamplista se les otorgó a las FFAA tareas de seguridad interna al encomendarles el patrullaje en zonas de frontera.
Al mismo tiempo que Manini lanza su propuesta de que los militares construyan rutas, el Ejército anuncia que realizará una revisión de sus planes de enseñanza y estudio en lo vinculado a su participación en los hechos de la historia de los últimos 60 años. Se trata simplemente de una reforma cosmética que mantendrá el relato de haber “salvado la patria” derrotando al “terrorismo” y cuyo pasado genocida será visto como un producto de simples excesos; por algo defienden a capa y espada la impunidad para los crímenes de la dictadura.
Los intentos por represtigiar a las FFAA van de la mano con su fortalecimiento y mayor protagonismo en la vida del país.
¿Qué hacer con las Fuerzas Armadas?
Existen en el Uruguay, alrededor de 26mil efectivos en actividad, una cifra desproporcionada para la situación del país y la más alta de Sudamérica en relación a la población. Que la mayoría de sus integrantes provengan de sectores muy pobres, del interior, que no tienen alternativas de empleo, muestra también que el régimen históricamente “convierte” a sectores desempleados crónicos en integrantes de una institución vertical, autoritaria y jerárquica para darles un rol potencial en la represión social y la preservación del status-quo, privándolos además de derechos sindicales y políticos.
Los soldados, y los demás integrantes de las fuerzas represivas, no son trabajadores. Como parte de la institución militar son un pilar fundamental del sostenimiento del orden burgués y si muchas veces parecen “que no hacen nada” es porque son una reserva para actuar como fuerza de choque y represión cuando los trabajadores se organizas, movilizan y cuestionan el régimen burgués.
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En momentos en que aumenta el desempleo y se siente la crisis en diversos sectores, las obras públicas deben de ser llevadas adelante por trabajadores genuinos, generándose así fuentes de trabajo para la construcción y no oportunidades de aumentos salariales para miembros de la casta militar.
Por un Plan de Obras Públicas bajo control de los trabajadores y usuarios
En sentido contrario a lo que se propone desde el régimen político, la salida que tenemos que impulsar los trabajadores es la disolución de las Fuerzas Armadas y el desmantelamiento del aparato represivo que se arrastra desde la dictadura; el mismo que hoy va a tener más atribuciones con la Ley de Urgente Consideración (LUC) y que participa en los abusos policiales que estamos viendo en estos días.
Asimismo, en momentos de pandemia cuando el gobierno destina todos sus recursos en el salvataje de los empresarios y avanza en recortes y el desmantelamiento de programas sociales; por ejemplo el de mejoramiento de barrios o los de construcciones de viviendas para los sectores populares; hay que plantear que el Estado ponga en marcha un plan de obras públicas bajo control de trabajadores y usuarios para construcción de obras de vialidad, carreteras y viviendas.