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Editorial. Marcha del orgullo: contra los discursos de odio y por la unidad de todos nuestros reclamos

El sábado se realizará la 33º edición de la marcha del orgullo en Ciudad de Buenos Aires, la primera en la era Milei. Entre la necesidad de dar un mensaje contundente contra los discursos de odio y la pelea por unir desde abajo de todas las luchas contra el ajuste del gobierno y sus cómplices.

Pablo Herón

Pablo Herón @PhabloHeron

Jueves 31 de octubre 19:19

El sábado 2 de noviembre se realiza una nueva marcha del orgullo en la Ciudad de Buenos Aires y no se da en cualquier situación. Milei y sus voceros replican discursos de odio desde el Estado contra la diversidad sexual. El ministro de Justicia a cargo de las áreas de género, Mariano Cúneo Libarona, llegó a decir en el Congreso “rechazamos la diversidad de la identidades sexuales que no se alinean con la biología”, negando directamente a las personas LGBTIQ+. Mensajes que avalan y amplifican la violencia social contra la diversidad sexual como sucedió con el asesinato a tres lesbianas en Barracas en mayo. La próxima marcha del orgullo plantea el debate sobre cómo enfrentar la ofensiva reaccionaria.

Pamela, Roxana y Andrea habitaban un cuarto de una pensión sumamente precaria, hacinadas en un barrio de la ciudad más rica de todo el país. Allí un vecino les lanzó una bomba casera. En esa postal se cruzan la discriminación a la diversidad sexual y las desigualdades materiales que atraviesa la mayor parte de la población. Una desigualdad que también se expresó en el caso de Tehuel, un joven trans, desaparecido en marzo de 2021 mientras iba a buscar un trabajo precarizado en la zona sur del conurbano.

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A diez meses del gobierno de Milei los especuladores festejan, la pobreza crece y los ingresos cayeron. Pero eso no termina ahí, cuando encuentra un canal el descontento se expresa colectivamente. Del contundente paro que se sintió el miércoles en trenes, subtes y aeropuertos, también participaron camioneros, docentes y estatales. El extendido movimiento universitario en todo el país protagoniza tomas, asambleas y marchas multitudinarias. Las jubiladas y los jubilados realizan todas las semanas su ronda frente al Congreso. Trabajadores de AFIP y de la salud también están en lucha.

Foto: Enfoque Rojo
Foto: Enfoque Rojo

Apenas se tira de una punta del hilo se ve la conexión de una cosa con la otra y esa otra con otra. El plan de Caputo armado a la medida de pagarle al FMI pretende que docentes y trabajadores de la universidad cobren salarios de miseria y esos recortes a la educación tienen su propia versión en áreas de género, por ejemplo, desapareció el programa de Educación Sexual Integral en el Presupuesto 2025. Lo mismo en la salud, recortando los fondos que van para responder al VIH y las enfermedades de transmisión sexual, el Estado ya no compra preservativos, no cumple con la distribución de tratamientos hormonales para personas trans y vacía el programa para la prevención del embarazo adolescente. Contra toda esta política es necesario un mensaje contundente en las calles.

Para un análisis detallado de estos recortes ver: Presupuesto 2025: más recortes a la prevención del embarazo adolescente y la respuesta al VIH

En muchos casos se trata de programas y leyes que ya previamente tenían un bajo presupuesto asignado o venían de ajustes en gobiernos anteriores si comparamos los fondos destinados con la magnitud de las problemáticas que abordan, como sucedía con el cupo laboral trans o el plan Acompañar.

Los voceros de la batalla cultural que practica el gobierno contra el movimiento feminista y la diversidad sexual buscan señalar los derechos conquistados como un privilegio. Una manera de apuntar a las personas LGBTIQ+ como culpables de la crisis y justificar sus ataques.

Foto: Enfoque Rojo
Foto: Enfoque Rojo

Bajo el cuento del “privilegio” niegan que exista una discriminación esctructural hacia la población LGBTIQ+. A la par reproducen discursos estigmatizantes. Nicolás Márquez, biógrafo y amigo de Javier Milei, hace unos meses tildó la homosexualidad de “insana y autodestructiva”.

Así dialogan con los sentimientos de incertidumbre e inestabilidad crecientes tras años de crisis, difundiendo ideas conservadoras que buscan volver a un supuesto orden natural o “normal” de las cosas: el prototipo de familia patriarcal y monogámica, los mandatos de la sexualidad en clave reproductiva (heterosexual) y el género desde una perspectiva biologicista. No vaya a ser que se nos ocurra cuestionar los mandatos y las formas de relacionarse de una sociedad capitalista que reproduce todo tipo de jerarquías y desigualdades.

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Estos discursos envalentonan a los reaccionarios que siempre estuvieron ahí para impulsar campañas contra los reclamos que la diversidad sexual le exigió a un Estado que hasta hace no mucho, en materia legal, nos ubicaba como ciudadanos de segunda. Pero la ofensiva reaccionaria no viene solo de parte de Milei, son ideas que coinciden con la doctrina de la Iglesia católica y sectores del propio peronismo. Hace poco se podía ver a Guillermo Moreno tirándose contra el matrimonio igualitario y el derecho al aborto.

En el peronismo en crisis gana cada día más peso la Iglesia católica de la mano del papa Francisco. Personajes como Moreno despotrican contra lo que llaman “agenda progresista”, una idea alimentada por un argumento irreal: que los problemas de la diversidad sexual son de un supuesto nicho que no tiene nada que ver con las problemáticas económicas y sociales de la mayoría de la población. Hasta Juan Grabois adhirió a esa tesis al plantear que era una idiotez problematizar las palabras de Cúneo Libarona, según su visión debates como la violencia de género se contraponen a “la realidad efectiva, material y palpable de las mayorías populares”.

Foto: Enfoque Rojo
Foto: Enfoque Rojo

Parece necesario aclarar que entre les estudiantes que agarran un megáfono para defender la educación pública, entre las enfermeras marchando contra los salarios de pobreza, o entre los ferroviarios que fueron parte del paro, existimos lesbianas, gays, bisexuales, travestis, trans y no binaries.

Si Milei llegó a la presidencia, no fue por las políticas públicas conquistadas en las últimas décadas. Sino por la coexistencia entre el discurso del Frente de Todos que prometía heladeras llenas, asados e igualdad, mientras crecía el ajuste sobre trabajadores y sectores populares. Ahora la promesa futura está atada a las especulaciones electorales o de las roscas parlamentarias alrededor del Presupuesto 2025 como proponen el radicalismo y el peronismo en la universidad. No nos interesa ningún debate donde más plata para educación sea menos plata para salud, mientras se paga religiosamente una deuda fraudulenta con el FMI.

Porqué deberíamos confiar en el mismo Congreso que viene de dejar correr el veto jubilados y jubiladas, a las universidades o que con votos del PRO, el radicalismo, el bloque de Pichetto y sectores peronistas lograron pasar la ley bases permitiendo el cierre del INADI y el despido de sus trabajadores. Los ataques son ahora mismo, las consecuencias se sufren hoy y hay sectores que están saliendo a luchar, tenemos que redoblar la organización para dar una pelea que incluya todas y cada una de nuestros reclamos.

Durante las últimas décadas la institucionalización de cada una de nuestras demandas tuvo como correlato la incorporación en el Estado de activistas como funcionarios públicos. Una operación con la que los Estados buscan sacar los reclamos de las calles y que al mismo tiempo abona a una idea de moda en el neoliberalismo basada en escalar individualmente en puestos de secretarías, ministerios, ONGs o directamente empresas.

Foto: Enfoque Rojo
Foto: Enfoque Rojo

Las organización en lugares de estudio donde cursadas votan delegados, donde estudiantes de distintas facultades se reúnen para debatir y resolver cómo seguir, donde trabajadores deciden la permanente en el hospital Bonaparte para evitar su cierre rodeándose de solidaridad, son el ejemplo de qué otra perspectiva colectiva, democrática y que surja desde abajo es posible. Dan pie al surgimiento de nuevos debates que pongan en el centro las urgencias de las grandes mayorías que no vayan por los carriles y tiempos de las burocracias sindicales y las conducciones de centros de estudiantes. Porque necesitamos ya mismo un plan para enfrentar y derrotar este ajuste de Milei, los gobernadores y el FMI que viene acompañado de una ofensiva contra nuestros derechos.

Por eso tenemos que pelear por un movimiento LGBTIQ+ que retome sus mejores tradiciones, su organización independiente del Estado, partidos de gobierno e Iglesias. Como cuando acompañaba el movimiento por los derechos humanos en los 90. El que con sus contra-marchas pos 2001 cuestionaba la presencia de empresas en las marchas del orgullo, las mismas que ganan millones a costa de la precarización de la vida de millones. Que pelee por una igualdad en todo terreno y sin restricciones, repudiando la utilización de nuestra bandera para fines aberrantes como hace Israel con el genocidio que lleva adelante contra el pueblo Palestino.

Necesitamos unir todas y cada una de las luchas y demandas. No podemos esperar que una verdadera perspectiva igualitaria surja desde arriba, tenemos que construirla.


Pablo Herón

Columnista de la sección Género y Sexualidades de La Izquierda Diario.

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