
María Díaz Reck Docente y congresal de Suteba La Plata
Miércoles 18 de mayo de 2016
En las escuelas de la Provincia de Buenos Aires es habitual no sacarse el abrigo en el aula. Por estos meses estudiantes y docentes enseñan, aprenden, escriben, dibujan y toman apuntes, arropados para paliar el frío invernal.
Como afirmó Macri en una entrevista, “hay que estar con el sueter en casa para ahorrar energía”. Sí. En las escuelas esa premisa “se cumple” con creces.
Las suspensiones de clases por falta de agua, de luz, por paredes electrificadas, techos que se caen, entre otras cosas, son moneda corriente en las escuelas públicas. La crisis de la educación y el vaciamiento que viene sufriendo desde hace años, tanto con el gobierno de Scioli como ahora con María Eugenia Vidal, se muestra por todos los poros y cotidianamente hay protestas, cortes de calle, sentadas y movilizaciones reclamando cuestiones básicas: tener una escuela, un aula o un comedor en condiciones para poder enseñar, aprender y alimentarse.
En la secundaria 78 de Melchor Romero, por ejemplo, la semana pasada los pibes y los padres organizaron un corte de calle exigiendo que instalen el gas en la escuela. “Hace más frío en la 78 que en la 520” decían los carteles de la protesta, haciendo alusión a la Avenida donde está ubicado el colegio.
Muchas de las escuelas que hoy han arrancado a los gobiernos algunos “logros”, tienen una historia de lucha persistente. Lorenzo Labourdette, delegado de la Escuela Secundaria 37 de Arana (sur de La Plata) cuenta la situación del colegio: “Desde el 2013 hasta la fecha venimos peleando por el desdoblamiento de cursos muy poblados, y la construcción de un edificio para cobijar dichos cursos. Se lograron varias cosas pero seguimos teniendo problemas muy graves de infraestructura. La escuela tiene muy poca capacidad. Además hay un anexo (que es prestado) que tiene dos estufas pero no funcionan. Estar ahí se hace muy duro en estos meses de invierno”.
Hay responsables
Si bien los Consejos Escolares se tendrían que hacer cargo de resolver estas cuestiones en los distritos, las partidas y presupuestos dependen del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires.
La DGCyE, a través de la Dirección Provincial de Infraestructura y la Dirección de Consejos Escolares, es la encargada de llevar adelante un plan de acción y de intervención en los establecimientos escolares durante el receso de verano para que las escuelas puedan estar en condiciones durante el año lectivo.
Los problemas de infraestructura impactan en forma directa en la calidad educativa. Y mientras el gobierno de Cambiemos en la provincia resuelve volver a los aplazos en la escuela primaria, la educación pública se sigue derrumbando.
Cuestión de clase, y de clases
Que se destinen millones de pesos a subsidiar la educación privada no es nada nuevo. Sucedió durante la década K y se profundiza con este gobierno privatista, que decidió pagar millones de dólares a los buitres y aplicar un brutal ajuste sobre los trabajadores.
Es cuestión de clase. Y de clases. ¿Por qué le interesaría a este gobierno que los hijos de los trabajadores a los que despide, ataca con brutales tarifazos y descuentos en sus sueldos por salir a luchar, puedan estudiar en condiciones dignas?
Un gobierno que gerencia los negocios millonarios de una clase parásita que fuga sus ganancias a paraísos fiscales -como el presidente y el ministro de Educación Bullrich- difícilmente tenga entre sus objetivos la defensa de la educación pública.
Es tarea de los trabajadores y sus organizaciones ganar las calles, organizarse, coordinar y exigirles a los sindicatos un plan de lucha que no sea papel mojado, para defender las conquistas e ir por más.
Así están muchas estufas en las escuelas bonaerenses donde hay estufas