Hoy se realizó una nueva audiencia de revisión a pedido de la defensa de los policías que asesinaron al joven Jonatan Herrera, para solicitar su libertad condicional. A puertas cerradas y en un fallo dividido, los jueces dieron libertad a dos de los tres agentes.
Viernes 7 de julio de 2017 19:34
Durante la mañana de hoy en los Tribunales Provinciales se llevó a cabo una nueva audiencia en el marco de la causa de Jonatan Herrera, el joven asesinado por la policía en la puerta de su casa en enero de 2015. La misma se realizó a pedido de la defensa de los imputados que solicitaron el cese de la prisión preventiva para L.A. Sosa y F. J. Rodriguez y salidas transitorias para R. Rosales. Luego de un cuarto intermedio de una hora, el tribunal presidido por el Juez Curto, definió por unanimidad rechazar el planteo efectuado para Rosales, pero otorgó la libertad para Rodriguez y Sosa por mayoría con los votos de los jueces Zvala y Peleari.
En la puerta de Tribunales, previo a la audiencia se llevó adelante una conferencia de prensa, donde la familia del joven se encontraba acompañada de otros familiares de victimas de gatillo fácil, organismos de derechos humanos y figuras políticas, quienes no pudieron ingresar a la audiencia, que debería ser pública, por resolución del Juez Curto que fundamentó que debido a los incidentes en el juicio, tomaban esta medida. Los incidentes a los que hace referencia, no son más que la descompostura de los familiares al escuchar la aberrante sentencia y la provocación de los imputados festejando la condena. El fallo de hoy demostró una vez más el amparo político y judicial que existe ante los crímenes perpetuados por agentes policiales en una región dónde la violencia policial y el gatillo fácil son moneda corriente. Sin ir más lejoslos 18 policías que hace diez días acribillaron a balazos a dos jóvenes en la zona sur de Rosario siguen libres y sin novedades en la causa, lo que da tiempo a que las pruebas sigan siendo modificadas.
La construcción de la impunidad
En Santa Fe el manto de impunidad es enorme y se construye día a día. De un lado el poder político que calla ante estas aberraciones pero felicita cada vez que puede a una de las fuerzas represivas con más casos de gatillo fácil y denuncias por abuso de poder de todo el país; del otro un poder judicial que es condescendiente a estas prácticas fallando a su favor o dilatando los tiempos, dando lugar a que todo se acomode y dejando que sean esas mismas fuerzas las encargadas de investigarse a si mismas. Dos caras de una misma moneda, el Estado encubriéndose a si mismo. El resultado queda a la vista de todos: una policía intocable que se sabe de esa forma. Y por eso se recrudece con prácticas cada vez más oscuras: tirar jóvenes al río, fusilamientos, persecuciones en cualquier horario y lugar y armados de causas .
El caso de Jonatan es un fiel ejemplo de ésto. Mientras lavaba lo fusilan en la puerta de su casa en un operativo que contaba con la participación de decenas de uniformados de la Policía de Acción Táctica y el Comando Radioeléctrico. La escena del crimen es alterada tal como lo relata su familia testigo de la muerte de uno de los suyos, con el intento de cambiar las armas en la escena del crimen y con la actuación de la policía motorizada que recolecta los casquillos de las balas. Párrafo aparte merecería lo sucedido con las cámaras de vigilancia del 911 del lugar que, al momento del asesinato de Jonatan, quedan mirando fijas hacia otro lugar para que nada quede registrado y los aprietes de los agentes involucrados a la familia desde el momento en que el joven yace sin vida.
La actuación del Ministerio Público de la Acusación, fiel a su línea de cajonear los casos que involucran a agentes estatales, tarda meses en investigar los hechos y deja que corra el tiempo para que las pruebas se pierdan. Intenta en común acuerdo con los jueces que van interviniendo en la causa, cerrar juicios abreviados para que la verdad quede oculta. Su familia es hostigada al punto de tener que marcharse del barrio dónde Jonatan creció, para que callarlos. Los jueces garantizan con sus fallos más impunidad, llegando al punto culmine cuando absuelven o dan penas bajisimas para la ejecución de un joven humilde de Barrio Tablada perpetrada por agentes del Estado. Y es por eso que hoy, a dos años y medio de la muerte de Jony casi todos los policías que el primero de enero de 2015 contribuyeron a su muerte, hoy gozan de plena libertad.
A la vida de Jonatan Herrera quisieron ponerle precio, y no lo lograron. Quisieron amordazar a su familia hostigándola hasta el hartazgo, pero tampoco surgió efecto. Hoy nuevamente se negaron a que pueda ingresar el público atentando contra el derecho a que la ciudadanía sepa que pasa dentro de los nefastos Tribunales de la impunidad porque estaba preparado este fallo con el que quisieron enterrarlo nuevamente, pero tampoco van a lograr doblegar la lucha contra la impunidad. Porque como demostró hoy su familia junto a decenas de organizaciones políticas, sociales y de Derechos Humanos, Jonatan sigue más presente que nunca. Y a pesar de la lluvia y el maltrato recibido, las calles nuevamente fueron el lugar dónde se exigió justicia por él pero también por todos los pibes.