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Red Internacional
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UBA. Maternar, trabajar y lograr recibirse en Filosofía y Letras: un sueño eterno

En los últimos días, se viralizó en las redes sociales la foto de una estudiante que cursa en la puerta del aula mientras mira de reojo a su hijo jugando en el piso del pasillo. Esto reabre el debate sobre cómo vivimos las mujeres madres nuestro día a día en la Universidad y la deuda que tienen con nosotras.

Miércoles 17 de mayo de 2023 00:27

La Universidad de Buenos Aires una vez más es noticia por su destrato hacia quienes tenemos niñes a cargo. En este caso se trató de Macarena, una profesora de nivel inicial quien además es mamá de un bebé.

Este año comenzó una especialización en pedagogías para la igualdad en contextos socioeducativos diversos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, institución que no tiene ningún lugar que le garantice el cuidado de su hijo.

En diálogo con Revista Sudestada, expresó: “ingresar a la universidad continúa siendo excluyente para quienes maternamos. Desde la infraestructura, porque el espacio de la facultad de Filo no posee un lugar pensado para infancias. En la facultad donde se enaltecen categorías teóricas cómo inclusión, igualdad pedagógica y diversidad, las personas que queremos cursar tenemos que llevar a nuestros/as hijos/as a un lugar donde llegan a pedir por su silencio, que no molesten (...) tener que llevar a un hijo a la facultad no es una decisión fácil de tomar, pero en mi caso es condición necesaria para poder sostener la cursada presencial. A veces no tenemos personas que puedan cuidarlos, y llevarlo implica tener que pensar cómo acondicionar un espacio para que pueda estar ahí, un lugar desconocido, al que no pidió asistir. Me sentí vulnerable, teniendo que dividir mi atención entre el aprender y el cuidado, pensando en que mi niño no moleste, que pase casi desapercibido”.

Este relato despertó otros como el de Daniela, estudiante de la carrera de Edición y militante de la agrupación En Clave Roja: "Yo fui mamá desde los 19 años, con materias del secundario incluso, y la realidad para estudiar, trabajar y maternar fue bastante hostil desde entonces… ni hablar cuando ingresé al ámbito universitario. En principio intenté estudiar la carrera de Psicología realizando el CBC en la Facultad de Filosofía y Letras, la cual tuve que abandonar no sólo por falta de oferta horaria acorde a mi trabajo, sino porque se volvía cada vez más cuesta arriba intentar coordinarlo con el cuidado de mi hijo, incluso aunque mi entorno pudiera ofrecerme ayuda de vez en cuando. Me encontré con un problema mucho más profundo" expresó.

“Este año decidí volcarme a la carrera de Edición”, explicó. “Ahí encontré una forma más amena de poder estudiar, ya que es una carrera corta con salida laboral. Aun así, muchas veces me veo obligada a dejar de ir a cursar si mi hijo se enferma, o llego más tarde si lo voy a buscar al colegio… Así estoy todos los días, tejiendo y destejiendo, para sostener la cursada. Creo que me facilitaría mucho la vida, a mí y a tantas otras compañeras, que haya un espacio con docentes en la facu que lo cuiden a mi hijo mientras estoy estudiando, a la vez que se generan nuevos puestos de trabajo."

La deuda la tienen con las mujeres que maternamos y nos queremos recibir

Durante el fenómeno de la marea verde, fuimos miles las mujeres y disidencias que en las calles logramos poner en el centro del debate la autonomía sobre nuestros propios cuerpos: el derecho a decidir si queremos ser madres o no. Y a quienes ya maternábamos, nos hizo repensar las tareas de cuidado que en la mayor parte de los casos recaen sobre las mujeres.

Este movimiento aportó a cuestionarnos el sentimiento de culpa que muchas veces nos atraviesa, y a volver a retomar proyectos que se cedieron porque el tiempo de las tareas no eran compartidos. Participar de asambleas en facultades o trabajos después de hora, estudiar lo que queremos, tener tiempo para compartir con amigxs, o bien para actividades recreativas sean artísticas, deportivas, se volvía cuesta arriba.

Entendimos que esto era un problema profundo y estructural del sistema en que vivimos, donde las mujeres hacemos ese trabajo sin ser remuneradas. Por eso pensamos en que teníamos que transformar esto en políticas públicas, porque no va más resignarnos a hacer malabares individualmente.

En este sentido, la Universidad de Buenos Aires tiene una gran deuda con nosotras al no habilitar jardines o juegotecas en sus sedes.

En Filosofía y Letras, tenemos la particularidad de haber conquistado en 2010 -mientras la izquierda era conducción del CEFyL- la construcción de un nuevo edificio producto de la organización estudiantil desde abajo con tomas y movilizaciones en el que las autoridades se comprometieron que el mismo contemple no solo aulas para carreras de grado, sino también un jardín materno-paternal y un comedor universitario.

Hoy, trece años después, recién fue inaugurado este cuatrimestre con la habilitación de aulas de grado, pero siguen sin darnos una respuesta de cuándo se va a efectuar la implementación tanto del jardín como del comedor.

Durante el año pasado, desde En Clave Roja y Pan y Rosas impulsamos una campaña que reunió más de mil firmas para que se implemente el jardín en la Facultad. También el consejero directivo por la minoría estudiantil, Luca Bonfante, presentó un pedido de informe y, sin embargo, las autoridades no dieron ningún tipo de respuesta. Mientras tanto, el Centro de Estudiantes conducido por El Colectivo (Patria Grande, La Cámpora y Movimiento Evita) sigue brillando por su ausencia. Por esto, entendemos que es problemático tener un centro que pertenezca al mismo signo político que el decano. El pasado de 16 de mayo volvimos a presentar un Proyecto en el Consejo Directivo para que se ponga en pie una comisión que esté conformada por los distintos claustros y todxs aquellxs que quieran participar para discutir cómo poner en pie este espacio y que necesitamos para hacerlo.

La UBA hace décadas es gobernada por radicales, macristas, peronistas y kirchneristas dependiendo la facultad que miremos. Son los mismos sectores políticos que tanto a nivel nacional, como en las provincias que gobiernan cedieron a la idea de que hay que pagarle al FMI. Esto muy por lejos de ser un slogan, lo vemos claramente en el impacto real que tiene en nuestras vidas. Por ejemplo, con el recorte en el presupuesto para educación, donde las consecuencias son evidentes: menos oferta horaria para el conjunto de lxs estudiantes, el desfinanciamiento de las becas, más docentes trabajando ad honorem, la quita de obras sociales para lxs docentes jubilades de DOSUBA, las pésimas condiciones de infraestructura... Y también la falta de la implementación de jardines materno parentales, que podrían ser un gran ejemplo de cómo organizar planificadamente el cuidado de las niñeces para el desarrollo pleno de sus madres/padres en el ámbito académico.

En Filo poner un pie un jardín de calidad para nuestres hijes requiere plata, desde ya. Porque hay que contratar docentes (lo cual aportaría positivamente por la generación de puestos de trabajo), hacer un relevamiento de cuántas madres y cuántxs niñxs hay y también para equipar el espacio con juegos y materiales para les pibes. Contamos con un enorme punto a favor que es que el lugar físico para hacerlo ya está construido y es el edificio nuevo que tiene pisos enteros todavía sin utilizarse.

Hace falta voluntad política y sobre todo, invertir las prioridades. La deuda la tienen con las mujeres madres que soñamos con recibirnos. No con los radicales, no con el FMI.

Para avanzar en este sentido es crucial que como estudiantes nos pongamos de pie, que nos organicemos y exijamos a la actual conducción del CEFyL que salga de la parálisis en la que está, rompa sus alianzas con las autoridades y convoque a asambleas para discutir esta problemática que nos afecta a las estudiantes, así como también que llame a elecciones.

Queremos que vuelva el debate a Filosofía y Letras y que podamos elegir nuevamente a nuestrxs representantes del CEFyL en base a las propuestas que tengan para la Facultad y para el país.

Nosotras, quienes maternamos, tenemos que tomar las mejores lecciones que dejó el proceso que conquistó el nuevo edificio, y organizarnos desde abajo con asambleas y la mayor unidad estudiantil, para coordinar un gran movimiento que pelee por este derecho fundamental. A eso apostamos desde En Clave Roja y Pan y Rosas tanto en la UBA como en todos los lugares de estudio y trabajo.