En medio de la discusión nacional sobre el teletrabajo reproducimos el testimonio de una madre y trabajadora de call center que son las que hoy cargan con las tareas del mismo trabajo, la maternidad y las tareas domésticas.
Miércoles 24 de junio de 2020 15:38
Hoy en día según las estadísticas de la Cámara Argentina de Call Centers (un rejunte de todas las empresas tercerizadoras), el 80 % de sus trabajadoras son mujeres. De esta cifra, el 45 % son madres o sea, casi la mitad. Esto expresa una fuerte feminización de este tipo de trabajos precarios donde constantemente se pone en riesgo la salud física y psicológica. Los bancos y grandes medios que contratan a las tercerizadas de call center se aprovechan de que es un sector vulnerable porque son las primeras que son despedidas y las últimas en ser contratadas. A esto se suma que son a las que les tocan los peores trabajos.
Hoy el teletrabajo es una discusión nacional. Quieren sacarlo del Congreso como una “ley expres” escondiendo que en realidad lo que quieren hacer es una reforma laboral de hecho. Nada garantiza que después del aislamiento obligatorio volvamos a trabajar al piso porque las empresas ven a favor de sus ganancias esta modalidad.
En este tiempo de pandemia, algo tan cotidiano como la cantidad de horas que tiene que invertir una madre en el cuidado de sus hijxs se superpone con el trabajo desde la casa: vemos que la explotación doble del trabajo doméstico no remunerado con el trabajo asalariado se da en el mismo espacio y simultáneamente.
Te puede interesar: Teletrabajo: conocé el proyecto de la izquierda para frenar a las patronales flexibilizadoras
Te puede interesar: Teletrabajo: conocé el proyecto de la izquierda para frenar a las patronales flexibilizadoras
Ellas, por priorizar el plato de comida de sus hijxs, dispusieron de sus propias pc’s, internet o contrataron el servicio para no quedarse sin operar. Como muchos de los trabajadores precarizados que, como bien sabemos, siempre terminan poniendo hasta su propio cuerpo en peligro con tal de tener un trabajo.
Por más reclamos o pedidos de herramientas para trabajar que se hagan, las grandes empresas se excusan diciendo que están retrasadas con los pedidos… cuando sabemos y vemos a diario la fortuna que ganan.
Y a todo esto, le sumamos el estrés psicológico que se ejerce en los trabajadores con la insistente exigencia en llegar a los objetivos, a cambio de muy poco dinero. Supervisores controlan constantemente si el trabajo se realizó al 100 %, con bajadas de línea que tienen que ser estudiadas y aplicadas en el mismo momento que se opera. Sabemos que no es justo trabajar con esta presión, con la incertidumbre o angustia que implica esta situación que nos sobrepasa a todos en contexto de pandemia.
Esas mujeres que pueden no tener gasto de transporte público o que las pueden imaginar con sus horarios flexibles o cómodas en sus casas, están llevándose de la cuarentena la parte más desafiante, dado que no pueden separar su trabajo de sus tiempos personales o los cuidado de sus hijxs. Además, el teletrabajo es precario ya que no contamos con el espacio físico, tenemos que soportar la histeria colectiva del otro lado del teléfono y estar pidiendo a cada rato poder tomarse un break de 15 minutos, cuando hay situaciones que no tienen horario.
Durante la cuarentena, la realidad de muchas mujeres que realizan teletrabajo y que además deben cuidar a sus hijas e hijos se ve sobrecargada y con jornadas que parecen no terminar. Como mencionábamos en esta nota “que sean ellas quienes realizan esas tareas no tiene que ver con la cuarentena sino con el rol asignado a las mujeres en las sociedades capitalistas (aunque el patriarcado ya existía desde antes), encargadas de las tareas del hogar y el cuidado infantil, como una extensión de su capacidad biológica de reproducir la vida (que nada tiene que ver con esas tareas)”.
Hay muchas madres jóvenes sostén de hogar, que saben que no se pueden quedar sin trabajo porque de ellas dependen otras vidas, amenazadas con suspensiones y rebajas salariales, que apuntan directo a no saber si vamos a tener o no el plato de comida.
El impacto emocional, mental y físico de saber que si no se trabaja se suspende, es insoportable. A muchos compañeros ya les pasó que no les avisaron que estaban suspendidos por no tener herramientas para home office, un día antes de pagarles. Todos sabemos que a los trabajadores y las trabajadoras no les corresponde hacerse cargo.
Basta de precarización
No queremos terminar en situaciones psicológicas graves, como ansiedad, depresión y/o estrés porque sabemos que las licencias por salud mental terminan siendo poco respaldadas y amenazadas continuamente con el “sin goce de sueldo”. Es importante que se respeten las licencias para madres y padres que tienen que realizar las tareas que les demanda el hogar y en todo caso que las empresas se hagan cargo de contratar empleados para que cumplan esas tareas mientras se desarrolla el teletrabajo.
Exigimos que entreguen las herramientas necesarias de forma urgente para que puedan trabajar cómodas y sus hijxs no tengan retrasos en sus clases. Para ellas y todos sus compañeros que realizan sus trabajos sentados en la cama o en el piso. La entrega debe consistir en todo el equipo tecnológico como computadoras, mouse, vinchas, software además de escritorios y sillas ergonómicas para no terminar rotos después de la jornada laboral.
Podés leer: Entrevista con Sofía Scasserra: teletrabajo y derechos laborales
Podés leer: Entrevista con Sofía Scasserra: teletrabajo y derechos laborales
Exigimos que se reembolsen todos los gastos, que corresponde a esas empresas multimillonarias hacerse cargo, dado que en su lugar habitual de trabajo no están en uso y para todo trabajador es un gran gasto mensual. Que el trabajador esté hoy en su casa implica una situación favorable para las ganancias de las empresas ya que no tienen que pagar alquileres, ni luz ni internet sino que todos esos gastos están corriendo a cuenta del trabajador.
Exigimos que se tenga en cuenta el enorme trabajo que se está haciendo desde casa con sueldos que siguen siendo un proporcional de una jornada laboral de 8 horas, sabiendo que son trabajos insalubres que afectan a los oídos, la vista, la espalda y mentalmente. Nos consideran de segunda. Por eso nos dan un convenio inadecuado como por ejemplo los bancos que nos tercerizan para tener trabajadores “más baratos”. Se debe pasar a planta a todos los trabajadores y eliminar definitivamente los períodos de prueba para garantizar los puestos de trabajo.
Y todo esto lo exigimos levantando nuestra voz junto a miles de precarizados en todo el país que hoy están cansados como nosotros de ser tratados como de segunda.
Además el home office puede ser un ataque a la organización de los trabajadores ya que no hay espacios en común o dónde conocerse para organizarse y exigir trabajo con derechos para todos y todas. Es necesario que los sindicatos se pongan a la cabeza de garantizar estos espacios de debate común y que las empresas no sancionen por utilizar el horario laboral para las asambleas o reuniones de trabajadores, así como respetar que haya un delegado cada diez trabajadores. Por último esta modalidad debe ser opcional para el trabajador una vez que se termine la cuarentena y se pueda volver a trabajar en la oficina.