La imagen de Megan Rapinoe, la mejor jugadora del torneo, con los brazos extendidos al celebrar su gol es una de las imágenes más espectaculares y conmovedoras del torneo.
Lunes 8 de julio de 2019
Las llamaron arrogantes. Decían que celebraban en exceso. El presidente de su país les pidió que ganaran antes de hablar. La respuesta del equipo estadounidense fue clara y contundente: son campeonas del mundo por cuarta ocasión.
La imagen de Megan Rapinoe, la mejor jugadora del torneo, con los brazos extendidos al celebrar su gol es una de las imágenes más espectaculares y conmovedoras del torneo.
Otro momento a destacar es el grito al unísono de las y los asistentes de la final con el que exigieron equal pay para las jugadoras de futbol. Eco de la demanda que la misma Rapinoe ha hecho, además de pedir respeto por el futbol femenino.
Ella criticó que la final del mundial se jugara el mismo día que dos finales regionales del futbol masculino, la Copa América y la Copa de Oro; en la cual, el equipo masculino de Estados Unidos se disputaba la final contra México.
El equipo varonil de Estados Unidos perdió contra México en la final de la CONCACAF; además, no logró calificar para el mundial de Rusia de 2018.
El equipo femenil de Estados Unidos ganó el mundial de Francia, son bicampeonas y esta victoria les otorga su cuarta estrella. Son el mejor equipo del mundo y exigen un salario justo.
Y tienen toda la razón.
Recientemente leí el brillante comentario de un usuario de Facebook en el que explicaba, con gran sabiduría, que el salario de las jugadoras de futbol no puede compararse con el de los hombres porque se les paga de acuerdo con las ganancias que provienen de los partidos.
Según el Wall Street Journal, los informes anuales auditados de la Federación de Futbol de Estados Unidos muestran que, a partir del año 2015, los ingresos del futbol femenino superan los ingresos del futbol masculino en Estados Unidos. Así que, si nos basamos en esas cifras, las jugadoras tendrían que ganar más que los jugadores.
El caso de Estados Unidos es bastante interesante. Bien sabemos que el futbol (soccer para ellos) no es el deporte más popular de dicho país. Han trabajado durante años por hacer que la liga estadounidense (de hombre y mujeres) crezca.
Que el equipo femenino de Estados Unidos haya vuelto a ganar el mundial, no es ninguna sorpresa, pues este país tuvo la primera liga de futbol femenino que les pagaba a todas las jugadoras como profesionales: la Women’s United Soccer Association. Aunque solo se jugaron tres temporadas, una segunda asociación la sustituyó: Women’s Professional Soccer.
Esta liga también se disolvió, pero permitió la creación de la actual National Women’s Soccer League (NWSL). Liga en la que Megan Rapinoe y la mayoría de las jugadoras estadounidenses juegan. (Me parece que Bend it like Beckham tampoco hubiera existido sin el futbol femenino estadounidense). En su origen, la Federación Mexicana de Futbol estuvo relacionada con esta liga. En ella, 16 jugadoras de la selección mexicana jugarían y la Federación Mexicana pagaría su salario. Este arreglo terminó en el año 2017, cuando, por fin, México estrenó la liga femenina de futbol.
Soy una gran admiradora de Andrés Guardado, y me hubiera gustado, de niña y adolescente, tener una Megan Rapinoe a quien admirar. Pero la tenía, solo que no lo sabía. La mejor jugadora de toda la historia del futbol mexicano se llama Maribel Domínguez, aunque quizá la reconozcan más por su apodo: Marigol. Es la máxima goleadora nacional con 30 goles más que Chicharito, máximo goleador (masculino).
Su historia nos habla de las dificultades y del machismo que las mujeres han sufrido y continúan experimentando a la hora de jugar futbol de manera profesional. Al no existir una liga profesional en México, Marigol tuvo que emigrar a Estados Unidos.
Posteriormente, firmó un contrato con el equipo masculino Atlético Celaya, pero la FIFA no lo permitió y la sancionó, por lo que terminó emigrando al futbol español.
Quizá la creación de esta liga llegue un poco tarde para jugadoras como Marigol Domínguez, pero, sin duda, a ella y a muchas otras mujeres les debemos las mejores oportunidades existentes en la actualidad. La creación de la liga profesional mexicana es un primer paso para el futbol femenino en México.
El triunfo del equipo estadounidense es un triunfo para el futbol femenino en el mundo, pues, entre otras cosas, le aportan con un gran nivel, visibilidad a un deporte femenino que durante demasiado tiempo ha sido menospreciado. En el equipo estadounidense juegan y están representadas ciertas minorías. La audiencia de este mundial rompió récords. Pero no podemos bajar las manos.
Necesitamos apoyar a Megan Rapinoe, a Alex Morgan y compañía; porque están luchando y demostrando algo que ya sabíamos. Son grandes jugadoras. Pero también debemos apoyar al futbol femenino en general y no solo colgar fotos de Rapinoe en nuestras redes sociales. Si no pudimos aplaudir o apoyar a Marigol como debimos hacerlo en su momento (o quizá algún lector o lectora sí lo hizo), podemos apreciar a Megan Rapinoe y sus luchas impulsando y apoyando nuestro futbol.
Quizá un primer paso sea que los fanáticos del futbol asistamos asiduamente a los partidos de la liga femenina. Si queremos levantar la copa en un mundial, las jugadoras necesitan los apoyos que existen para los jugadores, no solo de parte de la Federación Mexicana, de nuestra parte también. Si queremos exigirles llegar al nivel del equipo estadounidense, le tenemos que exigir al público el apoyo que los y las asistentes ofrecen en la NWSL.
El apoyo se le ha dado al equipo masculino sin falla, y eso que todavía no regresan con la copa. Quizá el ascenso de la liga femenina de mejores resultados.
Megan Rapinoe y compañía merecen disfrutar su triunfo. Merecen celebrar las bocas que le cerraron a mucha gente.
Nosotras podemos aplaudirles a todos los equipos del mundial el gran nivel demostrado. Ahora falta continuar la lucha. El mundial es una competencia, pero, a la larga, a pesar de que solo un equipo gane, el nivel avanza y, con este, los logros para el futbol femenino. Extendamos los brazos y juguemos para ganar.
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