Tanto por la extrema rareza de su supervivencia como por la no menos inaudita coincidencia en tiempo y lugar, hay que reseñar la posibilidad de ver en España dos cuadros de la postrevolución rusa en los que aparece representado Trotsky. Por el solo hecho de que estas obras no hayan perecido en la feroz damnatio memoriae a la que el estalinismo sometió su figura, ya son dignas de verse.
Miércoles 29 de agosto de 2018
Los cuadros de los que hablamos son Sublevación, obra de 1924-25 de Kliment Redkó, que puede verse en Madrid en la exposición “Dadá ruso 1914-1924” del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, y Primera aparición de Lenin en una reunión del Soviet de Petrogrado en Smolni el 25 de octubre de 1917, obra de 1927 de Konstantín Yuón, exhibido en la sede que el Museo Ruso de San Petersburgo tiene en Málaga en la exposición “Radiante porvenir. El arte del realismo socialista” (1).
Stalin se sirvió para consolidarse en el poder primero de una sistemática falsificación de la realidad histórica de la revolución y del papel de sus protagonistas, y luego de su ocultación. Los hechos de la revolución fueron reescritos y manipulados en textos e imágenes, se desató una gigantesca campaña de denigración y se creó otra realidad oficial. Luego las obras y escritos de Trotsky y sus seguidores fueron prohibidas, retiradas de las bibliotecas y eliminadas de la circulación. A finales de los años treinta y comienzo de los cuarenta se dio un paso más, al suceder a la calumnia la desaparición: incluso los materiales antitrotskistas tendieron a dejar de circular para hacer caer en el olvido su existencia.
No sólo se prohibieron fotos, cuadros o películas donde apareciera el que había sido la figura más popular tras Lenin durante la revolución, sino que normalmente se destruyeron, a veces no voluntariamente pues tener una imagen o un texto de Trotsky podía costarte la vida. Fue un proceso político complejo seguido en paralelo en el arte por la eliminación de la libertad de creación y la imposición de un canon oficial obligatorio.
Aparte del interés artístico intrínseco de los dos cuadros de los que hablamos, y de su carácter de rareza, ambas obras nos interesan porque reflejan su momento político, aun cuando se trate de un periodo tan breve como el que va de 1924 a 1927 y sin que fuera esa su pretensión ni lo hagan mecánicamente, de hecho, en realidad en el momento de su terminación ya resultaban anacrónicas.
Para contextualizarlas esquemáticamente hay que recordar algunos hechos de ese periodo. El 21 de enero de 1924 murió Lenin, aunque la lucha por sucesión y por la orientación que debían tomar el partido y el nuevo Estado ya se hubiera desatado al menos un año antes. La alianza Zinóviev-Kámenev-Stalin saldrá triunfante sobre Trotsky en el XIII congreso del partido bolchevique celebrado en mayo de ese año. En el XIV congreso, de diciembre de 1925, Stalin derrotará a sus antiguos socios Kámenev y Zinóviev con la ayuda de Bujarin.
Durante 1925-26 se desarrollará la lucha de la oposición conjunta (Zinóviev-Kámenev-Trotsky), que será derrotada antes del XV Congreso del 27. Zinóviev y Trotsky serán expulsados del partido en noviembre de 1927. El XV congreso del partido en diciembre de ese año ratificará las expulsiones. A partir de 1928 sólo Trotsky mantendrá la oposición a la burocratización estalinista, pero su exilio interior ese año y la expulsión del país al siguiente se escapan del periodo que contemplamos.
¿Qué reflejan estas obras de ese devenir?
Sublevación de Kliment Redkó (1897-1956) se inscribe claramente en las corrientes artísticas vanguardistas que nacidas en la preguerra tuvieron su máximo desarrollo hasta mediados de la década de los 20.
El cuadro es deudor de las concepciones geometristas de Malevich, dispone un juego de líneas y formas geométricas construidas con los personajes y los edificios, e incorpora el expresionismo del primer Kandinsky, con el que había estudiado Redkó. Pintado en rojo y negro, desprende un aire inquietante… visto con la distancia de los años, se puede decir que casi es una premonición mortuoria sobre la revolución y sus protagonistas.
Sublevación, de Kliment Redkó (1924-25)
En lo que nos interesa a los efectos de esta nota, la distribución de las figuras centrales con un aire de pantocrátor permite realizar una lectura de la importancia política de los dirigentes bolcheviques por su proximidad a Lenin y el tamaño de su figura. Está claro que Trotsky se encuentra entre los cuatro más próximas al líder y que resultan las de mayor tamaño, mientras Stalin aparece en el grupo superior izquierdo de la imagen siendo el tercero en tamaño. Cuando el autor finaliza su obra en el año 1925, esa distribución se está resquebrajando. Las posteriores manipulaciones de las imágenes del estalinismo, dotan por contraste a esta obra de un profundo sentido documental.
Por suerte el cuadro acabó en 1927 perdido en los depósitos museísticos y no volvió a exhibirse hasta la década de los 70. Redkó también sobrevivió a las purgas y acabó pintando a la larga una obra con un cierto aire expresionista no muy adecuado al realismo socialista. En sus últimos años fue acusado de desviaciones burguesas y expulsado de las asociaciones oficiales en 1948.
Muy alejado de los afanes vanguardistas está Primera aparición de Lenin… de Konstantín Yuón (1875-1958), realizada en un estilo figurativo deudor del impresionismo, sobre todo en el tratamiento de la masa que asiste al mitin, aunque el detalle de las manos que aplauden con vehemencia casi se diría expresionista. El cuadro retrata la primera aparición pública de Lenin el día que triunfa la revolución, todavía sin la perilla que tuvo que afeitarse para esconderse en Finlandia tras las jornadas de julio. Él es el centro de la escena, pero es indudable que a la par el interés del cuadro es representar a la derecha de su figura un grupo reconocible de dirigentes bolcheviques. Su lectura obvia señala la importancia de estos dirigentes en un momento tan trascendente, y su proximidad al máximo líder.
El grupo lo componen A. Ríkov, Lómov (G. Oppókov), Trotski, Stalin, Lunacharski, L. Kámenev, V. Antónov-Ovséienko, Lev Karaján, N. Podvoiski y V. Miliutin. (2)
Si comparamos con Sublevación, Stalin ha alcanzado el mismo tamaño que el resto de sus pares. Si el cuadro pudo pintarse así fue porque, aunque en 1927 Stalin iba consolidando su poder en el partido y el Estado, todavía no ha alcanzado el poder absoluto. Todavía los dirigentes citados son reconocidos y no han desaparecido en las purgas.
Primera aparición de Lenin en una reunión del Soviet de Petrogrado en Smolni el 25 de octubre de 1917, de Konstantín Yuón (1927)
Unos pocos años después la situación había cambiado mucho, hasta el punto que este cuadro también quedó arrumbado en los depósitos y fue olvidado, lo que permitió su salvación. Pero no debió olvidarlo el propio autor, quien consciente de su significado pintó una nueva versión del cuadro (en versión y fecha que desconozco), pero en la que ya sólo figurarían Stalin y unos pocos protagonistas. Un detalle: del listado sólo Lunacharski, en 1933, y Podvoiski, en 1948, fallecieron de modo natural, el resto fueron víctimas de las purgas Stalin.
En definitiva, el cuadro se olvidó y Yuón, no un mal pintor por otro lado, pudo desarrollar una larga carrera que dedicó al paisajismo, remembranzas de la Rusia eterna y las pertinentes obras políticas del momento, que le reportaron un Premio Stalin en 1943 y una larga lista de cargos y honores.
Además de por insertarse en dos magníficas exposiciones, por la recuperación de la memoria histórica de la Revolución rusa recomendamos intentar no perderse la contemplación de estas rarezas.
NOTAS:
1. En los nombres de los autores y las obras hemos seguido las transcripciones que se usan en las respectivas exposiciones. La exposición del Reina Sofía puede verse hasta el 22 de octubre, la del Museo Ruso de Málaga hasta el 3 de febrero de 2019.
2. Esta es la relación que cita el catálogo, aunque curiosamente no se nombren ni a Stalin ni a Lunacharski, que son identificaciones mías. Tengo dudas sobre la figura que se identificaría como Vladimir Miliutin.