El camino de Biden para ganar las elecciones de 2024 está cada vez más claro. Necesitará una estrategia multidimensional para conseguir que los votantes descontentos apoyen al Partido Demócrata.
Domingo 14 de abril de 2024
Tras meses de tambaleo y a pesar de la crisis internacional a la que se enfrenta Estados Unidos, el presidente Biden ha tenido por fin un buen par de semanas a nivel nacional. Empezando por el informe presidencial, Biden ha empezado a trazar un camino para contrarrestar sus muchas debilidades y vencer a Donald Trump en noviembre. Para ello, sin embargo, el Partido Demócrata y sus aliados tendrán que desempeñar diferentes papeles para hacer frente a los muchos puntos débiles de la campaña de Biden. Pero, en comparación con hace unas semanas, cuando las esperanzas de Biden de un segundo mandato parecían casi imposibles, el camino para la victoria de Biden está cada vez más claro. Entonces, ¿cuál es la estrategia de Biden para ganar un segundo mandato?
El informe presidencial y el discurso de anuncio de campaña de Biden en Valley Forge permiten vislumbrar la propuesta de Biden a los votantes. Implicará una estrategia multifacética de retórica menos mala en torno a la protección de los derechos democráticos (con especial atención al aborto); un mensaje económico populista que se apoya en un alto grado de nacionalismo; un giro a la derecha en materia de inmigración; y moderación retórica en la forma de hablar sobre el asalto genocida de Israel a Gaza.
El Partido Demócrata y sus aliados están teniendo que dividirse las diferentes "tareas" entre ellos para llegar a los diferentes sectores de la base del partido, incluidos los que amenazan con negar su apoyo a Biden. En esta división del trabajo, los aliados del Partido Demócrata en la burocracia sindical y las ONG desempeñarán un papel crucial a la hora de conseguir votantes para Biden y de persuadirlos para que pasen por alto los muchos puntos débiles de la administración Biden.
La presencia del presidente de la UAW, Shawn Fain, en el informe presidencial demuestra la estrecha relación que mantiene la burocracia sindical con la administración Biden y el papel que desempeñará para que Biden supere el obstáculo de la desaprobación de los votantes. Las ONG también tendrán que desempeñar un papel importante en la coalición de Biden a la hora de vincular los movimientos sociales y la lucha contra Trump a la campaña de Biden con la esperanza de desviar una vez más la lucha hacia el Partido Demócrata.
Además, desempeñará un papel crucial la campaña de los "desenganchados", que canalizará a los votantes descontentos de vuelta al Partido Demócrata convenciéndolos de que la mejor manera de expresar su disconformidad es votando en unas primarias demócratas, en un intento de presionar a Biden para que adopte una política mejor. Simultáneamente, el gobierno de Biden está cambiando su retórica sobre la guerra en Gaza y apoyando un alto el fuego increíblemente limitado y temporal. No obstante, los defensores de Biden pueden señalar el informe presidencial —en el que Biden pronunció la frase "alto el fuego" por primera vez— y decir: "¡Miren todos! ¡Votar sin compromiso funcionó! Biden apoya ahora el alto el fuego".
Esta interacción de criticar a la administración Biden y al mismo tiempo hacer que la gente vuelva a apoyarla quedó patente en el video de Bernie Sanders en el que pedía a sus seguidores que votaran por Biden en noviembre. En el video, Sanders dice que no está de acuerdo con la administración en varios puntos, que su posición sobre Gaza ha sido "totalmente errónea", pero que sus partidarios deben votar por Biden de todos modos. La justificación de Sanders coincide con uno de los principales pilares de la campaña de Biden para 2024: el mal menor y la defensa de los derechos democráticos.
Malmenorismo y la defensa de los derechos democráticos
El discurso de Biden en Valley Forge en enero marcó el lanzamiento oficial de su campaña. Allí lanzó su mensaje a los votantes: Trump representa una amenaza existencial para la democracia, y Biden es quien la protegerá. Este argumento se centra en el asalto al Capitolio del 6 de enero, así como en la defensa del derecho al voto y al aborto, ambos atacados por la derecha. No se menciona explícitamente, pero a veces se insinúa, la defensa de los derechos de las personas trans, que los demócratas intentan ignorar con la esperanza de no alienar a los votantes que podrían oponerse a los derechos trans.
Esta retórica de defensa de los derechos democráticos fue central en la campaña de Biden para 2020 —y en todas las demás campañas demócratas de la era Trump— y es una forma inteligente de abordar los temores reales de la base de votantes. El mandato de Trump fue caótico y contó con numerosos ataques a los derechos de los oprimidos, como la prohibición a los musulmanes y su política fronteriza de extrema derecha.
El primer mandato de Trump tuvo como colofón los disturbios del 6 de enero, que conmocionaron a muchos por ser una expresión contundente de lo que la extrema derecha movilizada puede llegar a hacer, especialmente cuando se envalentona con un presidente que la azuza. A esto se suman las numerosas declaraciones de Trump en la campaña para 2024 sobre cómo quiere adoptar un enfoque aún más autoritario en su segundo mandato —incluida la infame declaración de que quiere ser un "dictador" para su primer día en el cargo— y su continua insistencia en que las elecciones de 2020 fueron "robadas", a pesar de que todas las pruebas dicen lo contrario.
A este temor por Trump y su inclinación autoritaria se suma el asalto a los derechos democráticos, que se ha recrudecido en el último periodo. En 2022 la decisión Dobbs —que fue posible gracias a que Trump nombró a varios ultraconservadores para la Suprema Corte de Justicia— abrió la puerta a la prohibición del aborto en 14 estados y a severas limitaciones en otros 11. El asalto al derecho al voto también se ha intensificado, con ataques a la Ley del Derecho al Voto de 1965 desde "todos los ángulos posibles." Mientras tanto, los derechos de las personas trans están siendo atacados en más de la mitad del país, habiéndose aprobado leyes increíblemente represivas en varios estados. Así que los temores sobre la defensa de nuestros derechos democráticos básicos están justificados. Pero la solución no es dar apoyo a Biden porque él y los demócratas han demostrado, una vez más, que no defenderán nuestros derechos cuando se vean atacados.
Cuando se trata de los derechos democráticos, la estrategia clásica del Partido Demócrata es plantear su defensa en cada elección como una razón para votar por ellos, normalmente tomando la forma de "vótanos para mantener el aborto legal". Una vez que el partido llega al poder, finge impotencia: "ay, es que podríamos defender el aborto, pero no tenemos suficientes votos para ello". Luego, en el siguiente ciclo electoral, el partido repite el mismo discurso: "vótanos para que podamos defender el aborto esta vez".
Es una formulación cínica de un partido que podría haber protegido el aborto cuando tenía mayoría al principio del mandato de Biden o cuando tenía una supermayoría al principio del primer mandato de Obama. Pero, en ambos casos, no hizo nada para proteger nuestros derechos. Más bien, observó la anulación de la sentencia “Roe vs Wade” y la utilizó para generar más apoyo en las elecciones de mitad de mandato. Las ONG que recaudan millones para defender el derecho al aborto hicieron lo mismo. Planned Parenthood y otras desviaron su atención de la lucha contra Dobbs hacia el Partido Demócrata. Nuestros derechos son un juego para ellos, y debemos romper el ciclo.
De hecho, en algunos casos los demócratas participan activamente en los ataques a nuestros derechos democráticos. Los demócratas y los republicanos han estado unidos en la represión del movimiento de solidaridad con Palestina, como cuando votaron en el Senado en Nueva Jersey. Además, el giro hacia la extrema derecha que están tomando los demócratas en materia de inmigración demuestra que no tienen ninguna intención de proteger a los oprimidos de una extrema derecha subversiva.
La era de Biden nos ha demostrado que votar no derrota a la extrema derecha. Más bien, los ataques contra nuestros derechos se reforzaron bajo Biden. Para proteger nuestros derechos y derrotar a la Derecha, debemos confiar en nuestro propio poder y organizarnos —en nuestros lugares de trabajo, escuelas y comunidades— para construir un movimiento que detenga el avance de la Derecha y proteja nuestros derechos. Biden es un impedimento para este proceso. Tanto él como los demócratas intentan canalizar nuestra rabia, nuestro miedo y nuestro deseo de defendernos hacia la rueda de hámster de las elecciones.
Populismo económico nacionalista
El informe presidencial representó un cambio para la campaña de Biden, porque fue una de las primeras veces en 2024 que presentó una propuesta positiva para las elecciones, en lugar de basarse puramente en el alarmismo sobre la derecha. Esa propuesta, como las "Bidenomics" (políticas económicas de Biden), es una mezcla de populismo y nacionalismo.
En el discurso del informe presidencial, Biden trató de presentarse como el defensor de los trabajadores, llegando incluso a invitar a Shawn Fain y a un trabajador de la UAW. Se presentó como un luchador que se enfrentaría a las corporaciones y obligaría a los ricos a "pagar su parte justa". Se trata de un intento de cooptar el fenómeno que hemos estado viendo en el movimiento obrero y llevarlo al Partido Demócrata. Una vez más, sólo tenemos que fijarnos en la asistencia de Fain para ver el papel central de la burocracia sindical a la hora de llevar a la gente de vuelta a Biden.
Ya hemos escrito antes que estas elecciones van a ser una "batalla por la clase trabajadora", en la que tanto Trump como Biden intentarán atraer a los votantes de clase trabajadora que se han "desalineado" del Partido Demócrata. La fuerza de Trump en las encuestas es, en parte, un reflejo del hecho de que los votantes de la clase trabajadora —incluidos los votantes de color de la clase trabajadora— están empezando a mirar a Trump como una posible solución a la larga crisis económica que persiste desde el crack de 2008 y que se intensificó tras el COVID.
Mientras Biden intenta pintar la economía como fuerte —y, en teoría, lo está—, la realidad para muchos estadounidenses de clase trabajadora y pobres es que la inflación sigue siendo alta, el coste de la vida se ha disparado y los precios de la vivienda siguen siendo una gran carga. Mientras Trump ofrece su sabor de populismo nacionalista de derechas para hacer frente a este descontento, Biden intenta pintar el momento actual como un " resurgimiento estadounidense".
El tono de Biden también desborda nacionalismo. En el discurso del informe presidencial, Biden afirmó que "en lugar de importar productos extranjeros y exportar puestos de trabajo estadounidenses, estamos exportando productos estadounidenses y creando puestos de trabajo estadounidenses, ¡aquí mismo, en Estados Unidos, donde deben estar!". Además, declaró que "la recuperación de Estados Unidos pasa por construir un futuro de posibilidades estadounidenses, por construir una economía desde la mitad hacia fuera y desde abajo hacia arriba, no desde arriba hacia abajo, por invertir en todo Estados Unidos, en todos los estadounidenses, para asegurarnos de que todos tienen una oportunidad justa y de que no dejemos a nadie atrás".
Este hipernacionalismo es un intento de competir con la retórica de Trump de "América First" [Estados Unidos primero], que apunta a sectores de la clase obrera que están recurriendo a soluciones nacionalistas a la globalización neoliberal. En este sentido, el giro de Biden pretende llevar a los votantes más a la derecha y dar peso a la idea de que los trabajadores de otros países son el enemigo, en lugar de hermanos de clase con los que tenemos que trabajar para derribar el sistema capitalista que nos explota a todos.
Una política de migración derechista
Un área en la que Biden se ha desplazado con fuerza hacia la derecha es la inmigración. Las encuestas muestran que la inmigración se está convirtiendo cada vez más en un tema prioritario para muchos votantes. Los republicanos están explotando este hecho y la supuesta "crisis migratoria" en la frontera para pintar al gobierno de Biden como si hubiera "abandonado" la lucha contra la inmigración ilegal. Afirman, falsamente, que Biden y los demócratas apoyan las fronteras abiertas. Esto se personifica en el actual enfrentamiento en Texas entre el gobernador Greg Abbott y las autoridades federales sobre la retirada de alambre de púas en la frontera. En esta lucha, todos los gobernadores republicanos menos uno han firmado una carta poniéndose del lado del gobernador de Texas y denunciando a Biden por no hacer nada para detener la "invasión".
Biden está tratando de combatir esto moviéndose a la derecha en materia de inmigración. Esto marca un giro muy a la derecha, porque la administración Biden ya tiene una política de inmigración bastante derechista, que refleja más continuidad que discontinuidad con la política de la administración Trump. Ahora Biden pregona que está intentando aprobar "el proyecto de ley de inmigración más duro" de la historia y dice que son los republicanos quienes lo bloquean. Incluso ha pedido a Trump que le ayude a hacer realidad el proyecto de ley. En otras palabras, Biden pide a Trump que colabore con él en materia de inmigración. ¡Menudo mal menor en inmigración!
Este giro hacia la derecha va de la mano con la actitud nacionalista del populismo de Biden. Está intentando ganar estas elecciones apelando a algunos de los peores prejuicios del electorado estadounidense, al tiempo que hace una enorme concesión a la ideología de derechas. En la cuestión de la inmigración, Biden se sitúa orgullosamente a la derecha incluso de su propio partido. Por lo tanto, cualquier afirmación de que es el mal menor en materia de inmigración en comparación con Trump es sólo eso: una afirmación. Las acciones de la administración Biden hablan por sí solas. La administración se enorgullece de impulsar la política de inmigración "más dura" de la historia. Se enorgullece de poner las cosas más difíciles a los inmigrantes, y está perfectamente dispuesta a polarizar el país contra los inmigrantes. En el Estado de la Unión, Biden incluso habló de cómo los "ilegales" están asesinando a estadounidenses.
Un cambio en la retórica sobre Israel
Ya hemos escrito anteriormente sobre cómo uno de los mayores obstáculos para la campaña de Biden en 2024 es el movimiento por Palestina, que ha convertido a Biden en su principal objetivo. Sus actos son constantemente interrumpidos por manifestantes, ha sido apodado "Joe genocida" y muchos votantes (especialmente en el estado indeciso de Michigan) se niegan a votarle por su política sobre Gaza. Sigue siendo una incógnita si Biden superará este movimiento y hará que sus seguidores vuelvan al Partido Demócrata.
La campaña de los "descomprometidos" es una de las formas que tienen los demócratas de recuperar a esos votantes. Otra forma es cambiando su forma de hablar sobre el conflicto. En las últimas semanas, los líderes del Partido Demócrata han empezado a expresar su oposición a elementos de la guerra. Kamala Harris, por ejemplo, pidió un "alto el fuego para las próximas seis semanas"; en el informe presidencial, Biden dijo que estaba intentando conseguir un alto el fuego; y el líder de la mayoría en el Senado, Chuck Schumer, pronunció un discurso en el que denunció al gobierno de Netanyahu.
Todos estas maniobras son concesiones retóricas al movimiento, hechas en un intento de atraer de nuevo al partido a los votantes que se oponen al genocidio. Son, además, un intento de cooptar la demanda de alto el fuego y enmarcar el "problema" en Netanyahu en lugar de en la política más amplia de colonización y ocupación israelíes. Puede que ahora los demócratas digan "alto el fuego", pero no tienen ningún interés en proteger a los palestinos. Sus llamados a un alto al fuego ni siquiera incluyen la exigencia de retirar las tropas israelíes de Gaza. Fundamentalmente, los demócratas están intentando transformar el asalto en una ocupación intensificada y ampliada del territorio palestino. Puede que sea un cambio retórico eficaz, pero no ofrece justicia a los palestinos que han sido tratados brutalmente por Israel desde 1948 y que antes de eso estaban bajo la bota del imperialismo.
Este cambio, no obstante, tiene un precio. Al posicionarse como opuestos (de forma extremadamente limitada) a Netanyahu, Biden y los demócratas se han puesto en una posición en la que Netanyahu puede (y aparentemente lo hará) desafiar abiertamente los deseos de la administración e invadir Rafah, a pesar de sus advertencias de no hacerlo. Esto hace que Estados Unidos y Biden parezcan débiles en la escena internacional, como si ni siquiera pudieran controlar a uno de sus principales aliados. En la actual guerra contra Gaza, no hay salida fácil para Biden, y sus intentos de enfriar su retórica en casa están exponiendo sus debilidades en el exterior.
Nuestras tareas
En este contexto, la derecha es una preocupación real, pero no se puede confiar en que los demócratas nos defiendan. Biden incluso está pidiendo a Trump que le ayude a hacer política de inmigración, así que está claro que el mal menor es una falacia. Hay una razón por la que ambos candidatos son enormemente impopulares: la gente se da cuenta de que ninguno ofrece soluciones reales.
Si queremos derrotar a la derecha subversiva, tendremos que organizarnos para emprender la lucha. Esto significa construir nuestros movimientos y tratar de masificarlos, pero también significa construir formas democráticas de autoorganización para que estos movimientos puedan decidir colectivamente el camino a seguir.
La autoorganización de la clase obrera y los oprimidos es una herramienta vital para luchar contra el avance de la derecha, defender nuestros derechos y oponerse al sistema capitalista en general. Sin autoorganización —como asambleas en el lugar de trabajo donde los trabajadores puedan discutir abiertamente y votar resoluciones— estamos desarmados frente a los partidos capitalistas bien organizados. Para resistir la cooptación y derrotar a la derecha, tenemos que organizarnos y romper el ciclo que nos ha llevado a este momento.
Pero tenemos que ir más allá de la mera resistencia. Necesitamos organizarnos en una fuerza de lucha que pueda ir más allá y plantear realmente la cuestión del poder. Nos merecemos algo mejor que el sinfín de ataques y explotación que nos ofrece el capitalismo. Para derrotar al régimen bipartidista y derrocar al capitalismo, necesitaremos un partido propio que unifique las diferentes luchas y sea capaz de definir la estrategia necesaria para derrocar al Estado capitalista.