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Red Internacional
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10 AÑOS SIN JULIO LÓPEZ. Miguel Etchecolatz, el “supremo” bonaerense

A 10 años de la desaparición de Julio López, un recorrido sobre el ex jefe de la policía de la provincia de Buenos Aires durante los años de plomo.

Meke Paradela

Meke Paradela @mekepa

Sábado 17 de septiembre de 2016

Mirá el Dossier Especial sobre los diez años sin Jorge Julio López

Pelo canoso, cuerpo enjuto aunque con el paso de los años marcado en su andar, en su manera de moverse. Parece un anciano corriente, al igual que cualquier otro, pero cualquier parecido termina abruptamente en su mirada fría, pétrea, ojos negros y profundos que son su sello de identidad, su marca más característica.

Quizás sea porque Miguel Osvaldo Etchecolatz, nacido por esas vueltas del destino en el día internacional de la clase obrera, un 1º de mayo de 1929 en Azul, provincia de Buenos Aires; nunca se arrepintió de nada. Orondo en su lucha con el terrorismo y contra los denominados “prisioneros de guerra”, el Director de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires entre 1976 y 1979 jamás dudó de sus objetivos y de la “causa patria”, la madre de todas las batallas, contra los agentes subversivos que minaban a la Nación.

En ese sentido, tanto su carrera militar como sus relaciones dentro de las FF.AA fueron meteóricas: entre diciembre de 1976 y diciembre de 1977 obtuvo tres condecoraciones, el premio “Medalla herido en servicio”, la orden “San Miguel Arcángel por acto destacado de servicio” y posteriormente la orden “San Miguel Arcángel, collar dorado” y durante el mismo período supo granjearse el respeto de Ramón Camps, convirtiéndose en su mano derecha, en su asistente y consejero. Como consta en La noche de los lápices, de María Seoane y Héctor Ruiz Núñez (2006), Etchecolatz “sabía presentarle informes concisos, ilustrados con gráficos simples, sin agregar palabras innecesarias, al antigua estilo militar que tanto gustaba al Coronel”. Por este motivo es que el ex comisario organizó los comandos y grupos de tareas encargados de secuestrar y torturar a miles de trabajadores y estudiantes en el famoso Circuito Camps, formado por 29 centros clandestinos de detención y distribuidos en 9 partidos de la provincia, siendo los más destacados la Comisarìa V, la Brigada de La Plata, la Brigada de San Justo, el Destacamento de Arana, el Pozo de Arana y el COT1 Martínez. También fue el responsable directo de la Noche de los Lápices al comandar uno de los grupos de tareas que secuestró y torturó a los estudiantes secundarios en La Plata.

“Dale, dale, subí la corriente un poco más”

Una de las particularidades o extravagancias de Etchecolatz fue, justamente, su destacado rol en el aparato represivo. No solamente por el rol de comisario que ostentaba y por ende retransmisor de órdenes sino porque fue partícipe activo tanto de secuestros como de torturas. Son numerosos los testimonios de sobrevivientes que afirmaron haberlo visto en estas circunstancias: uno de ellos declaró en una de las audiencias que mientras era llevado junto con otro compañero a la terraza del centro clandestino de detención para ser torturado, uno de los represores tomaba nota y era Etchecolatz quién estaba allí presente pidiendo que aumentaran la potencia de la corriente eléctrica para la picana.

En una de las tantas audiencias en las que prestó testimonio al ser acusado de crímenes de lesa humanidad, declaró que “le sorprendían los cargos que se le imputaban, que nunca integró un sistema fuera de la ley, que se comportaron conforme las leyes de aquél momento en la lucha contra el terrorismo. Explicó que durante el proceso fue convocado por el Jefe de la Policía, siendo asignado como Sub Director de Investigaciones; la institución policial estaba conformada en la lucha contra el terrorismo, por colaboradores de las Fuerzas Armadas, comenzando así la lucha más cruenta, apoderándose los subversivos de armamento policial, asesinando a muchos de ellos. Sostuvo que la institución no tomaba decisiones respecto a esa lucha, incluso muchos jueces se presentaban en las dependencias para ver las condiciones en la que se encontraban los detenidos comunes, viendo sin embargo las áreas restringidas, dijo que conocían muy bien esta realidad y aun hoy se mantienen impunes”.

El testigo de la boina azul

Luego de la implementación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final impuestas por Alfonsín y posteriormente del indulto por parte del gobierno menemista, por primera vez en el 2006 se llevó a cabo el juicio oral contra un sector de represores por crímenes de lesa humanidad cometidos en la dictadura y, por primera vez, Etchecolatz fue acusado de “genocidio” sentando un histórico precedente. En el marco de las audiencias, uno de los más de 200 testimonios de sobrevivientes fue el de Jorge Julio López, quien fuera secuestrado desde 1976 hasta 1979, y cuyas declaraciones lo ubicaron como un testigo clave ya que pudo identificar a más de 60 policías y militares que jugaron un rol activo durante aquellos años.

Mirá el Dossier Especial sobre los diez años sin Jorge Julio López

En el archivo de la causa se puede apreciar una declaración precisa de López, en donde afirmó que “el que mandaba en las torturas era Camps, y si no estaba él lo hacía quien decían que era segundo jefe y lo describió como un tipo flaco, con ‘cara medio de mono‛ (sic), a quien identificó como Miguel Etchecolatz. Por último refirió que este último no tenía compasión, que él mismo iba y personalmente los pateaba cuando estaban detenidos”.

El 18 de septiembre de ese mismo año, -día en que se exponían los alegatos finales para condenar a perpetua a Etchecolatz - Jorge Julio López no apareció. Inmediatamente, mientras se prendieron los focos de alarma y comenzaron las incertidumbres y temores por la calidad de testigo que tenía en la causa, tanto sus abogados como la sobreviviente Adriana Calvo supieron la certeza de una segunda desaparición.

Minimizado el hecho por parte del pasado gobierno kirchnerista, López se convirtió en el primer desaparecido en democracia. Fiel a su carácter provocador, Etchecolatz escribió en un papel el nombre de Julio López y la palabra “secuestra” durante el Juicio por La Cacha en 2014, dejando entrever que a pesar de las condenas y de los años de democracia, las sombras de los aparatos represivos continúan estando en funcionamiento.

Ni olvido, ni perdón ni reconciliación

Mientras tanto, y con una profundización del relato kirchnerista de reconciliación con las Fuerzas Armadas, el gobierno de Macri (cuya familia se enriqueció con creces a partir de 1976) redobló la apuesta al otorgarles mayor autonomía y permitió que vuelvan a desfilar como en el caso tucumano el pasado 9 de julio. Asimismo, el macrismo cuestiona la cantidad de desaparecidos, y ensaya un pretendido discurso netamente desideologizado sobre los 70 donde las consecuencias de la dictadura militar se traducen solamente en una cifra. Es un ninguneo absoluto a la lucha incansable de los organismos de DDHH y un intento de retorno al concepto de “guerra sucia”.

Es en este contexto en el que Miguel Etchecolatz, que fue sentenciado a perpetua en una celda VIP de Marcos Paz (la misma que comparte con otros genocidas y desde donde dirigió la segunda desaparición de López) fue beneficiado el mes pasado con la prisión domiciliaria a la espera de la definición de dos causas pendientes. La polémica medida contó con el rechazo generalizado de organismos de DD.HH y sectores políticos mediante una masiva movilización con una mayoría de jóvenes en la ciudad de La Plata. Demostró que al gobierno macrista no le será tan simple aplicar la lógica del pasado, pisado y que la sociedad argentina posee los mecanismos de movilización intactos para el repudio de tales decisiones.

Son estos mismos organismos los que bajo la convocatoria del Encuentro Memoria, Verdad y Justica se estarán movilizando mañana al cumplirse una década de la desaparición de Jorge Julio López tras años de desidia, falta total de investigación y complicidad absoluta entre el Estado y las fuerzas policiales. Se exigirá cárcel común perpetua y efectiva para todos los genocidas, entre los que se encuentra el alumno modelo de Ramón Camps a la cabeza de la lista.


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A días de cumplirse el décimo año sin la aparición Jorge Julio Lopez, la producción de La Izquierda Diario TV realizó un informe especial.

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Meke Paradela

Nació en Capital Federal en 1985.

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