Miércoles 22 de abril de 2020
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha publicado nuevas proyecciones de crecimiento para América Latina, nada alentadoras, a raíz de las consecuencias de la pandémica crisis del coronavirus.
Casi 11,5 millones de desempleados, aproximadamente 30 millones de nuevos pobres y una contracción del 5,5% de conjunto, son el preámbulo de una degradación brutal de las condiciones de vida de millones de personas.
Son principalmente la caída en la demanda de exportaciones y de precios, particularmente de materias primas y de productos de maquiladoras, además de la cuarentena, lo que ha impactado en las economías regionales, muchas de las cuales son casi monoproductoras o dependientes de una actividad económica (petróleo, turismo, etc.).
Venezuela será el peor afectado, con una contracción estimada en 18%, imaginen los efectos cuando el salario mínimo mensual ya está en dos y medio dólares y se sufren las consecuencias del bloqueo imperialista de Trump. Le siguen México, Argentina, Ecuador, Nicaragua y Brasil, con contracciones por arriba del 5%.
Esto impactará directamente en las cadenas de valor que se han configurado en todo el continente durante el período neoliberal, particularmente en Brasil y en la frontera norte de México, con tres mil kilómetros de vasos comunicantes entre la maquila mexicana y el mercado estadounidense.
Los desempleos golpearán duramente sobre la mayoría de la población, que trabaja de manera informal o sin gozar de estabilidad laboral o prestaciones, puestos ocupados mayoritariamente por jóvenes y mujeres.
Si sumáramos las cifras de desempleo reciente tan solo en EEUU, tendríamos un realidad aun más cruda, pues tan solo las últimas dos semanas de pandemia han arrojado 10 millones de nuevos pobres.
La CEPAL también proyecta que la cifra de personas en la pobreza aumentará a 220 millones, pero a eso hay que sumar la población en condiciones de extrema pobreza, que llegaría a 90 millones de personas. Es decir, casi la mitad de la población total del continente, que alcanza las 620 millones de personas, sin condiciones dignas de vida, sobreviviendo.
Los gobiernos aprovechan la pandemia para atacar al pueblo pobre y trabajador
Mientras tanto, los principales gobiernos de la región maniobran frente a la pandemia, algunos negándose a reconocer la gravedad de la crisis sanitaria y la existencia del propio virus, como Bolsonaro, que para mantener la producción y funcionamiento económico en Brasil, ha alentado movilizaciones contra la cuarentena y amenazó con suspender el Congreso, mientras millones de trabajadores son expuestos al contagio.
Piñera, en Chile, impuso un toque de queda al más puro estilo militar, queriendo cortar de tajo con las revueltas populares que vimos a fines del año pasado, cuya potencialidad se mantiene.
O el caso de Argentina y el gobierno de Fernández, que llegó presentándose como progresista, pero que hoy impone la cuarentena mediante la disciplina de las balas, reprimiendo a quienes se mantienen en lucha contra los despidos, los tarifazos y la inflación que golpea sobre el poder adquisitivo de los trabajadores.
No digamos el caso de Lenin Moreno en Ecuador, que ha hecho la vista gorda frente a la tragedia que la pandemia desató en el país del cono sur, con miles de muertos y una situación de desesperanza que se refleja en los rostros de la población , que apenas unos meses tenía bajo su control las calles.
Como sea que se desarrollen las consecuencias de lo que ya comienza a nombrarse como una nueva depresión, las condiciones de vida de millones de trabajadores y pobres cambiarán para mal, mientras los capitalistas se apuestan a aprovechar la crisis para modificar de conjunto la relación en el mundo del trabajo, precarizando el doble las condiciones laborales.
Para acabar con la pandemia, hay que enfrentar al capital
Solo la organización independiente y combativa de la clase trabajadora puede frenar este ataque y presentar un plan de conjunto para acabar con la crisis, en su expresión económica, política, ambiental y sanitaria. Debemos seguir el ejemplo de quienes hoy se levantan contra las consecuencias de una pandemia gestionada por los empresarios y los políticos a su servicio, que pone por delante sus fortunas mientras fortalece la idea de que los y las trabajadoras somos desechables.
Este es el caso de las enfermeras y médicos que exigen insumos médicos, trabajadores de call centers de logística contra el riesgo de contagio y la irresponsabilidad de la patronal. También el de obreros maquiladores y automotrices, que o imponen paros para demostrar que no enfrentarán el riesgo del covid aisladamente.
Y en Francia, los sectores avanzados de trabajadores intentan poner contra las cuerdas a Macrón para demostrar que la solidaridad obrera y la reconversión productiva pueden plantear una salida alternativa a la crisis. Porque el verdadero virus es el capitalismo, y hoy más que nunca debemos demostrar que nuestras vidas valen más que sus ganancias.
Aquí te presentamos algunas medidas para enfrentar el ataque, apelando a la autoorganización de la clase obrera y a su capacidad para levantar un programa que retome las demandas del conjunto de la población, desde las clases medias empobrecidas, los campesinos sin tierra, los desocupados, las mujeres, los pueblos originarios, la juventud y los pobres urbanos, bajo la perspectiva de transformar revolucionariamente este mundo, para acabar con la explotación y todo tipo de opresión.