El Círculo Rojo. Misoginia, una palabra con historia

Imagen: lustraciones de campañas misóginas de principios del siglo XX

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· Las visitas a la residencia de Olivos en plena cuarentena de 2020 fueron un tema casi excluyente de la semana. Vimos varias cosas:

· El repudio merecido a las declaraciones machistas del diputado de Juntos por el Cambio Fernando Iglesias. Como otras discusiones, estuvo mediada por la grieta e hizo que propios y ajenos se acomoden según sus objetivos. Uno de los más recientes e insólitos fue la declaración firmada por el jefe de senadores del Frente de Todos, José Mayans, en la que “repudia” la violencia machista (el mismo senador que encabezó en dos oportunidades el rechazo al derecho al aborto legal)

· La decisión del oficialismo de poner esas declaraciones en el centro del debate y mantener silencio sobre las actividades en la residencia presidencial, que quedaron en un segundo plano (al oficialismo este debate le rindió bastante).

· Durante esos meses de 2020 pasaron cosas como las que recordó Myriam Bregman, precandidata del Frente de Izquierda el martes en el programa Brotes Verdes con Alejandro Bercovich (y nadie quiere recordar, menos el oficialismo). Las fuerzas represivas tuvieron luz verde para su accionar: la Policía de Tucumán asesinó a Luis Espinoza y tiraron su cuerpo en un barranco de Catamarca, Florencia Morales fue detenida y murió en una comisaría en San Luis (la causa no tiene imputados), hechos que siguen impunes y el Estado no explica como la desaparición y muerte de Facundo Astudillo Castro en la Provincia de Buenos Aires.

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· El debate quedó reducido a los ataques de Iglesias contra Florencia Peña o Sofía Pacchi. En el programa anterior hablamos de la cosificación y la sexualización de las mujeres: reducir a una persona por su género a un objeto sexual y, además, juzgar sus acciones con una vara moral y no política. Lo que pasó fue eso.

El qué, el cómo y el cuándo de la misoginia

· Misoginia define el odio o desprecio a las mujeres. La palabra viene “miseo”, odiar, y “gyne”, mujer, en griego. En el libro Misoginia: El prejuicio más antiguo del mundo, el periodista Jack Holland rastrea parte de su historia. Habla, por ejemplo, del enojo de Zeus cuando Prometeo roba el secreto del fuego a los dioses y elige como castigo a la humanidad crear un “mal para su deleite”, que es Pandora, una mujer. No es que los griegos fueran especialmente malvados o machistas, los mitos estaban relacionados con las sociedades donde las mujeres no eran siquiera ciudadanas.

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· Como ese, hay otros mitos y prejuicios, que explican y justifican la opresión o la persecución a quienes la cuestionan. Por ejemplo acusar a las mujeres de brujería en la Edad Media también tiene fundamentos en ese desprecio y desconfianza hacia las mujeres, en la construcción de ese “otro”. La brujería era explicada como producto de la lujuria, imposible de saciar por un mal alojado en la boca del útero. Esa construcción jugó un rol muy importante en la destrucción de la vida comunal, en la transición del feudalismo al capitalismo.

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¿Cuándo se apareció como término?

· Se incluyó por primera vez en el diccionario de Oxford en 1656. Pero apareció antes, en 1630, en respuesta a un folleto contra las mujeres de Joseph Swetnam llamado Proceso a las mujeres lascivas, ociosas, desobedientes e inconstantes. Fue muy popular y se hacía eco del debate sobre el lugar de las mujeres en la sociedad.

· Decía cosas como: “Las mujeres son deshonestas por naturaleza”, “las aspiraciones de su mente y su voluntad de desenfreno trajeron desgracia para el hombre”.

· Tuvo varias respuestas, la más famosa fue una obra anónima: Swetnam, el odiador de mujeres es procesado por las mujeres y el personaje que encarnaba a Swetnam se llamaba Misogynos.

· El término no ganó mucha popularidad en ese momento. Pero en los años 1970 en Estados Unidos, en plena movilización feminista, una de las intelectuales que le da importancia e instala su uso en el movimiento de liberación es Andrea Dworkin en su texto de 1974 Woman Hating. Hubo y hay muchos debates sobre las condiciones en las que surge y se reproduce ese odio, pero algo que se instala y perdura hasta hoy es que el problema no es un varón malvado, el problema es social.

Un largo camino

· La misoginia puede manifestarse de muchas formas. No todas son violentas y muchas están tan naturalizadas que recién cuando movimientos sociales y políticos las señalan, empiezan a verse: reproducir estereotipos que presentan a las mujeres como locas o emocionales, sugerir que son personas incapaces o irracionales que no pueden tomar decisiones (en el debate sobre el aborto legal hubo muchos argumentos misóginos, usados por oficialistas y opositores). Convivimos con esas imágenes, incluso cuando se eliminaron discriminaciones, como resultado de la lucha contra la opresión, y si son cuestionadas es justamente por esas luchas. No existe una evolución natural, los estereotipos no se evaporan.

· Hoy la vida es muy diferente a la del siglo XVII. Las mujeres conquistamos derechos, pero la sociedad sigue funcionando esencialmente sobre los mismos pilares: la opresión y la explotación.

· Lo más interesante de las reflexiones que hicieron las mujeres a lo largo de la historia es que nunca buscaban victimizarse, todo lo contrario, fue y es una forma de entender las raíces del problema y, para muchas, pelear por construir otra sociedad sobre nuevos pilares.