En los tiempos de la Dictadura Militar en Chile, Francisco Javier Morandé (El Kike) asistía engalanado, con su gran nariz brillante, para animar las fiestas del “General”. El mismo animador que, durante la campaña presidencial del 2009, hizo que en cada capítulo de su programa desfilaran figuras de la Derecha, enarbolando su discurso del “emprendimiento” y “acabaremos con la delincuencia”.

Lilith Herrera Activista trans
Domingo 22 de marzo de 2015
A diferencia de la Derecha, que está comiendo polvo en el suelo, Morandé junto a su programa se pasean por caminos luminosos por la abundancia del bendito rating. El espacio se corona la mayoría del tiempo como el más visto durante el viernes y el sábado –días en los que se emite-, con promedios superiores a los 15 puntos. Convirtiéndose además, en uno de los más vistos durante el año en la televisión chilensis.
Su éxito podría explicarse porque en la actualidad está en una canal líder en sintonía 8.95 puntos de rating acumula durante enero y febrero, alejadísimo de los 7.00 de su competencia: Chilevisión. Pero ése es solo un factor. Pues, incluso durante la crisis de Mega, el programa ya venía consolidándose como un imbatible en su horario.
La respuesta para tal éxito es macabra. “Es lo que a la gente quiere ver”. Varias y varios han de espantarse con tal hipótesis, pero es tan cierta que duele. Lo es, en primer lugar, porque vivimos en una sociedad capitalista cuyos trabajos absorben y enajenan a las trabajadoras y a los trabajadores, quienes han de llegar a sus casas –muchas y muchos, sufrirán un viaje apretujadas y apretujados en el asfixiante transantiago- y solo necesitan distraerse. Considerando que salir cuesta dinero, algunas y algunos “optan” por quedarse en la casa y ver aquello que les permita desconectarse por un rato de… la vida.
Es allí, en donde el programa del denominado “Patrón de Fundo”, cobra un papel preponderante. Pues ofrece algo tan simple como la entretención sin más. En sí, el espacio consiste en un circo de variedades. En donde, puede apreciarse a personas de estaturas diminutas, arquetipos de gays (las lesbianas no existen), humor centrado en el doble sentido, plagado de bromas sexistas; a las que Vanessa Borghi, una modelo uruguaya que acompaña en la animación al Patrón de Fundo, les ofrece todos sus dientes blancos y perfectos, mediante un estridente risotada. Esto entonces, constituye la segunda razón. Pues a través de esta vitrina, se reafirma la visión que la sociedad tiene de la población lgbti y de la mujer: locas irremediables y despolitizadas, las primeras y primeros, mero objeto de adorno, la segunda.
¿Verdaderamente es “lo que la gente quiere ver”?
Pero, lo que la gente quiere ver no es innato. Corresponde a una formación social de tipo homofóbica, machista, misógina… Que se oye en cada espacio del sistema educativo, que se observa en cada rincón de la sociedad. En donde el asesinato de homosexuales y personas trans se toma como un hecho habitual; a menos que pueda sacarse ventaja política como lo ocurrido con Zamudio en el 2012. Un país en donde los gays y lesbianas no pueden casarse ni tener hijos, y en donde las mujeres aún no pueden decidir por sobre sus cuerpos.
Un reinado que puede finalizar
¿Hasta cuándo reinará Morandé? Hasta que la sociedad comprenda que reírse de la comunidad lgbti a propósito de su mera existencia no es gracioso o que la mujer no está solo para ocupar el rol de un adorno o “prestar el cuerpo”, como diría Ena (la senadora del error involuntario). Solo entonces, Morandé ya no será más una verdadera radiografía de la sociedad chilena.