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Red Internacional
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Opinión. Mujeres azafatas: el trabajo como cuestión de peso y el control sobre los cuerpos

Un grupo de trabajadoras de Emirates Airlines denunció que la empresa exige que mantengan un cierto peso y cumplan con ciertos estereotipos de belleza para poder conservar sus empleos.

Lunes 14 de febrero de 2022 14:32

Emirates Airlines es la compañía aérea más grande de medio oriente. Con sede en Dubai, opera cerca de 3400 vuelos por semana a 74 países de cuatro continentes. En los últimos 20 años ha registrado un crecimiento anual promedio del 25% en el tráfico de pasajeros, más alto que cualquier aerolínea a nivel mundial.

Pareciera que el crecimiento exponencial de sus ganancias va de la mano de mayores exigencias y condiciones inhumanas de trabajo para sus empleados, recayendo especialmente en las mujeres.

Así lo han hecho saber las azafatas que trabajan en la empresa, a través de diversas denuncias que van avanzando y haciéndose más contundentes con el correr de los años, y que en los últimos días cobraron relevancia en medios nacionales y redes sociales.

Debido a sus declaraciones pudo conocerse más sobre la perversa dinámica con la que opera la empresa para llegar a sus objetivos, a los fines de que las mujeres azafatas que trabajan allí lleguen al estándar de peso e imagen que consideran "acorde".

Muchas de ellas han comentado que cuentan con un programa confidencial de control de peso, en el marco del cual se definen las rutinas diarias de dichas mujeres, tomando conocimiento de detalles de su privacidad, con el objetivo de “perder kilos”. Además, se han efectuado reducciones en los salarios si este objetivo no es alcanzado, y diversas situaciones más de maltrato laboral.

"Tenía que ir a la sala de la báscula y hacerme un chequeo. Traté de mantener ese peso, pero a veces ganaba 1 o 2 kg”.

"Me encontraba muy afligida. Cuando me descubrían en esos controles de peso, tenía que volver a cero meses y hay que permanecer libre durante un año para que te dejen ir". Declaró una de las azafatas involucradas, Duygu Karaman.

Ni hablar de las licencias por maternidad, y las exigencias de reducción de peso por sobre el proceso natural que cualquier cuerpo requiere luego de ello.

Jornadas extenuantes, sin tiempo de descanso, denegación de vacaciones y hasta la reducción de la cobertura sanitaria, con una exigencia extrema sobre los cuerpos y la invasión de la privacidad. Todo un combo de denuncias sobre las que la Aerolínea no ha hecho comentarios, utilizando la excusa de la confidencialidad.

“Eres un número en todo momento” expreso una de las azafatas que se alejó de la compañía, y así resume toda la violencia laboral atravesada en sus años como empleada.

Este control e imposición de normalización sobre los cuerpos merece un debate y una reflexión. Si bien el ejemplo de esta multimillonaria empresa de aerolíneas, lo expresa en un extremo, incluso con “niveles de sofisticación” para invadir los cuerpos y la intimidad, responde a una lógica sistémica que recae especialmente sobre el género femenino.

En un mundo donde las mujeres fuimos ocupando cada vez más lugares en la sociedad por fuera del hogar, sucede lo que podría verse en apariencia como una paradoja. Salimos de la casa, ocupamos puestos laborales, ganamos independencia en ciertos aspectos, y al mismo tiempo caemos en la trampa de encontrarnos con sobre exigencias laborales que se suman a responsabilidades domésticas, con control sobre nuestros cuerpos, nuestros deseos y proyectos.

Las raíces de ello deben buscarse en su explicación material: cuerpos utilizados y sobre explotados, con el objetivo de acumular capital, que luego son desechados y expulsados, con especial ensañamiento en las mujeres y diversidades.

Las mujeres estereotipadas y normadas que los grandes intereses pretenden imponer, buscando controlarnos, tienen la contracara de la lucha y organización que pusimos en agenda, y que se extiende.

Nuestros cuerpos, nuestros deseos, nuestras vidas, valen por sobre (y contra) sus ganancias.