El gobernador anunció que Alberto Fernández aceptó enviar al Ejército a la provincia de Salta. El Presidente no necesitó más que un llamado para garantizar la presencia militar en el norte argentino. No siempre responde con tanta rapidez.
Miércoles 24 de junio de 2020 00:22
Como venía haciendo desde la semana pasada, ayer el gobernador Gustavo Sáenz le volvió a pedir al Gobierno Nacional el envío de tropas del Ejército para reforzar los controles en los límites con Bolivia, como “medida de prevención” ante el avance de la pandemia.
El Presidente no demoró su respuesta, y confirmó que autorizaba el traslado de los militares a la provincia del norte, algo que empezó a concretarse durante la tarde. Según difundió el Ministerio de Seguridad, la colaboración del Ejército consiste “principalmente en el patrullaje diurno y nocturno de la zona (de Salvador Mazza, NdR) con helicópteros”. Además, cerraron el paso internacional de aquella localidad.
Sáenz, a través de su cuenta de twiter, festejó la respuesta favorable de Alberto Fernández. En la red del pajarito sostuvo que "de acuerdo a lo que le solicitamos al Gobierno nacional, hoy se autorizó la presencia de efectivos del Ejército Argentino en la frontera de nuestra provincia", y agregó: "Cuando está en riesgo la salud, no podemos dudar".
De acuerdo a lo que le solicitamos al Gobierno nacional, hoy se autorizó la presencia de efectivos del Ejército Argentino en la frontera de nuestra provincia. pic.twitter.com/xyzn24kreJ
— Gustavo Sáenz (@GustavoSaenzOK) June 23, 2020
Que quede claro algo. No estaba hablando sobre test para la temprana detección del contagio de Covid-19, u otros materiales sanitarios. Mucho menos de respiradores o camas de terapia intensiva. A pesar de que el gobernador peronista dijo que cuando hay riesgo de salud no se puede dudar, de lo que hablaba era de fuerzas de seguridad, a tono con el avance represivo que se vive en Salta con el DNU 255/20 que le da superpoderes de jueza a la jefa de la policía.
Sáenz, además, explicó que "hay una situación de angustia, especialmente en las comunidades de Salvador Mazza, Aguas Blancas y Los Toldos", por la difícil situación sanitaria de Bolivia, cuyo sistema de salud está colapsado por la cantidad de casos de coronavirus. Sin embargo, lejos de ver cómo ayudar a los habitantes del país vecino, que diariamente conviven con el pueblo salteño, el gobernador dice que "lo mejor es custodiar con todos los recursos de seguridad y defensa que tengamos para hacer este trabajo", según sostuvo a un medio nacional. Osea, para el peronismo más "progre" o menos "progre", la única medida es militarizar las fronteras, mientras la respuesta sanitaria está ausente. Por eso, desde este martes, las tareas de seguridad y defensa se harán coordinadamente entre el Ejército, Gendarmería Nacional y la Policía de Salta, al mando esta última del ex coronel negacionista Juan Manuel Pulleiro.
Racismo y mano dura
Con todo el racismo que lo caracteriza, Sáenz sostuvo que "el problema central que tenemos es la doble nacionalidad" y que es necesario reforzar los controles fronterizos, “a los fines de seguir cuidando la salud de los salteños". ¿El gobernador coordinó con el ministro de Salud de la Nación? No, Sáenz se comunicó con el ministro del Interior, Eduardo Wado de Pedro; su par de Seguridad, Sabina Friedrich; y el ministro de Defensa, Agustín Rossi, para coordinar la situación.
De este modo Sáenz se suma al pedido de su par de Tucumán, Juan Manzur, quién se reunió con el Ministro Agustín Rossi a fin de solicitarle que envíe una dotación del Ejército Argentino. Porque consideró que "la pandemia de coronavirus evidenció la necesidad de contar con colaboración de las fuerzas armadas en las tareas sociales y sanitarias".
Uno reclama la presencia militar para amedrentar a los habitantes bolivianos, que a diario viajan a Salta, para impedir que accedan al sistema de salud. El otro para que realicen tareas sociales.
¿Empoderamiento de las fuerzas represivas?
Las Fuerzas Armadas, luego de la dictadura militar, por ley tienen prohibido intervenir en la represión interna. Sin embargo, como venimos diciendo desde este diario, la pandemia le permite al Gobierno enviar a las fuerzas castrenses a los barrios populares a realizar tareas “humanitarias”, sin armas, pero con ropa de fajina, para que con su sola presencia desaliente cualquier organización de la protesta social. Además, les resulta una oportunidad para avanzar en legitimar a las fuerzas militares, odiadas y desprestigiadas por el genocidio que llevaron adelante y la rendición ante las tropas inglesas en la Guerra de Malvinas.
En tanto, el Covid-19 le ha permitido al Gobierno Nacional y los gobernadores “militarizar” las calles del país. Bajo la excusa de la pandemia, las fuerzas represivas están siendo empoderadas para ejercer el control social. Balas de gomas, torturas, armas de fuego, desaparición y posterior asesinato de personas como pasó con Luis Espinoza, y un sinfín de medidas están para este objetivo. Ese es el verdadero fin que esconden tanto Manzur como Sáenz: desarrollar desde ahora una herramienta de persuasión frente a los reclamos sociales que se empiecen a multiplicar en medio de la cuarentena, ante la crisis económica que sufre el pueblo trabajador, mientras los empresarios incrementan sus ganancias.
La referente del PTS en el Frente de Izquierda local, Daniela Planes, sostuvo que "el avance represivo que se prepara se ve con la detención de los 7 remiseros que están presos por luchar por sus derechos laborales desde el jueves 11. Por eso, en el marco de la crisis por el coronavirus y la criminalización de la pobreza y la protesta social, lo primero que hay que hacer es repudiar la llegada del Ejército a Salta y seguir organizándonos junto a familiares de víctimas de gatillo fácil y organismos de derechos humanos independientes de los Gobiernos de turno, como la Red en defensa de los derechos humanos".
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