Una de las más famosas orcas del controvertido negocio del entretenimiento con animales fallece después de 33 años de cautiverio y una serie de ataques fatales.
Lunes 9 de enero de 2017 19:09
El pasado 6 de enero falleció Tilikum en SeaWorld (Orlando, Estados Unidos) una de las más famosas orcas del negocio del entretenimiento animal con mamíferos acuáticos. Se la llamó “la ballena asesina”, invisibilizando una trama de violencia, tráfico y negligencia que mueve millones.
Se trataba de una orca macho, que en 1983 cuando tenía menos de 5 años de edad fue capturado en las costas de Islandia y separado de su grupo familiar, con el objetivo de ser usado en la industria del entretenimiento que factura millones de dólares a nivel mundial.
La captura de Tilikum
Uno de los pescadores que integró el grupo de captura, arrepentido, cuenta que “intentábamos meter a la joven orca dentro de una especie de camilla, y toda su familia nos seguía a unos 20 metros de distancia. Hicieron como una línea y se comunicaban entre ellas. En ese momento te dabas cuenta de lo que estabas haciendo. No pude contenerme y de repente empecé a llorar. No dejé de trabajar, pero no era capaz de soportarlo. Era como secuestrar a un niño pequeño de las manos de su madre. Todos nos observaban. Que más podíamos hacer. La peor cosa que se me viene a la cabeza. Cuando acabamos de cazar había otras tres orcas muertas en la red, así que Peter, Brian y yo tuvimos que abrir a las orcas, rellenarlas con rocas, ponerles anclas en la cola y hundirlas. En aquel momento pensaba que era para evitar una mala publicidad”.
Ese día se capturaron otros dos ejemplares jóvenes y tres fallecieron en las redes. Especialmente señala que una vez que ya tenían a las más jóvenes dentro de los corrales, soltaron el resto de las redes: las otras orcas adultas atrapadas junto con las crías ya podían irse, pero en cambio, se quedaron en el lugar, realizando distintos sonidos y comportamientos.
Este episodio de la vida de Tilikum se relata en Blackfish (2013), película documental que narra cómo las condiciones de cautiverio de un animal de gran porte e inteligencia, usado para el mero entretenimiento y lucro humano, derivo no sólo en su pésima calidad de vida y sufrimiento, sino también en que matara a una de sus entrenadoras y se viera implicado en otros dos episodios fatales para humanos. Blackfish tuvo un gran impacto en la opinión pública mundial y dio gran impuso al debate sobre lo éticamente cuestionable que es mantener orcas en cautiverio.
Los tres incidentes fatales: negligencia, maltrato y lucro
En febrero de 2010, Tilikum mató a Dawn Brancheau, una entrenadora de 40 años con 16 años de experiencia en SeaWorld. La entrenadora fue atacada después de un espectáculo, con parte del público observando. Los empleados usaron redes e intentaron llamarlo con alimento, pero fue en vano. Tilikum desplegó sus comportamientos naturales de predación sobre ella. Comportamientos de caza que estaba impedido de realizar en el reducido estanque en el que vivía encerrado días completos para luego pasar al estanque del show. Por este ataque Seaworld fue multado con 75 mil dólares por violación de las normas de seguridad, aunque en ningún momento admitió responsabilidad alguna.
Pero ya anteriormente, diversos incidentes habían sido ocultados por la empresa, entre ellos los siguientes:
• En 1991 Tilikum participó del ataque a la entrenadora Keltie Byrne, quien fue sumergida y entre tres orcas atacada. Al parecer fue él quien inició el ataque. Esto sucedió en el primer complejo acuático que hizo uso de Tilikum, Sealand, en Canadá, luego de lo cual fue vendida a SeaWorld. La empresa dijo que fue un desafortunado accidente donde la entrenadora simplemente resbaló y se ahogó; no obstante, cerró tras su muerte.
• En 1999 un joven llamado Daniel Dukes, sin ser detectado, ingresó tras el cierre del complejo y se metió en el estanque de Tilikum. Lo encontraron muerto al día siguiente sobre su lomo, con distintas heridas. La empresa se limitó a explicar que murió de hipotermia.
Por su parte, extrabajadores de SeaWorld denunciaron que nunca fueron informados de los ataques de Tilikum y de otras orcas que se han producido desde que estos animales son usados en espectáculos. También que los conocimientos sobre la biología de estos animales que tenían eran escasos. En los cursos de entrenamiento no se desarrollaba esto y se insistía en que allí las orcas tenían una vida “normal”. Hubo otros “accidentes” con orcas y entrenadores que en ningún momento eran informados a los empleados, y en todo momento se encubrían o justificaban como responsabilidad personal. A las empresas les importa tan poco la vida de las orcas como de los entrenadores.
En estado silvestre no se reportan ataques a humanos, pero en cautiverio ha habido cientos, en su mayoría fatales. Es decir, la muerte y las lesiones de los entrenadores es resultado de la vida artificial a la que están sometidas innecesariamente las orcas y a la negligencia de las empresas dueñas de los oceanarios. Sin contar el hecho evidente de que estos animales no tienen por qué estar en una pileta haciendo piruetas con humanos en su lomo y trompa a cambio de dinero.
También los extrabajadores fueron la clave para comprender la corta expectativa de vida de las orcas cautivas y el sufrimiento que padecen. SeaWorld afirma que Tilikum murió por una enfermedad pulmonar, pero lo que no dice es que esta enfermedad es producto de las condiciones en que son sometidos estos animales. Viven confinados en espacios reducidos y sin su grupo social de origen. Incluso, aunque estén con otros individuos de su misma especie eso no implica que puedan relacionarse adecuadamente (las orcas de distinta procedencia tienen distintas formas de comunicarse; cada grupo de cada región tiene su propias vocalizaciones). De hecho, Tilikum vivía aislado, porque era atacado por las demás hembras. Padecen enfermedades y lesiones producto del encierro y el estrés, como la deformación de sus aletas. Pasan del estanque de reposo al estanque de show, con música a gran volumen y el ruido del público, que no pueden decodificar, en el que obligatoriamente deben realizar una rutina circense a cambio de alimento. Para esta rutina fueron entrenados de manera repetitiva desde pequeños.
Luego del último incidente con la entrenadora, se reduce parcialmente el contacto de Tilikum con humanos. Entonces, en 2010, una organización animalista internacional exige a SeaWorld su liberación. Si bien la reintroducción de animales silvestres que han estado tanto tiempo cautivos es compleja, denuncian que el motivo de SeaWorld es otro: Tilikum era un banco de esperma para seguir perpetuando el negocio. Posteriormente, volvió a ser usado en shows.
Denuncias contra Mundo Marino y Mar del Plata Aquarium
La historia de la vida de Tilikum es una entre los miles de mamíferos acuáticos utilizados en espectáculos. Las orcas o “ballenas asesinas” valen miles de dólares y generan ingresos obscenos en la industria del entretenimiento de los modernos circos acuáticos. ¿Quién no conoce Mundo Marino o Aquarium, las versiones locales de SeaWorld? Desde la década del 60 se instaló esta forma de espectáculo con animales acuáticos, a la par que paulatinamente los circos (especialmente con leones, tigres, elefantes y monos) y los zoológicos comenzaban a ser cuestionados desde sectores activistas. La industria del entretenimiento necesitaba algo más grande, más llamativo, más exuberante, en definitiva, más lucrativo. Bajo la imagen de conservación, investigación y educación –la misma fachada que aducen los zoológicos– se instalan estos complejos en todo el mundo.
Kshamenk es la orca “propiedad” de Mundo Marino desde 1992, cuando ingresó con unos 6 años de edad. Hay dos versiones de cómo llego allí. Mundo Marino sostiene que la rescató de un varamiento. Pero, según otra versión, se trató de una maniobra de captura en la que cuatro orcas fueron obligadas encallar por embarcaciones del oceanario. A un ejemplar adulto, difícil de transportar, lo dejaron volver; otro murió durante el traslado; y un tercero, intentando escapar de la pileta en la que fue introducido, se estrelló contra las paredes y también murió.
Anteriormente, en 1988 ingresaron a Belén, que vivió sólo 12 años en cautiverio; y en 1985 a Milagro, un macho, que vivió 6 años; entre otros ejemplares. Ambos sospechosamente rescatados de varamientos y casualmente nunca reintroducidos, y sí en cambio puestos en exhibición y entrenados para shows. Este poder se debe a que estos dos acuarios fueron reconocidos como centros de rescate de mamíferos marinos (Res. N° 88 de la Secretaría de Pesca y Recursos Naturales de la Prov. de Bs. As.), otorgándose el derecho de decidir sobre un “recurso” compartido con otras provincias y países como Brasil y Uruguay. El decreto 1216/74 establece que “la conservación de lobos, elefantes marinos, focas, pingüinos y especies similares, debe ser preservada por la autoridad de la nación teniendo en cuenta que su frecuente migración impide asignar, a los efectos de su protección, jurisdicción específica a determinada provincia". Pero las orcas de nuestra región tienen un territorio de más de 400.000 kilómetros cuadrados (unas 2 mil veces el tamaño de la CABA) y una variada dieta. Esto es escandalosamente incompatible con la pileta donde están y la dieta de pescado congelado. Es interesante mencionar que en 1990 dos orcas jóvenes quedaron varadas frente a la reserva de fauna Punta Norte en Península Valdés, y durante 5 horas estuvieron en seco. No obstante, el guardafauna Roberto García Vera solamente las mantuvo húmedas hasta que con una simple ayuda regresaron al mar. No se usaron equipos de alta tecnología, grúas, camas, redes, colchones de rescate, ni fue necesario ningún tipo de gasto económico.
Tilikum, caso testigo
Una exentrenadora de SeaWorld señala que “yo me encargaba de repetir las mismas cosas en los espectáculos. Yo decía cosas del tipo ‘Namu [otra orca] no hace estas cosas porque tenga que hacerlas, si no por voluntad propia. Lo que vemos no es parte del entrenamiento, es su verdadero comportamiento’. Esta es una de las cosas de las que ahora me avergüenzo”.
Las orcas son uno de los mamíferos más grandes, llegando a pesar 5 toneladas y medir hasta 9 metros de longitud, con una expectativa de vida en libertad entre los 75 y 100 años. Forman estructuras sociales complejas y se organizan en grupos matrilineales (descendencia marcada por la línea materna). Hoy están en peligro de extinción a causa del tráfico, legal e ilegal, de un animal tan cotizado: la mayoría muere antes de llegar a los oceanarios (Tilikum vivió muchos años más que la mayoría de las orcas presas, que viven entre 7 y 20 años). En realidad, las orcas en su hábitat natural no tienen ningún predador, solo el hombre (el capitalismo), con toda la tecnología para capturarla, transportarla, entrenarla y exhibirla.