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Red Internacional
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Repudio internacional. Netanyahu habla en el congreso de Estados Unidos en medio del rechazo al genocidio en Gaza

El discurso del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en el Congreso esta plagado de desafíos, ya que coincide con un periodo de importante agitación política en Estados Unidos y un atolladero político para su gobierno en Israel y a escala internacional.

Miércoles 24 de julio 17:16

Con el humo y el caos de las calles en ruinas de Gaza como telón de fondo, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu fue parte de una sesión conjunta del Congreso de Estados Unidos. Esto se produce mientras las fuerzas israelíes continúan su implacable campaña genocida contra los palestinos de Gaza en nombre de la erradicación de Hamás. El discurso de Netanyahu pretende consolidar y reforzar el apoyo estadounidense a las acciones militares de Israel en un momento en que se enfrenta a crecientes críticas internacionales y a la pérdida de prestigio del proyecto sionista.

El discurso de Netanyahu no es una mera formalidad diplomática; es un intento crucial de justificar la estrategia de Israel en una guerra que ha dejado a decenas de miles de civiles de Gaza muertos, sin hogar o en la más absoluta desesperación. En los últimos 10 meses, decenas de miles de palestinos han sido asesinados por las fuerzas y las bombas israelíes, mientras que millones se han visto desplazados de sus hogares y se enfrentan a condiciones de hambruna como consecuencia del bloqueo de Israel. Aunque el Ministerio de Sanidad de Gaza ha informado de más de 38.000 muertos, un estudio publicado por la revista médica Lancet señala que el verdadero número de víctimas mortales podría ascender a más de 186.000 personas. Además, Israel ha destruido gran parte de las infraestructuras de Gaza y hay una grave escasez de alimentos, agua y refugio. Tampoco ha habido tregua para los millones de personas a las que se ha ordenado evacuar a zonas seguras, ya que gran parte de las ciudades con campamentos de refugiados de Rafah también han sufrido los bombardeos de Israel.

Tras algunas de las semanas más volátiles de la política estadounidense, el discurso amenaza con dejar al descubierto las divisiones dentro del régimen de Estados Unidos, especialmente con respecto a Israel. A pesar del continuo apoyo bipartidista a uno de los principales aliados del imperialismo estadounidense, muchos se han cansado de los planes de Netanyahu y critican su gestión del conflicto. El discurso del miércoles amenazo con sacar a la luz muchas de estas tensiones, ya que muchos congresistas han manifestado su intención de boicotear el discurso, entre ellos Bernie Sanders. Kamala Harris, actual vicepresidenta y presunta candidata presidencial demócrata, ha dicho que no asistirá ni presidirá la sesión conjunta, pero que se reunirá con Netanyahu en privado. Mientras tanto, las calles cercanas al Congreso y sus alrededores han sido señalizadas con cierres de carreteras en previsión de las enormes protestas que rodearon el Capitolio en protesta por la visita de Netanyahu. Más de siete sindicatos importantes, entre ellos el UAW (Trabajadores de las automotrices) y el SEIU (trabajadores de servicios), han pedido el fin de la ayuda estadounidense a Israel. En una publicación en X el 23 de julio, la UAW también anunció que se uniría a las protestas en Washington DC denunciando la visita de Netanyahu. Esto se produce tras meses de debilitamiento del apoyo entre las y los trabajadores al gobierno de Netanyahu y a su ofensiva contra Gaza; gracias a la inmensa presión de las bases, los principales sindicatos que históricamente han apoyado al régimen sionista han aprobado resoluciones de alto el fuego.

Mientras la destrucción de Gaza no cesa, Netanyahu intenta reforzar la necesidad de las operaciones militares de Israel haciendo hincapié en la «amenaza existencial» que supone Hamás. Sin embargo, esta destrucción ha sumido al régimen israelí en una crisis, ya que miles de personas siguen denunciando el genocidio de los gazatíes y cuestionando el proyecto sionista, y, en medio de un apoyo que se resquebraja, ha exacerbado las tensiones para Netanyahu, tanto a nivel nacional como internacional.

Crisis política en Israel

Los intentos de Netanyahu de consolidar el apoyo internacional a Israel se producen mientras la situación política interna se vuelve cada vez más precaria debido a la gestión de Gaza por parte de su gobierno. Sus políticas de línea dura y sus estrategias militares agresivas se han convertido en un pararrayos tanto de las disputas parlamentarias como de la indignación pública.

Para Netanyahu -todavía conmocionado por el movimiento contra las «reformas judiciales»- la ofensiva ha abierto un nuevo desafío para su ya débil y precario gobierno. A pesar de la continua hostilidad hacia los palestinos, muchos en Israel ven los violentos planes de Netanyahu como un obstáculo para la liberación de los rehenes que aún permanecen en Gaza. Lo que empezó como pequeñas protestas exigiendo a Netanyahu un acuerdo de alto el fuego para la devolución de los rehenes ha crecido en los últimos meses y se ha enfrentado a una brutal represión. El mes pasado, más de 100.000 personas se manifestaron en la capital, exigiendo un alto el fuego y un acuerdo sobre los rehenes, y pidiendo elecciones anticipadas para destituir a Netanyahu y a su gobierno -que los manifestantes consideran el principal obstáculo para la devolución de los rehenes y la paz en la región. Muchos afirman que Netanyahu está evitando el alto el fuego y el acuerdo sobre los rehenes para mantenerse en el poder.

En 2022, en medio de una agitación política cada vez mayor, Netanyahu formó su gobierno de coalición y volvió a ocupar el cargo de primer ministro por sexta vez pactando con la extrema derecha. Su gobierno de coalición, que tras los atentados del 7 de octubre se amplió para incluir a figuras centristas como el ex ministro de Defensa Benny Gantz en nombre de la unidad nacional, está ahora al borde del colapso. Gantz, un rival político clave de Netanyahu, anunció en junio que abandonaba el gabinete de guerra -formado para supervisar la ofensiva en Gaza- después de que no se materializara un plan de posguerra para Gaza, dados los planes de Netanyahu para la recolonización de la región y el establecimiento de una zona de libre comercio en la franja.

Esta inestabilidad se ve agravada por los aliados de extrema derecha de Netanyahu, que se oponen a cualquier acuerdo de paz que pueda poner fin al conflicto antes de lo que ellos creen conveniente. Para contener esta pugna, Netanyahu disolvió el gabinete de guerra, tomando esencialmente las operaciones en sus manos y en las de sus asesores más cercanos, y no da señales de aminorar el paso. Sin embargo, al verse presionado para ampliar sus operaciones militares y reponer sus fuerzas, Netanyahu corre el riesgo de enemistarse con la derecha, especialmente al ampliar el servicio militar obligatorio para anular la exención de los hombres ultraortodoxos.

Sin embargo, con esta carta blanca, Netanyahu ha ampliado el enfoque estratégico de la ofensiva para abordar las preocupaciones regionales de Israel, en particular en Líbano y Yemen, a medida que el Eje de la Resistencia -una agrupación de organizaciones militantes teocráticas de la región que dicen «levantarse» contra el imperialismo occidental mientras se organizan políticamente detrás del régimen iraní- comienza a desafiar al enclave imperialista. Mientras continúa la ofensiva en Gaza, con nuevas masacres cometidas por el ejército israelí en Nuseirat y en la zona humanitaria de al-Mawasi, Israel ha ampliado sus operaciones militares contra Hezbolá, atacando posiciones en el sur de Líbano.

Además, unos días antes del discurso de Netanyahu, y en respuesta a un ataque con drones de los Houthi en Tel Aviv, cerca de la embajada estadounidense, Israel llevó a cabo brutales ataques aéreos contra la ciudad portuaria de Hodeidah, los primeros contra Yemen durante este conflicto. La expansión de las escaramuzas militares de Israel en estos frentes muestra el cambiante rostro del conflicto. Sin embargo, aunque Netanyahu probablemente ampliará sus ambiciones militares para sofocar cualquier desafío a Israel en la región y reconstruir el consenso que respalda a su régimen, esto podría arrastrar a Israel y a sus aliados a un conflicto regional a largo plazo, un conflicto que Estados Unidos desea desesperadamente evitar.

Una situación internacional tensa

En su primera visita al extranjero desde el 7 de octubre, Netanyahu se embarca en un proyecto para revitalizar su régimen mientras las protestas siguen recorriendo el mundo, con miles de jóvenes que no sólo rechazan y exigen el fin de la actual ofensiva genocida de Israel contra Gaza, sino también poniendo en cuestión todo el proyecto sionista. Estos episodios de continua e intensa lucha de clases han arrastrado aún más a las direcciones políticas, con aliados tradicionales clave como Francia sumándose a los llamamientos al alto el fuego. Esta pérdida de apoyo popular es ahora quizás más evidente en las Naciones Unidas, que el 25 de marzo, con la única abstención de Estados Unidos, aprobó una resolución pidiendo un alto el fuego inmediato. En una de las expresiones más agudas de esta crisis geopolítica, la Corte Penal Internacional anunció que pediría una orden de detención contra Netanyahu por sus designios genocidas.

Estas tensiones están a flor de piel antes de su discurso ante el Congreso, que espera utilizar como plataforma para recabar apoyos. En Estados Unidos -el mayor aliado de Israel- se ha levantado una generación para impugnar esta ofensiva y rechazar el papel del imperialismo estadounidense en su mantenimiento. Sólo el 36% de la población estadounidense aprueba las acciones de Israel en Gaza. A medida que han continuado las protestas en el país, especialmente con la última ronda de ocupaciones de campus universitarios que se extendió en todo el mundo, la relación de Netanyahu con la administración Biden se ha vuelto cada vez más tensa.

A pesar de mantener el apoyo diplomático estadounidense a Israel, Biden ha criticado las tácticas de Netanyahu en medio de esta creciente presión. En las últimas semanas, Biden ha intentado liderar un plan de paz en tres fases, que incluye un alto el fuego total, la retirada de las fuerzas israelíes de Gaza y la liberación de rehenes a cambio de prisioneros palestinos. Netanyahu, sin embargo, se ha mostrado reacio a respaldar este plan, al considerar inviable un alto el fuego permanente hasta que se cumplan los objetivos militares más amplios de Israel.

Esta creciente tensión se ha extendido por toda la administración. Harris, que se embarcó en la campaña electoral esta semana después de que Biden abandonara la carrera presidencial y la nombrara su presunta heredera, se ha presentado durante meses como una de las más duras críticas de Netanyahu desde dentro del gobierno de Biden, aun cuando ha respaldado la continuación de la ayuda militar. Aunque ni Biden ni Harris asistirán al discurso, ambos tienen previsto reunirse a puerta cerrada con el primer ministro israelí un día después. Progresistas como Sanders y AOC (Ocasio Cortez) han pedido que se reevalúe la ayuda militar estadounidense a Israel, mientras que Chuck Schumer -uno de los más fervientes partidarios del régimen israelí- ha pedido en los últimos meses a Netanyahu que dimita y dé paso a nuevas elecciones.

Mientras su relación con la administración Biden se vuelve cada vez más agria, Netanyahu ha encontrado aliados en Trump y el Partido Republicano. En el reciente debate presidencial, Trump reiteró su apoyo a los ataques de Israel contra Gaza, diciendo que el presidente Biden tiene que «dejarles terminar el trabajo.» Para los republicanos, en medio de una temporada electoral cada vez más volátil, el discurso de Netanyahu es una oportunidad para sacar a la palestra esta crisis dentro del Partido Demócrata, al tiempo que se presentan como un partido que ha estado unido en un apoyo inquebrantable al proyecto sionista. El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, también ha reiterado su promesa de aumentar la presencia policial y detener a cualquiera que intente perturbar el discurso. Para Johnson, que cursó la invitación en medio del creciente descontento en el Capitolio, esta invitación se cursó para «resaltar la solidaridad de Estados Unidos con Israel».

En su discurso del miércoles, la tarea de Netanyahu es reforzar el apoyo de Estados Unidos a Israel al tiempo que justifica su sangrienta ofensiva, una tarea que gotearía hipocresía dado el horror sin precedentes que ha desatado sobre los palestinos en los últimos 10 meses. Para Netanyahu y el régimen israelí, la ofensiva contra Gaza es un medio más para expandir el Estado sionista y reforzar su posición en la región. De hecho, Netanyahu y sus aliados de la extrema derecha, aprobaron esta semana una resolución que rechazaba la creación de un Estado palestino, afirmando que la existencia de Palestina sería «un peligro existencial para el Estado de Israel y sus ciudadanos, perpetuaría el conflicto Israeli-palestino y desestabilizaría la región».

Se trata de otro golpe de efecto que deja bien claros los designios del Estado sionista. Un Estado fundado sobre el desplazamiento brutal y violento de palestinos y el robo de tierras palestinas, cuya propia existencia se ha basado en continuar y ampliar esta limpieza étnica, nunca puede garantizar la paz para nadie. Durante más de siete décadas, Israel ha obstaculizado la estabilidad en la región. Estos ciclos de violencia, en cuyas fronteras también viven israelíes, son un producto directo del proyecto sionista. Romper esta rueda significa emprender la lucha por una Palestina única, libre, laica y socialista.

Frente a las nuevas atrocidades infligidas a los palestinos por el régimen israelí, una nueva generación de jóvenes se ha puesto a la altura de esta realidad y está tomando la iniciativa, asestando un golpe significativo al consenso sionista. Sus acciones están inspirando a la clase trabajadora a unirse contra el sionismo y las fuerzas del imperialismo que lo sostienen. Desde estudiantes que ocupan edificios universitarios en Estados Unidos, Francia, México y otros países, hasta trabajadores que detienen los envíos de armas en España y la India, por nombrar algunos, una generación de trabajadores y jóvenes ha declarado que se niega a coexistir con la violencia que ha desatado el sionismo.

La combinación de la energía de esta juventud y el poder estratégico de la clase obrera, organizada con sus propios métodos e independiente de los partidos del imperialismo que apuntalan a nuestros enemigos, tiene el potencial de interrumpir aspectos clave de la producción, incluida la fabricación y distribución de armas a Israel. Esta resistencia unificada podría paralizar el régimen sionista, detener el genocidio en Gaza, poner fin a la ocupación y lograr una Palestina libre.

Este articulo fue publicado originalmente en Left Voice, parte de la Red Internacional de La Izquierda Diario.

Traducción: Gloria Grinberg