Esta semana arranca la campaña electoral del 28A. Unas elecciones generales en las que confrontarán dos recetas distintas que buscan dar respuesta a la prolongada crisis del Régimen del 78, pero que en ningún caso representan una salida para los trabajadores, las mujeres y la juventud.
Jueves 11 de abril de 2019
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El proyecto de “restauración reaccionaria” de la derecha y le extrema derecha
En estas elecciones el proyecto de una “restauración reaccionaria” del Régimen encabezado por el PP, Ciudadanos y Vox reaparece con fuerza. Es en lo esencial el mismo proyecto que se pusiera en marcha en el otoño de 2017 con el “a por ellos”, el discurso del 3-O de Felipe VI y la posterior aplicación del 155 en Catalunya.
Se trata de un intento de redefinir el Régimen en clave recentralizadora y más represiva con varios objetivos. En primer lugar, para cerrar la crisis catalana por medio de una anulación de facto de su autonomía y más persecución -sin descartar ilegalizaciones, recuperando la política que se empleó contra la izquierda independentista vasca-. Al mismo tiempo, para desplegar una política abiertamente más racista contra los inmigrantes y antiderechos de las mujeres, el colectivo lgtbi -como reacción a la emergencia del gran movimiento de mujeres-. Y finalmente, para aplicar un plan de ajuste en clave neoliberal contra la clase trabajadora a unos ritmos de crucero.
En este bloque reaccionario Vox aparece como el ala más radicalizada, que a su vez marca agenda a los otros dos partidos. La extrema derecha se juega a actuar como la “garantía” de que, aunque su programa máximo -como la anulación del Estado autonómico en su totalidad o la derogación del conjunto de leyes relativas a algunos derechos democráticos conquistados en las últimas décadas-, puede no ser aceptado por PP y Cs, sí que marcará las líneas rojas para asegurar que toda reconfiguración se hará abiertamente por derecha y sin concesiones.
La “regeneración democrática” de manos vacías y defensa de lo esencial del Régimen del 78
Frente a este proyecto del búnker, se presenta como supuesta “alternativa” el que representa el PSOE de Pedro Sánchez, con Unidas Podemos como socios. Se trataría de reditar un gobierno de centro-izquierda como el que asumió tras la moción de censura de hace apenas 10 meses. Un gobierno que se ha caracterizado por mantener el statu quo constitucional, mientras su política de gestos y tibias concesiones ni tan siquiera han puesto en cuestión todos los recortes y ajustes acumulados en la década de crisis.
Esta propuesta de “regeneración democrática” del Régimen del 78 se presenta como el freno al avance de la derecha y la extrema derecha. Sin embargo, no oculta que en las brechas centrales sostienen posiciones casi idénticas. El PSOE que fue parte del bloque monárquico tras el otoño catalán y que ha sido históricamente uno de los grandes sostenedores de la monarquía. Y dependiendo del resultado electoral, ni siquiera descarta llegar a un acuerdo con Ciudadanos para mantener el gobierno.
En la cuestión catalana Pedro Sánchez no ha pasado de algún gesto inocuo y propuestas de diálogo vacío. La Abogacía del Estado se sienta hoy junto a Vox en el banco de la acusación del juicio del Supremo y es parte de la construcción del relato para justificar penas por rebelión o sedición a los presos políticos catalanes. También acaba de querellarse contra los heridos del 1-O. Sobre el derecho a decidir hace explícita su negativa a cualquier referéndum, así como su disponibilidad a aplicar un nuevo 155 si la situación lo requiere.
Con los grandes escándalos que han salpicado a la Corona o ahora a las “cloacas del Estado”, el PSOE mantiene el cierre de filas con la inmunidad real o los cuerpos policiales dedicados a la persecución política. La Ley Mordaza sigue plenamente vigente, así como las políticas racistas contra los inmigrantes. Grande Marlaska acaba su mandato con las concertinas y las devoluciones en caliente a pleno rendimiento, la construcción de nuevos CIEs y el secuestro del Aquarius en el puerto de Barcelona.
En lo social, el PSOE se ha cargado de promesas parciales, pero ni ha derogado los pensionazos de Zapatero y Rajoy, ni sus reformas laborales y, menos aún, se plantea derogar el articulo 135 y los mandatos de la Troika, como demostraron con sus Presupuestos siempre respetuosos con el techo de gasto marcado por Bruselas y el compromiso de priorizar el pago de la deuda. Justo en el momento que empiezan a cambiar los aires de la economía -con Italia en recesión técnica y Alemania al borde-, las “promesas socialistas” no se las puede creer nadie. Y si hay dudas, recordemos al Zapatero de 2010, que rescató a la banca y fue el pionero en la aplicación del super ajuste que después continuaría con Rajoy en 2012.
Unidas Podemos y la política del “mal menor”
La integración en el Régimen de la llamada “izquierda del cambio” sigue dando saltos. La ubicación de Unidos Podemos como “ministros sin cartera” del gobierno Sánchez tiene ahora su continuidad en centrar toda su propuesta en conseguir un resultado capaz de forzar al PSOE a incluirlos en el siguiente Ejecutivo. La idea de romper los “candados del 78” de hace cinco años quedó ya por el camino en las generales de 2015, cuando se rebajó a una “reforma constitucional”. En el 2016 ya su propuesta de cogobierno fue abierta. Pero en esta ocasión lo hacen con la defensa de la Constitución del 78 como el marco referencial de todas sus propuestas.
El mensaje es claro: ante la amenaza de una “restauración reaccionaria”, solo cabe sumar fuerzas con el ala social-liberal del Régimen para conservarlo y, a lo sumo, promover las reformas cosméticas y las políticas sociales que el PSOE permita. Por eso en esta campaña Unidas Podemos no están hablando de cosas que no caben en este “marco legal vigente”, desde el ejercicio del derecho a decidir, hasta cuestionar la monarquía o, menos todavía, abrir el melón con procesos constituyentes.
Pablo Iglesias ha vuelto de su baja de paternidad desempolvando parte de la retórica contra la “casta” -y más tarde la “trama” ligada a los grandes poderes económicos- y un programa de reforma fiscal para financiar una ampliación del Estado del bienestar. Pero todo el discurso se demuestra un auténtico “bluf” electoralista en el momento en que se sincera y dice que todo termina en un acuerdo con el partido de bipartidismo que mejor ha resistido la crisis de representación y que es parte desde hace décadas del establishment y los servidores del IBEX35.
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Así pues, frente al PP, Cs y Vox, solo cabría conformarse con el gobierno del “mal menor”. El mal menor de un mercado laboral precarizado desde los gobiernos de Felipe González, de los servicios básicos en manos de las grandes multinacionales en donde se jubilan los barones socialistas, de las leyes neoliberales que alimentaron la burbuja inmobiliaria previa a la crisis y ahora la del alquiler, de las pensiones de hambre y la jubilación a los 67 años, de la Ley Mordaza, las leyes de extranjería, los CIEs y las concertinas, de la persecución al movimiento democrático catalán y la intervención permanente de las autonomías a golpe de amenaza del 155. Porque este, y ningún otro, es el programa que también incluye la “regeneración democrática” del PSOE.
Una posición, el “malmenorismo”, casi idéntica a la que sostienen los grupos independentistas agrupados en la candidatura “Ahora Repúblicas”, ERC, Bildu, BNG y Puyalón. Pero también la derecha vasca y catalana, en las que los grandes partidos del Régimen siempre tendrán una reserva de diputados para apoyarles en todas las contrarreformas sociales, como han hecho históricamente, gobernase el PSOE o el PP.
Dos salidas sin nada que ofrecer
Desde la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) consideramos que ninguno de los dos grandes proyectos tiene algo que ofrecer a la clase trabajadora, la juventud y los sectores populares, como tampoco a quienes vienen sosteniendo luchas democráticas contra el Régimen del 78. Son distintas vías por arriba para apuntalarlo, o bien redefinirlo hacia la derecha, pero en ningún caso para atender ninguna de las demandas democráticas y sociales que constituyen el fondo de la crisis de régimen por abajo.
El apoyo a la “menos mala” de las dos, como defienden Podemos, Izquierda Unida y las formaciones de centro-izquierda independentista, representa optar por la subordinación a una de las alas del mismo Régimen que nos reprime, blinda los privilegios de los capitalistas y nos condena a un futuro de creciente precariedad y miseria a la mayoría.
Contra esta lógica, desde la CRT defendemos la necesidad de poner en pie una izquierda sin complejos, que levante un programa contra este Régimen y los capitalistas. Que se proponga poner fin a la Corona y defienda el derecho de autodeterminación sin la venia del Rey o el mismo Estado que lo niega a golpe de represión y juicios farsa; que se proponga terminar con la impunidad, las leyes liberticidas y que pelee por la libertad de todos los presos políticos y encausados por luchar; que luche por el fin de todos los privilegios de la casta política, de la casta judicial patriarcal al servicio de la banca y la ofensiva represiva. Que a su vez combata por un programa para dar respuesta a los grandes problemas sociales haciéndole pagar todos los costos a los grandes capitalistas. Que se proponga conquistar el reparto de horas de trabajo sin reducir el salario, la nacionalización bajo control obrero de las grandes empresas y la banca, la expropiación de todo el parque de viviendas en manos de la bancos y especuladores, el no pago de la deuda o los impuestos a las grandes fortunas para garantizar la financiación suficiente a los servicios públicos y pensiones dignas, entre otras medidas urgentes.
Un programa que, ante la decadencia del reaccionario Régimen monárquico heredero de Franco, luche por la apertura de procesos constituyentes libres y soberanos. Una batalla en la que la mayoría obrera y popular se haga consciente de que su poder real para transformar la realidad no está en el voto cada dos o cuatro años que permite esta “democracia para ricos”, sino en su capacidad de lucha y autoorganización, abriendo así el camino a la conquista de un gobierno de los trabajadores y trabajadoras.
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Lamentablemente, no hay una candidatura que se proponga pelear por un programa así y la perspectiva de desarrollar la movilización y autoorganización, en especial de la clase trabajadora, como la vía para lograr imponerlo. Es por ello que en las elecciones del 28A nos pronunciamos de forma general por el voto nulo, blanco o la abstención.
¿Qué izquierda necesitamos?
Recientemente, desde la CRT planteamos a la CUP y a Anticapitalistas, más allá de las diferencias que mantenemos, que ante estas elecciones tenían la oportunidad, y a nuestro entender responsabilidad, de “impulsar una candidatura en todo el Estado que se proponga dar una expresión política de clase y anticapitalista a quienes han hecho una amarga experiencia con el neorreformismo o la dirección procesista catalana. Una candidatura que marque una clara independencia de Unidos Podemos y su programa de reeditar un acuerdo con el PSOE, como también con la dirección del procés que quiere subordinar el derecho a decidir a una negociación con el Estado español”.
Anticapitalistas, que ante las municipales y autonómicas de Madrid ha optado por concurrir en una candidatura con IU y sectores de activistas, en las elecciones generales ha decidido llamar a votar críticamente a Unidas Podemos. Lamentablemente una posición oportunista, que expresa su resistencia a romper definitivamente con una formación en cuya gestación y lanzamiento fue una pieza central, proceso sobre el cual no han sacado ninguna conclusión. Más aún cuando Podemos se ha transformado en un actor clave del intento de regeneración del Régimen capitalista español.
La CUP decidió no presentarse a favor de concentrarse en las municipales y una suerte de retorno a lo social. Una decisión que nos parece también un error y que dificulta, o enlentece, sacar lecciones profundas de su política durante el procés y el otoño catalán. Además de volver a poner el eje en la lucha y autoorganización, como vienen planteando, es aún más necesario proponerse construir una alternativa política claramente antir régimen, anticapitalista y de clase, que busque la alianza con el resto de sectores populares del Estado, y ligue la lucha democrática del pueblo catalán con la lucha general contra el Régimen del 78 y por resolver los grandes problemas sociales.
Por su parte, Poble Lliure -integrante de la CUP-, junto con Som Alternativa y el Partido pirata, conformando el Front Republicà, sí han decidido presentarse, pero tras un programa meramente democrático, en el que está ausente la diferenciación con la dirección procesista y toda referencia de clase o anticapitalista.
Desde la CRT hemos propuesto por tanto que para este 28A se pudieran construir candidaturas abiertas con un programa anticapitalista y de clase, abiertas a todos los sectores obreros en conflicto, del movimiento de mujeres, de la juventud antimonárquica, de quienes han tenido que enfrentar a los mismos “ayuntamientos del cambio”, sus políticas y promesas incumplidas, de los activistas del movimiento catalán que han roto con el “procesisme”. No ha sido posible en esta ocasión, pero reiteramos nuestro llamamiento a Anticapitalistas y la CUP a reabrir esta discusión y posibilidad, empezando por las elecciones europeas que podrían ser una nueva oportunidad.
Para lograr frenar las tendencias más reaccionarias, de las que Vox solo es su máxima expresión, y todos los intentos de colarnos una nueva regeneración del Régimen del 78, no hay otro camino que poner en pie una extrema izquierda de clase, con un programa anticapitalista, cuyo centro de gravedad sea la lucha de clases. Una tarea estratégica que implica asumir el combate contra la burocracia sindical que hoy divide y paraliza el movimiento obrero como una tarea fundamental, así como la vinculación y confluencia con el movimiento de mujeres, la juventud antimonárquica o el movimiento democrático catalán, en la perspectiva de construir la fuerza política y social que se pueda proponer verdaderamente “tomar el cielo por asalto” y expropiar a los expropiadores.