Desde hace años nos organizamos contra la violencia patriarcal. Nos mueve la bronca ante la imagen cotidiana de los feminicidios, el hastío ante la impunidad que garantizan las instituciones de justicia y las fuerzas represivas del Estado, el dolor ante la desaparición repetida de mujeres jóvenes y pobres en manos de la trata. Y ahora, la indignación ante quienes reprimen brutalmente las movilizaciones de mujeres.
Jueves 12 de noviembre de 2020
Durante la actual crisis sanitaria y económica, la violencia feminicida, económica y laboral para las mujeres jóvenes y trabajadoras no ha tenido cuarentena, seguimos sufriendo las consecuencias de este flagelo que, cotidianamente, garantiza, produce y reproduce este sistema capitalista y patriarcal. A pesar de los discursos, las políticas con perspectiva y equidad de género impulsadas por diferentes gobiernos, nada ha cambiado ni se han implementado medidas concretas para resolver nuestras demandas, por el contrario, la brutalidad hacia nosotras se profundiza año con año.
La enorme potencialidad del movimiento internacional de mujeres que se ha expresado con furia en distintos momentos (8M, 28S, 25N por mencionar algunas fechas), ha cuestionado a las fuerzas represivas, las instituciones y las bases estructurales que perpetúan la violencia feminicida. Es por ello que, el Estado, sus partidos, sus instituciones y sus aliados buscan confrontarnos, dividirnos, cooptarnos y/o sacarnos de las calles por medio de viles campañas que nos criminalizan y/o revictimizan, mismas que escala día a día, no solo en la represión que viola nuestros derechos humanos, sino que también expone nuestras vidas e integridades.
Represión de los gobiernos de derecha y de la 4T
La reciente represión en México, hacia feministas y familias que protestaban por el feminicidio de la joven Alexis de 20 años en Cancún, se suma a una larga lista de amedrentamientos contra feministas y mujeres en lucha, bajo gobiernos panistas, priistas y de Morena, como sucedió hace unos meses en Guanajuato y Ciudad Juárez, y recientemente también en la Ciudad de México y Michoacán, solo por mencionar algunos casos bajo este gobierno.
Esta brutal criminalización de la protesta feminista en México, vuelve a encender la rabia e indignación de miles de mujeres desde el norte hasta el sur del país. Por ello es importante abrir el debate hacia dentro del movimiento y cuestionar profundamente: ¿de dónde viene la violencia?, ¿quiénes son los responsables de la represión?, y sobre todo ¿qué podemos hacer ante la violencia y la represión en contra del movimiento de mujeres? En esta nota buscamos aportar algunas ideas para estas interrogantes.
Como se ha evidenciado en distintas movilizaciones, por ejemplo en la marcha del 28 de Septiembre, existe una política represiva del gobierno de la 4T y los gobiernos en los estados. Mientras impulsan discursos con perspectiva de género y/o la paridad de género en sus gabinetes, sostienen una política cada vez más intransigente hacia sectores del movimiento que continuamos luchando por nuestras justas y legítimas demandas.
Esta represión con “perspectiva de género” de la 4T, tiene el objetivo de instalar en el sentido común la idea de que “las feminisitas agredimos a las policías”, es decir, que nos agredimos entre mujeres, obviando el hecho de que no todas somos iguales y que hay mujeres que oprimen, explotan y reprimen, a otras mujeres. En cada nueva represión queda claro, que la policía como institución represiva del Estado, hostiga, golpea, gasea, reprime y/o violenta al movimiento de mujeres y cualquier otro que decida confrontar las políticas del Estado.
¿Un gobierno feminista?
Mientras AMLO y Morena presentan por arriba un “gobierno feminista” con mujeres al frente de cargos con poder político, como Olga Sánchez Cordero o Claudia Sheinbaum, por abajo orquestan campañas de criminalización hacia la lucha de las mujeres jóvenes y trabajadoras, como las que protestamos contra la violencia patriarcal en las universidades o las trabajadoras, como es el caso de la Huelga del SUTNOTIMEX, que llevan 9 meses en huelga enfrentando la precarización, la peor de las violencias que se invisibiliza, al tiempo que alienta confrontaciones y divisiones al interior del mismo movimiento de mujeres intentando debilitarnos.
Buscan posicionar a un solo feminismo, el “políticamente correcto” e institucionalizado, que oriente el descontento de las millones de mujeres que estamos hartas de la violencia cotidiana, hacia salidas punitivistas y securitaristas que fortalezcan el carácter represivo del propio Estado y lo deslinden de cualquier responsabilidad ante la violencia estructural que prevalece. Al mismo tiempo, los medios de comunicación oficiales difunden declaraciones, discursos e imágenes que criminalizan las movilizaciones feministas y las asocian a sectores de la derecha para contrarrestar su legitimidad.
Por su parte la derecha encabezada por el PRI y el PAN en el Estado de México o Guanajuato, por ejemplo, han utilizado a las fuerzas represivas para reprimir salvajemente las movilizaciones encabezadas por organizaciones feministas, sin ningún miramiento, violando los derechos humanos y ejecutando detenciones ilegales además de ocasionar duras lesiones contra las protestantes.
Por ello, no podemos alentar por ningún motivo el aumento de despliegue policial, ni permitir el acompañamiento de los cuerpos represivos a nuestras manifestaciones, no hay reconciliación posible con los asesinos, ni siquiera, aunque se implemente una política de “sensibilización” a los cuerpos represivos con perspectiva de género, como plantean algunos feminismos, ni porque los operativos se conformen en las primeras líneas por mujeres policías. En este aspecto, nuestra postura es irreconciliable porque se trata del brazo armado del Estado, sobre todo, que se redobla en tiempos de crisis sociales (no es casual el enorme presupuesto destinado).
Desde estas perspectiva, acordamos con el llamado amplio que hace la red de feministas peninsulares para unificarnos contra la represión y criminalización, y consideramos importante poner en pie una coordinación a nivel nacional que nos permita discutir democráticamente un plan de lucha contra el ataque de la derecha y el gobierno de la 4T, sin confianza en las instituciones y sin alentar a que se fortalezcan medidas securitaristas y punitivas, sino confiando en nuestras fuerzas y forjando alianzas con quienes también enfrentan a estos gobiernos.
Urge la movilización de los sindicatos en la lucha feminista
Ante la represión brutal de los diferentes gobiernos locales, estatales y federal, desde Cancún hasta Ciudad Juárez, es importante que avancemos en forjar la unidad del movimiento de mujeres, con movilizaciones multitudinarias como las que recientemente protagonizaron nuestras compañeras en Polonia frente al gobierno conservador, o las históricas marchas en México y Latinoamérica el pasado 8 de marzo.
Para enfrentar la represión de la policía y la Guardia Nacional, requerimos generar masividad para desarrollar nuestro movimiento. En la Ciudad de México, por ejemplo, habría sido muy diferente si el 28 de septiembre hubiéramos tomado las calles las cientos de miles que salimos el 8 de marzo.
La represión ordenada por el gobierno de Claudia Sheimbauhm hubiera sido muy distinta si los sindicatos adscritos a la Coordinación 8M, como el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), el Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana (STRM) y el Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM), hubieran convocado a las bases trabajadoras a movilizarse ese día, e incluso, a realizar paros en sus centros de trabajo al momento de la represión.
#25N: Seamos miles en las calles contra la represión y la criminalización
Desde la agrupación de mujeres y disidencias Pan y Rosas, consideramos que es indispensable que rumbo al 25 de noviembre, no permitamos que nos impongan el miedo y arrebaten nuestro derecho a manifestarnos, por el contrario, hay que tomar las calles y ocupar las plazas públicas como el Zócalo en la Ciudad de México y demás ciudades del paìs.
Es necesario que le apostemos a la organización independiente y democrática de las mujeres en nuestros centros de trabajo, estudio y barrios, así como conquistar la unidad con otros sectores que pueden ser importantes aliados, como trabajadores en lucha por sus derechos laborales o la juventud que también esta asqueada de este sistema. Siendo millones en las calles, es más difícil que un despliegue policial nos detenga o amedrente.
Desde el feminismo socialista creemos firmemente, que hay que articular las problemáticas entre género y clase, es decir, entre la opresión y la explotación, pues la violencia patriarcal que vivimos a diario es la base para que los patrones, los gobiernos y las empresas perpetúen la precarización y explotación sobre nuestros cuerpos y vidas. Así funciona este sistema patriarcal y capitalista, por ello es fundamental redoblar las fuerzas y nutrir una gran movilización este próximo 25N.
La represión sufrida hace unos días en Cancún, bajo la responsabilidad de Mara Lezama, presidenta municipal por parte de Morena y ejecutada por la Guardia Nacional con la mirada cómplice de funcionarios de Derechos Humanos, mientras se exigía justicia ante el feminicidio de Alexis, reafirma la enorme necesidad de hacer efectiva la consigna “¡Si tocan a una, nos organizamos miles!”, pues hoy, más que nunca, hay que transformar nuestro coraje y dolor en organización en las calles para arrebatar nuestras demandas. Hay que mostrar que ni con tiros en nuestras protestas, nos van acallar.