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Nicolás del Caño: “La juventud es la más precarizada, pero es parte de la nueva clase trabajadora que puede dar vuelta todo”

Entrevista

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Nicolás del Caño: “La juventud es la más precarizada, pero es parte de la nueva clase trabajadora que puede dar vuelta todo”

Lucho Aguilar

Ideas de Izquierda

El precandidato a presidente del PTS en el Frente de Izquierda Unidad adelanta algunas de las ideas del libro que acaba de publicar: Rebelde o precarizada. Vida y futuro de la juventud en tiempos de FMI.

Nico, salió el libro. Hay algunas preguntas obligadas para empezar: ¿cómo surgió la idea, por qué este libro?

Bueno, la idea de estudiar y reflejar la situación de la juventud nació hace ya un tiempo. La charla con cientos de pibas y pibes en estos años, mis propios laburos, las charlas con militantes de distintos países, me hacían pensar que había muchas cosas para decir del tema. Cosas que no se estaban diciendo. Hasta que nos convencimos que había que convertirlo en un libro. Un libro urgente, por los motivos que explico en la introducción: en la Argentina, y en muchos países del mundo, quieren descargar la crisis sobre el pueblo trabajador. Ya se está sintiendo. Y fíjate que el 65 % de los despedidos en los últimos meses son jóvenes, igual que la pobreza pega más entre los jóvenes y adolescentes. Mientras eso pasa, ves a todos los candidatos dispuestos a mantener el acuerdo con el FMI y pagar la deuda. Se los adelanto: van a sacrificar otra vez a las nuevas generaciones para salvar sus negocios. Por eso creo que Rebelde o precarizada es un libro urgente.

Entonces, completando la pregunta, lo primero que intento hacer es una radiografía de cómo está la clase trabajadora hoy y sus sectores juveniles en particular. En los últimos 40 años el neoliberalismo ha implicado un ataque constante a las condiciones laborales y de vida del pueblo. Para recuperar sus niveles de ganancias, la clase empresaria atacó derechos que había tenido que conceder tras la segunda guerra mundial. Eso lo desarrollo en el libro, pero para dar una idea: si uno toma cómo evolucionó el salario real, el desempleo, el trabajo no registrado y otras variables, ve cómo la guerra del capital fue moldeando una nueva clase trabajadora. Hay una definición que está en el libro que ayuda a resumir esa condición: ya llega a todos los rincones del planeta; se ha feminizado cada vez más; ganó peso en el sector servicios, cada vez más estratégico para el capitalismo; hoy está enormemente precarizada y más fragmentada que nunca antes.

¿Cómo llegás a esa definición?

Bueno, nosotros venimos discutiendo desde hace tres décadas con quienes han intentado determinar “el fin del trabajo”, mientras el capitalismo extendía la explotación humana a todos los rincones del planeta. Pero también con quienes no veían las transformaciones de nuestra clase. Este desarrollo del sector de los servicios y su peso en la economía, o el ingreso de cientos de millones de mujeres al mercado laboral, que además siguen realizando la mayor parte de las tareas en sus hogares. Obviamente lo hacemos en base a datos estructurales de nuestro país y a nivel mundial. Digo “lo hacemos” porque el libro vino de la mano del trabajo y debate colectivo con otros compañeros y compañeras.

Entonces esa primera parte, a partir de una visión marxista, ayuda a conocer cómo es la situación de la clase trabajadora hoy, cómo se llegó a esa situación y por qué la precarización laboral es una forma de aumentar la explotación capitalista.

Pero la idea es ir “hasta el hueso” en lo que le toca a la juventud en todo ese proceso, ¿no? Partiendo de cómo está la clase trabajadora y debatiendo con quienes niegan su importancia o no toman en cuenta sus nuevas condiciones, como decís, pero poner el foco en qué pasa con las nuevas generaciones es más novedoso. El libro hace una radiografía bastante detallada: en qué gremios trabajan, en qué condiciones, cuántos trabajan “en blanco”, cuántos no, cuánto cobran en relación a las y los adultos, cuáles son los “nuevos trabajos juveniles”…

Sí, creo que ese es un aporte. Poder tener un panorama más claro de un sector fundamental de la clase trabajadora. En Argentina tenemos 3 millones de jóvenes que son parte de la “población económicamente activa”, o sea que laburan o buscan. Un montón. Para que tengan una idea: uno de cada seis obreros y obreras de la industria tiene menos de 25 años, uno de cada cinco albañiles y casi la misma proporción en el comercio, una de cada cuatro empleadas domésticas, el 30% de quienes trabajan en bares y restaurantes, gran parte de quienes trabajan en reparto, incluyendo a Rappi y Glovo.

Esa radiografía la hacemos no solo a través de datos duros, sino también de las historias de vida de muchos pibes y pibas. Marlene cuenta cómo humillan a las jóvenes en las mansiones y las combis de Nordelta, Romina cómo es el fraude laboral de Glovo y Rappi, Cristian cómo es arriesgar la vida en las bodegas y las petroleras de la Patagonia. Y así muchos testimonios y cartas que publicamos para tener una imagen más viva de lo que analizamos. Todas tienen algo en común: no se la tienen que contar, no se quieren resignar.

Hablás de un sector importante de la clase trabajadora…

Totalmente. Fíjate que 5 de cada 10 jóvenes en el mundo trabaja en el sector servicios, un sector fundamental para el funcionamiento del capitalismo: desde la producción a la distribución en tiempo y forma de sus mercancías.

Por eso al llamado “capitalismo de plataformas” por ejemplo, le dedicamos un capítulo entero. Yo vengo diciendo en la tele que la reforma laboral que quieren los empresarios es imponerle a toda la juventud trabajos como ese. Y así llegamos al número “central” del libro: 60 %. Ese porcentaje de la juventud que trabaja, lo hace “en negro”, sin registrar, sin aportes ni obra social. O sea que, dentro de esa precarización general que hablamos, la juventud y las mujeres están peor.

Y para terminar de entender cómo llegamos hasta acá, el libro hace una “historia política de la precarización”. Para mí esa parte da argumentos incuestionables de que en eso de entregar a la juventud como mano de obra barata no ha habido grietas entre el kirchnerismo y el macrismo. El otro día, ya con el libro en imprenta, leía la plataforma de propuestas del Frente de Todos. Proponen una “ley de primer empleo” con subsidios para los empresarios que parece calcada del proyecto de Cambiemos. Alberto devolvele el power point a Mauricio…

Nosotros, la izquierda, siempre estamos del mismo lado. Eso también lo cuento.

Esos datos que tirás no son otro “invento argentino”. En el libro hay todo el tiempo “cruces” entre lo que pasa en La Matanza, ponele, y los suburbios de París o Río de Janeiro. Como que no hay fronteras…

Es que no hay. Por eso una de las partes del libro se llama “Sin fronteras”. Ahí cuento las charlas que tuve con barrenderos o tercerizadas de limpieza de Brasil, con jóvenes en Chile o con ferroviarias francesas, y es impresionante cómo se repiten las mismas recetas para precarizar a la clase trabajadora, sobre todo a las nuevas generaciones. Si vos agarrás las propuestas de “primer empleo” de Macri, el “estatuto laboral juvenil” de Piñeira, la “Loi Travail” en Francia o las de “trabajo temporal” en Estado Español decís “no te puedo creer, las escribió el mismo tipo: ¿cómo se llama?”. Me suena que la letra es del FMI, por eso le dedicamos un par de capítulos.

Entonces, haciendo el mismo trabajo pero con las estadísticas mundiales, te salta que hay 70 millones de menores de 25 desocupados, que dos de cada tres tienen trabajos informales y que tienen todos los números comprados para ligar los “contrato temporales”.

Creo que una de las cosas que colaboró para poder entender mejor la situación de la juventud pero también sus gritos de rebeldía, además de estudios académicos o los papers del Fondo, ha sido La Izquierda Diario. Al tener una red de diarios en 12 países, en 8 idiomas, con corresponsales en otros países, es una fuente inagotable de crónicas. Corresponsales que están en los almacenes de Amazon, las marchas de las maquilas mexicanas o de los empleados de McDonald’s, las marchas educativas en Chile o Brasil o es parte de las luchas de la juventud y las mujeres del Estado Español o Italia, de los chalecos amarillos en Francia. Además de darle voz a esa juventud y esas luchas, creo que han ayudado a tener un panorama estructural mucho más vivo y profundo.

Sin dudas. Ser parte de una corriente internacional como la FT-CI es una ventaja, por decirlo de alguna manera. No solo para la crónica y el análisis, como decís, sino para pensar cómo ayudar a organizar a esa juventud, a que conozca y abrace las ideas socialistas.

Estos días insistí bastante en que no escribí un “libro de quejas”. Por un lado, porque justamente ese peso que viene ganando la juventud en la estructura capitalista le da mucha potencialidad a la hora de pensar un proyecto revolucionario. Esos pibes y pibas son los más precarizados, pero también en ellos está buena parte del futuro. Por otro, porque la juventud viene protagonizando distintos fenómenos: luchas sindicales a veces, movimientos por la educación, el medio ambiente o el impresionante movimiento de mujeres. Pero no quiero spoilear: todo eso está contado en Rebelde o precarizada.

La idea central del libro es hacer una radiografía de la juventud pero no para quedarse con esa foto. Tampoco verlo solo como “sujeto de precarización”. Todo lo contrario. El desafío es pensar cómo todo ese peso que tiene, esa potencialidad social y política, esa rabia y rebeldía que se expresa muchas veces en peleas puntuales, se transforma en un cuestionamiento de fondo al sistema social que está detrás de cada uno de esos agravios que sufre.

Yo creo que la burguesía todavía tiene más conciencia de que su única patria es el capital y no tiene fronteras. Nosotros tenemos que romper aún con ciertos muros y fronteras. Pero al mismo tiempo me alegro cuando veo cómo también muchas luchas y métodos se contagian. El otro día me contaban unos amigos aeronáuticos cómo se habían organizado a través de sus celulares para defender a su comisión interna ante las maniobras de la burocracia y la empresa. Y me acordaba de los grupos de whatsapp que crean los jóvenes obreros chinos para evitar el control de la burocracia. O las luchas de los repartidores de Deliveroo en Barcelona, que se parece a las de Buenos Aires o Córdoba. Hay una frase muy buena que dicen los pibes del sindicato APP [Asociación de Personal de Plataformas]: “si este es el capitalismo del futuro, crearemos los sindicatos del futuro”. Yo creo que esa juventud, junto con las mujeres, puede ser una avanzada para recuperar los sindicatos de manos de la burocracia sindical.

En el trabajo y en la vida

Y eso que estamos hablando de estadísticas laborales solamente, pero como decís en el libro esa precariedad en el trabajo se transforma en precariedad en el aula, el acceso a la salud, en tener una vivienda.

En todo. Incluso la idea original era ponerle “Vidas precarizadas”. No poder estudiar o estudiar haciendo un esfuerzo muy grande, el acceso a la salud o a la vivienda. En la Argentina es uno de los países donde más tardan en “autonomizarse” los jóvenes: a los 29 años. La mayoría tiene que seguir viviendo en su hogar “familiar” hasta ese momento.

Te precarizan hasta el tiempo libre. Por ejemplo, en el libro repaso los resultados de la Encuesta de consumos culturales y ahí salta que la juventud trabajadora cada vez puede ir menos al cine, a bailar, a recitales. Porque si labura, con los trabajos precarios tiene cada vez menos tiempo libre. Y porque el capitalismo convierte todo en negocio, entonces muchas veces salir es un lujo.

Pero lo interesante es como los pibes buscan nuevas formas de expresarse, nuevos géneros para contar su vida y divertirse. No es algo que pudimos profundizar en el libro, pero hay movidas re interesante como el freestyle, batalla de gallos, rap, hip hop, el trap… La juventud siempre ha buscado formas de expresarse, pero es interesante ver estas movidas culturales. Muchas de ellas nacen justamente de esa disconformidad con la sociedad, sus laburos, lo que es para ellos el Estado, la policía, los políticos tradicionales. Sus vidas. Creo que hay que darle mucho valor a esas expresiones culturales juveniles. Que obviamente las discográficas quieren convertir en meros productos comerciales, pero son las expresiones de la juventud sobre lo que le toca vivir. Y los podés escuchar en los trenes, plazas, en festivales que organizan ellos.

Una clase “peligrosa”

Nico, dentro de quienes reconocen esa nueva configuración de la clase trabajadora, surgen debates.

Muchos. Esa es otra de las cosas que intenta aportar el libro. Por ejemplo, Guy Standing es un economista que trabajó para la OIT y recorrió el mundo. Dice que siempre existieron trabajadores temporarios, pero ahora esa condición es permanente y las empresas disponen cada vez más del tiempo (y la vida) de sus trabajadores. Hasta ahí de acuerdo. Pero entonces dice que esa fragmentación llega al punto de que existe una clase social nueva, que él define como precariado. Bueno, en el libro discuto contra esa teoría. Una cosa es decir que el neoliberalismo profundizó la histórica fragmentación obrera; otra muy distinta es que eso implique el surgimiento de una nueva clase, distinta y con otros intereses históricos. Creo que es uno de los debates interesantes que podrán ver en el libro.

Porque además su definición del “precariado” como clase peligrosa, por las condiciones en que trabaja y vive, lo llevan a una serie de salidas reformistas y te diría que utópicas, como la renta básica universal, que de última es una variante de la política de subsidios del Banco Mundial para que la rapacidad capitalista no haga que todo estalle. Y a terminar apoyando a corrientes políticas como Syriza o Podemos, que terminaron desviando la energía de la juventud, los explotados y los indignados, pero además fueron un fracaso como proyectos políticos. En Grecia, Syriza terminó aplicando el ajuste que exigían el FMI y la Unión Europea, y le abrió el camino a que vuelva al gobierno la derecha.

Es cierto, pero hay un elemento interesante para pensar y es que a ese nuevo “precariado” algunos lo ven como una “clase peligrosa” porque no se siente muy representada por los políticos capitalistas tradicionales. No siempre los fenómenos son de izquierda, hay populismos de derecha que intentan atraer a la juventud y la clase trabajadora que se viene bancando muchos años de crisis. Y también están esos fenómenos reformistas que decís.

Yo creo que la situación de la juventud, aunque obviamente no es calcada en los países imperialistas como Estados Unidos o Francia que acá en América Latina, tiene muchos puntos en común. Sienten que son los grandes perdedores del capitalismo en crisis. Que van a vivir peor que sus padres. Que los políticos tradicionales les mienten en la cara, los desprecian y ningunean. Que en los trabajos son descartables. Que tienen que deslomarse o endeudarse toda la vida si quieren estudiar una carrera. Que a lo sumo se acuerdan de ellos cuando hay que votar, y te diría que cada vez menos.

Y entonces una parte importante de las nuevas generaciones empieza a sentir que no le debe nada a este sistema, ni a los que gobiernan. Tenés el fenómeno del socialismo millennial, como llamaron las revistas conservadoras estadounidenses al interés de los jóvenes por el socialismo, aunque esa idea todavía sea muy vaga, muy general. También tenés a los que intentan que ese malestar se transforme en apoyo a corrientes reformistas que proponen parches para que las cosas no se vayan de control. Desde Podemos en el Estado Español, a Alexandra Ocasio Cortez o Sanders en Estados Unidos y así en otros lugares.

Bueno, el libro analiza ese “espíritu de época” y además trata de pensar cómo llegar a esa juventud para militar por una salida anticapitalista.

Volvemos al punto que decías antes. El libro parte de un análisis profundo de cómo trabaja y vive la juventud, de cómo las nuevas generaciones son las más precarizadas, pero para pensar también su potencialidad y conocer las propuestas de la izquierda para enfrentar ese “destino”.

Es que como digo que no es “un libro de quejas” también digo que intenta ser una “guía de acción”. Por eso en la última parte cuento cuál es el programa, las propuestas, que levanta la izquierda revolucionaria para unir a la clase trabajadora, para enfrentar la precarización y para aliarse al movimiento de mujeres y otros sectores populares. El reparto de las horas de trabajo, con un trabajo estable y salario que cubra las necesidades de los jóvenes. Eso además permitiría reducir la jornada para millones de pibes y pibas puedan terminar de estudiar. En el libro explicamos las propuestas, muchas de las cuales levantamos con el Frente de Izquierda Unidad en estas elecciones.

Pero además planteo que nuestras pelea no es solo para que no nos precaricen, nos exploten menos. Los socialistas queremos terminar con la explotación. Queremos terminar con un sistema donde 26 millonarios tienen tanta riqueza como la mitad de toda la humanidad, donde millones trabajan hasta el agotamiento mientras la misma cantidad no tiene trabajo. Ahí explico por qué luchamos para que gobiernen los trabajadores, para poder avanzar hacia una sociedad socialista sin explotación ni opresión. Donde los avances de la ciencia y la técnica sirvan para acortar más y más la jornada laboral, hasta que el tiempo de trabajo ocupe una proporción mínima de nuestras ocupaciones. Y entonces la juventud, y toda la humanidad, puedan dedicar más y mejores horas y energías al tiempo libre, al arte y la cultura. Tiempo para dar rienda suelta a todos nuestros talentos y todas nuestras capacidades.

En el libro rescato muchas ideas del marxismo que tienen enorme vigencia. Una es que el mismo capitalismo crea sus propios sepultureros, como dice esa famosa frase del Manifiesto comunista. La clase obrera, aún en su fragmentación, se ha extendido a todo el planeta y mueve todas las palancas de la economía. La juventud es parte de ese ejército de esclavos que puede dar vuelta todo.

Por eso le pusimos un título que plantee esa disyuntiva: los de arriba quieren sacrificar a las nuevas generaciones, nosotros queremos que las nuevas generaciones se rebelen contra ellos, que abracen la lucha por otra sociedad sin explotación ni opresión, por una vida que merezca ser vivida.

El índice de Rebelde o precarizada

Introducción. Para qué este libro

PARTE I - Juventud, precario tesoro
1. ¿Cómo está hoy la clase trabajadora?
2. Juventud y trabajo: una primera radiografía
3. De Norte a Sur: un mapa político sin ninguna grieta
4. La precariedad laboral y su rostro de mujer
5. El nuevo capitalismo de plataformas: esa vieja costumbre de explotarnos
6. La educación superior: un sueño truncado
7. Trabajos precarios, vidas precarias

PARTE II - Menem, Kirchner y Macri: cómo llegamos hasta aquí
8. Menem lo hizo
9. Sinceramente: otra década precarizada
10. Macri: el país atendido por sus dueños
11. Las recetas del FMI para la juventud
12. Las culpas y los negocios de las cúpulas sindicales
13. Siempre del mismo lado
14. Nuestras bancas: socialistas y de les trabajadores

PARTE III - Es el capitalismo
15. Sin fronteras
16. Amazon, McJobs, maquilas, fábricas de sangre, sudor y lágrimas: ¿millennials o miserials?
17. Capitalismo, o la mitad de la riqueza mundial en pocas manos
18. Precariado, ¿una clase nueva y distinta?

PARTE IV - Puede ser distinto
19. Una generación que nada le debe al capitalismo
20. La juventud como protagonista de los nuevos movimientos
21. Las pibas de la marea verde
22. El fantasma del «socialismo millennial»

PARTE V - Arrancó un nuevo saqueo: ¿qué vamos a hacer?
23. El virreinato del FMI
24. ¿Cómo enfrentar la desocupación, las jornadas agotadoras y la precarización juvenil?
25. Por una vida que merezca ser vivida


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Lucho Aguilar

@Lucho_Aguilar2
Nacido en Entre Ríos en 1975. Es periodista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001. Editor general de la sección Mundo Obrero de La Izquierda Diario.