Novelista y poetisa argentina. Se metió, sin pedir permiso, en el mundo del género narrativo, con historias fantásticas a mediados del siglo XX. Su nombre aparece en letras chicas en las biografía de su marido Oliverio Girondo, pero sabemos que sus textos son su mejor presentación. Falleció el 5 de agosto de 1972.

Liliana Vera Ibáñez Redacción LID @liluzlisam / IG: @Pisotomia
Miércoles 4 de agosto de 2021 23:10
En su narrativa, zona históricamente vedada a lo femenino hasta ese momento, como en sus discursos, se destacan textos de una llamativa porosidad, repletos de ambigüedades que construyen una enorme libertad y ganas de forzar los límites de su pluma y, con ello, expandir el universo de lo representable para la literatura argentina en general y las escritoras mujeres en particular.
Lange publicó libros de poesía y su primera novela: Los días y las noches (1926), El rumbo de la rosa (1930) y Voz de Vida (1927). Además de su libro más famoso y laureado, Cuadernos de Infancia (1937), dónde relató de forma magistral sus memorias de infancia y juventud, supo construir su identidad como escritora que incluía una mirada femenina pero que iba más allá de lo que se consideraban géneros o temas típicamente “apropiados” para las mujeres de la época.
Así, con una novela como 45 días y 30 marineros (1933), además de mostrar ya ciertos elementos rupturistas en lo formal, en cuanto a la trama coqueteó con "la inmoralidad" y elaboró un relato repleto de tensiones sexuales en el que una mujer viaja sola en un barco carguero con una tripulación completamente masculina.
Antes de que muera (1944), se metió más de lleno en la experimentación narrativa y en el empleo de elementos del género fantástico.
En los textos Personas en la sala (1950) y Los dos retratos (1956), a los que se puede agregar la póstuma El cuarto de vidrio (2006), escapa a las convenciones tradicionales del fantástico y se adentra en algunos de los códigos del gótico decimonónico, hilando relatos de atmósfera pesada que, sutilmente, producen extrañamiento y la ansiedad.
Ah, sí, casi no recordamos que en 1943 se casó con el poeta Oliverio Girondo, después de más de diez años de convivencia. La narrativa usual acerca de Norah Lange históricamente le ha dado un rol secundario a su literatura y la ha enmarcado como la “musa” deBorges o, peor, como la mujer que le rompió el corazón y se casó con Oliverio Girondo. Estuvo vinculada primero al Grupo Martín Fierro, especialmente con Jorge Alis y luego al Grupo Proa de Leopoldo Marechal.
Nació el 23 de octubre de 1905 y falleció el 5 de agosto ( algunos biógrafos dicen el 4) de 1972. Adriana Astutti —responsable de la publicación de sus Obras Completas— entiende que "a Lange el reconocimiento de escritores nunca le faltó; César Aira, Elvio Gandolfo, Arturo Carrera dijeron que ella es una de las grandes de la literatura argentina. La crítica empieza a considerarla de manera más constante a partir de los 80, con lecturas en el horizonte de los estudios de género o en el de las vanguardias, como las de Francine Masiello, Molloy, Beatriz Sarlo o Nora Domínguez, entre otros".
Nuestro humilde reconocimiento: recomendar la lectura de sus textos en prosa, su narrativa, y compartir estos tres bellos poemas.
TARDE A SOLAS
Vacía la casa donde tantas veces
las palabras incendiaron los rincones.
La noche se anticipa
en el plano mudo
que nadie toca.
Voy a solas desde un recuerdo a otro
abriendo las ventanas
para que tu nombre pueble
la mísera quietud de esta tarde a solas.
Ya nadie inmoviliza las horas largas y cerradas
tanto pudor de niña.
Y tu recuerdo es otra casa
Y mis latidos forman una hilera de pisadas
grande y quieta
por donde yo tropiezo sola.
que van desde su puerta hacia el olvido.
(de Los días y las noches, 1926)
Poniente doble
Oscurece. El silencio
De las cosas ya cansadas
Pone apuro en las tinieblas.
Aguardo –entre las sombras–
Corona de palabras tuyas
Para ceñir la espera.
¡Sueños de otros lugares!
Afuera oscurece. Adentro, en el corazón que es grande
Como el tiempo,
Otro poniente nace.
¡Poniente del corazón!
Cumplida ya la luz
Como mi espera.
Somos un mismo poniente,
Adentro, y afuera…
(De La calle de la tarde, 1925)
Amanecer
En el corazón de cada árbol
se ha estremecido la medianoche.
La noche se desmenuza
en lenta procesión de niebla.
Todas las tardes terminan su cansancio.
Los letreros luminosos duermen
el asombro de sus colores
y anticipan la contemplación de cada pobre.
En toda esquina vigila el sueño
y es tu recuerdo la única pena
que humilla la altivez de las aceras.
Lejos, el primer mendigo,
traiciona el portal donde ha dormido.
Y la ciudad se abre como una carta
para decirnos la sorpresa de sus calles.
(De La calle de la tarde, 1925)
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